Caminar por los barrios de la ciudad para explorar las huellas del pasado, captar el pulso del presente e imaginar un futuro próximo es lo que harán tres escritoras argentinas y tres escritores alemanes hasta el viernes 11 en Topografías literarias, una propuesta organizada por el Goethe-Institut y Latinale que incluye mesas de poesía, edición, traducción y lecturas, en el marco del 25° aniversario del hermanamiento entre Buenos Aires y Berlín. María Negroni (Rosario, 1951) y Ulrike Draesner (Múnich, 1962) recorrerán juntas la villa de Retiro y luego visitarán Puerto Madero para indagar los contrastes urbanos. Gabriela Cabezón Cámara (Buenos Aires, 1968) y Lucy Fricke (Hamburgo, 1974) caminarán por la Boca y navegarán el Riachuelo. El itinerario de Tamara Tenenbaum (Buenos Aires, 1989) y Max Czollek (Berlín, 1987) incluirá los barrios de Balvanera, Almagro y Villa Crespo, muy marcados por el judaísmo, pero en los que también hay varias capas de oleadas migratorias: los chinos, los bolivianos y peruanos y más recientemente los venezolanos.

¿Qué sucede con las escrituras que intentan explorar ciudades “monstruosas”, por sus tamaños y acaso por sus fantasmas también, como Berlín y Buenos Aires? “Quizá la propuesta de este proyecto y su radio de acción suene pretenciosa, pero tampoco pienso que no tenemos resignarnos antes esas dimensiones –plantea el poeta Timo Berger, curador del proyecto a Página/12-. No creo en la capacidad de una obra artística de abarcar o representar la totalidad de un fenómeno tan complejo como es una mega-city”, aclara el poeta alemán.

“Cuando empecé a armar este proyecto pensaba mucho en un libro chiquito de Néstor García Canclini, Imaginarios urbanos, un estudio de antropología visual sobre la Ciudad de México. Les mostraba a un grupo de habitantes de la ciudad fotos sacadas en la vida urbana diaria, situaciones en la calle, y pedía a la gente decir cuáles según su parecer contaba algo típico de la capital mexicana. Y la gente iba eligiendo fotos y descartando otras y de esa manera Canclini llegó a resumir características de la vida urbana en el CDMX. Por ejemplo, había una foto de un hombre cruzando una avenida ancha con muchísimo tránsito en el lugar menos indicado. Esas imágenes y las lecturas que hacían los espectadores servían para condensar una imagen. Si eso fue un trabajo antropológico, partiendo de lo existente, ¿qué sería un trabajo literario partiendo de lo imaginario?”, plantea Berger.

El curador cuenta que el papel de los escritores en este proyecto es “acuñar cierto tipo de imágenes que puedan servir como una lectura no sólo de la Buenos Aires de hoy, sino -o a lo mejor, y eso es el reto- de la Buenos Aires que está por venir. O sea, intentar retratar Berlín y Buenos Aires no sólo como un pintor realista o un fotógrafo, sino tratar de ver más allá de la actualidad e imaginarse las consecuencias de las transformaciones urbanas en curso”. Las dos ciudades están hermanadas “mucho más de lo que pensamos a primera vista”, advierte el poeta alemán. “Fueron y son ciudades babélicas con un cruce de culturas bárbaro; son palimpsestos formados por las distintas corrientes inmigratorias, los fantasmas de las artes, la música, la fiesta. En fin: son grandes laboratorios de modos de vivir y nuevas formas de relacionarse”, reflexiona Berger.

“Hay algo en la estructura más íntima de la ciudad que me gusta explorar con este proyecto. Gabriela Cabezón Camara lo hizo muy palpable en el texto que escribió después de su paseo por Berlín junto a Lucy Fricke en mayo de este año. Ahí imagina las raíces de los árboles que abundan por las avenidas de Berlín como cimientos de la ciudad misma, siguiendo un poco como se suele llamar el ‘giro vegetal’. Me parece sumamente interesante explorar el tema de la catástrofe climática en curso; sin los árboles la vida en una ciudad como Berlín se vuelve muy difícil –subraya Berger-. Donde hay muchos árboles se crea un microclima más agradable y a la vez los árboles dan refugio a la fauna urbana, y protegen la tierra ante chaparrones cada vez más frecuentes como extendidos períodos de sequía. Tenemos que pensar la cultura y la naturaleza como interdependientes e interrelacionados. No nos olvidemos que tanto Berlín como Buenos Aires son ciudades construidas en pantanos o en zonas inundables que vivieron un largo proceso de drenaje”.

Berger, que estuvo parando en una de esas tradicionales “casa chorizo” de un amigo argentino en el barrio Villa General Mitre, confiesa que podría cantar un blues sobre el tema de la gentrificación. “Caminando desde Villa General Mitre hasta el bajo, me di cuenta de que de la estatua del Cid Campeador para el centro vemos la Buenos Aires como la que conocemos, la ciudad de los edificios en vías de transformarse en la San Pablo de Argentina. De la estatua hacia el oeste, aun percibimos la ciudad de Buenos Aires como fue planificada en su trazado original como ciudad de casas individuales. Y ves toda gama de estados intermedio: cuadras con una casa de una planta, un edifico de ocho pegado y al otro costado un edifico en construcción. Tanto en los barrios como en la Costanera Norte, uno puede ponerse nostálgico o aceptar eso como un proceso de negociación entre intereses varios. Cuando fui al Aeroparque, me llamó la atención la ampliación de la Costanera y se lo comenté al chofer asombrado: ‘Están ganando terreno al río’. Él me contestó: 'Vamos a ver cuando la naturaleza se rebele…’”.

A la manera de Italo Calvino con sus Seis propuestas para el próximo milenio, ¿se anima Berger a esbozar unas seis propuestas de las escrituras venideras para las próximas décadas? “No sé si pueda reunir seis propuestas –responde el poeta y curador alemán-. Está claro que necesitamos una nueva narración frente al cinismo del sistema económico instalado, precisamos nuevos relatos tanto en el área del género como en nuestra relación con el medio ambiente. La vieja dicotomía de la cultura contra la naturaleza sobre la que se erigieron no solo proyectos de países sino la modernidad occidental entera, hay que revisarla y deconstruirla. Toda intervención humana en el mundo tiene sus consecuencias. La escritura puede ser una instancia de concientizar, pero también de imaginar desarrollos alternativos”.

*La agenda completa en www.goethe.de/buenosaires