“Comunicación mundial significa: liberar el espacio para atar el tiempo” afirma el filósofo alemán Norbert Bolz. Está nueva situación ha pulverizado los dos elementos básicos de la vida social. Es lo que Anthony Giddens, sociólogo inglés, afirmaba sobre la globalización: “no tiene que ver, ni siquiera primariamente, con la interdependencia económica, sino con la transformación del tiempo y el espacio en nuestras vidas.”

Los desarrollos tecnológicos han permitido que los medios masivos de comunicación impongan una visión particular del mundo. El acento se pone en los efectos visuales entremezclados por un abrumador movimiento y un incesante cambio de escenario acompañado por el color y el sonido. Se produce así un efecto hipnótico que no llama a la comprensión sino a la contemplación. Hoy es palpable este efecto en el cine. La visión que proveen los desarrollos electrónicos permite una información selecta y con orientaciones peculiares dada las fuentes mayormente concentradas de las que dependen ¿Cómo afectarán estos desarrollos tecnológicos el libre compartir de la información, la soberanía de los países, el contacto directo entre diversos grupos de base? ¿Quién se va a arrogar el derecho de decidir en el ámbito local, nacional, regional y aun mundial a manejar la información según su propio interés? Hay que recordar que en la tradición liberal no se relaciona la libertad de información con el principio de igualdad.

Esta comunicación mundial tiene el propósito de llevar a renunciar a la verdad y a poner la confianza en las fuentes de información. La renuncia a la verdad, si es que se puede hablar de renuncia, presupone, al menos, una incapacidad o imposibilidad de acceder a ella. El manejo de la política por parte de los grandes medios ha ido sustituyendo a los partidos tradicionales, especialmente porque los medios han llegado a ser la plataforma de grandes conglomerados económicos antes que lugares de expresión comunitaria. Así, los políticos o quienes quieran serlo, terminan siendo dependientes de los grandes medios, antes que las de sus propios núcleos políticos porque temen ser condenados o ignorados. Así muchos políticos tienden a evadirse de entrevistas que puedan comprometerlos. Se manejan con un libreto que repiten en toda obligada ocasión. El resultado: la realidad viene a ser la verdad de los medios.

En un esquema de confianza el tiempo y el espacio han perdido su papel rector y las fronteras abolidas por la tecnología. La distinción entre lo local y lo internacional limita la comprensión de lo que sucede en el propio entorno.. Por otra parte, el impacto de un hecho, no importa donde suceda, se acrecienta por la virtual disipación del espacio. Un nuevo hecho tiende a ignorarlo, la evaporación del tiempo es inevitable. Eso provoca una pasividad creciente para asumir los hechos cercanos como realidades que afecten directamente. Son parte de una información que no intenta trascender sino llamar la atención, cuya duración debe ser lo suficientemente impactante para deslumbrar pero con una calidad que destiña a la luz de un nuevo hecho que busca seducir. La presencia progresiva de esta realidad inasible como es el tiempo y la tendencia a tratar como incorpóreo el espacio son dos puntales para el desarrollo de una comunicación por medios cada vez más concentrados, favorecidos por el desarrollo de una tecnología, que se presenta como una ley natural inmodificable para determinar la vida de la comunidad mundial.

* Comunicador. Ex presidente de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana