Tras el revuelo por la violencia obstétrica que trasuntaban las declaraciones del conductor Guillermo Andino sobre su complicidad (que luego desmintió) con un obstetra para decidir, a espaldas de su esposa, la fecha de parto de su primera hija, especialistas consultados por este diario advirtieron sobre la existencia real de ese tipo de prácticas.

"Esta ‘anécdota’ traduce y cristaliza el lugar que tenemos las mujeres en la escena de partos y nacimientos: ninguno", señaló Julieta Saulo, psicóloga social, fundadora de Las Casildas y coordinadora del Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO).  Por su parte, Mario Sebastiani, médico de la División Ginecología y Obstetricia del Hospital Italiano de Buenos Aires, señaló: "¿Se puede hacer algo a espaldas de una grávida? No. Ni de una grávida, ni de un cáncer, ni de una infección, ni de otros escenarios". 

Una "broma futbolera" que era violencia obstétrica 

El conductor Andino contó en una entrevista radial cómo, hace casi 18 años, acordó con un obstetra adelantar dos días el parto de su esposa, Carolina Prat, para que su hija naciera el día del aniversario de un gol histórico para su equipo de fútbol. Su relato, que luego desmintió, despertó fuertes críticas en redes sociales y también comentarios de especialistas que advirtieron que lejos de ser un simple “comentario con humor”, como adujo Andino, se trató de un caso de violencia obstétrica.

"Sofía, mi hija mayor, nació el 4 de noviembre. Tenía fecha para el 6, pero yo arreglé con el obstetra para ver si podíamos adelantar el parto para que naciera el 4. Él no entendía nada de fútbol, pero como tenía un torneo de golf el lunes 6, me dijo: 'por mí no hay problema. Mejor'. Y adelantamos para el 4", contó Andino en el programa que conducen Sebastián Wainraich y Julieta Pink, en Radio Metro.

El acuerdo con el obstetra, narró Andino, fue revelado a su mujer –que tuvo un trabajo de parto de 10 horas– recién ocho años después. “Caro había quedado mal por esta cosita mía de arreglar con el obstetra”, comentó al vuelo sobre los efectos que provocó en su pareja la supuesta “broma futbolera”.

El audio se viralizó y las palabras de Andino generaron críticas públicas. El conductor, entonces, desmintió lo que él mismo había contado al aire: "Por supuesto que no se trata de violencia obstétrica como están diciendo. Yo jamás pondría en riesgo la vida de mi mujer por un capricho futbolero. Lo dije en chiste, quise hacer un comentario con humor, pero veo que fue tomado de otra manera", dijo Andino, al pedir disculpas. "Todo lo hablamos con Caro antes, y la verdadera razón es que ella estaba con un tema de presión arterial, y no se podía esperar mucho más para el nacimiento", aseguró.

"La mujer es quien debe decidir"

“Yo creo que esta ‘anécdota’ traduce y cristaliza el lugar que tenemos las mujeres en la escena de partos y nacimientos: ninguno. Él violó el acuerdo previo que tenía su mujer con el obstetra que la acompañó durante toda la gestación para que coincida con un gol del equipo del que es fanático. Y pudo hacerlo porque del otro lado no se encontró con un profesional de la salud, sino con un cómplice”, denunció a Página/12 Julieta Saulo, psicóloga social, fundadora de Las Casildas y coordinadora del Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO). 

Saulo calificó como “alarmante” que estos hechos sigan ocurriendo en nuestro país, “donde no tenemos una ley de aborto legal, seguro y gratuito, por lo que somos obligadas a parir en un sistema que no nos tiene en cuenta y con un entramado social, político y cultural que determina cuándo finaliza un embarazo para que, por ejemplo, coincida con un gol”, opinó la especialista.

Aunque en Argentina existen dos leyes que protegen a las mujeres contra la violencia obstétrica --la Ley de Parto Respetado Nº 25.929, que defiende los derechos de las madres y bebes al momento del trabajo de parto y post parto, y la Ley Nº 26.485, que encuadra la violencia obstétrica como un tipo de violencia de género-- hay "mucho desconocimiento en nuestro país, por lo que las leyes no se cumplen. La masculinización de los roles médicos hacen caso omiso a estas leyes”, denunció Saulo.

Lo más “terrible” del episodio narrado por Andino, consideró Saulo, es que “no se tuvo en cuenta a la protagonista de este hecho, que es la compañera de Andino". “Si esto hubiera sido decisión de la mujer, no habría problema. De hecho, en muchos casos, por deseo o por desinformación, hay muchas mujeres que piden fecha. Pero ahí es la mujer que decide”.


El derecho de las pacientes

Mario Sebastiani, médico de la División Ginecología y Obstetricia del Hospital Italiano de Buenos Aires, opinó en el mismo sentido: “Si bien ya fue aclarado por él (Andino) que había sido un chiste para reforzar su militancia racinguista, hay que prefuntarse '¿Se puede hacer algo a espaldas de una grávida?' No. Ni de una grávida, ni de un cáncer, ni de una infección, ni de otros escenarios."

"En los derechos de los pacientes está la veracidad de la información y el consentimiento informado que no es un papel donde se ponen firmas sino una teoría filosófica por la cual los profesionales debemos pedir el consentimiento de los pacientes para pedir estudio, o para efectuar prácticas sobre su cuerpo”, dijo Sebastiani a Página/12.

Sebastiani aprovechó el debate para discutir con “algunos principistas que piensan que nada es mejor que lo natural”. “Sin poner en riesgo la salud de la madre o la salud del bebé, no veo inconvenientes en cierta programación de los nacimientos. Y, de hecho, se hacen con frecuencia", dijo el especialista, sobre los "casos en que la terminación de un embarazo, ya sea por inducción o por cesárea, son de bajo riesgo”.

En ese sentido, cuestionó la decisión de esperar el inicio del trabajo de parto una vez que se supera la semana 39, que es la de "menor mortalidad perinatal".  Varios grupos americanos, aseguró el especialista, "están comparando políticas de espera versus políticas de inducción a las 39 semanas. Pareciera que los resultados son mejores en el último grupo”, dijo Sebastiani, tras aclarar que “la espera del inicio espontáneo de un parto” no está libre de riesgos “por el envejecimiento placentario traducido en dificultades en transportar adecuadamente el oxígeno por parte de la placenta”.

“Esto no implica un abuso en las inducciones ni en las cesáreas sino la ponderación de distintos intereses que hacen a la salud de la madre y del recién nacido”, explicó el médico, para diferenciar los casos en que son las mujeres las que deciden de aquellos en los que la inducción o cesárea son impuestos por el sistema médico o por los familiares de la gestante, sin su consentimiento. 

Informe: Azul Tejada.