El rebrote inflacionario se explica en primer lugar por el efecto de la devaluación del peso posterior a las PASO sobre la estructura de costos de prácticamente toda la economía. Sin embargo, la inflación de septiembre no se debe sólo a la inercia del movimiento cambiario de agosto. También se verificaron aumentos estacionales en indumentaria propios de los cambios de temporada, al tiempo que las cuotas de las prepagas subieron el mes pasado un 6 por ciento.

Adicionalmente, el Gobierno aprobó una suba de las naftas del 4 por ciento a mediados del mes pasado, a pesar del cuadro de congelamiento de los combustibles establecido luego de la devaluación de agosto. La suba de la nafta tiene impacto directo en el índice de precios y también de manera indirecta, a través del costo de los fletes. En tanto, la entidad Consumidores Libres ya midió una suba de precios de alimentos del 2,1 por ciento en quince días de octubre. Para fin de año, se espera que la inflación se ubique en el orden del 57 por ciento, el máximo desde los episodios de hiperinflación de hace treinta años.

Se trata del índice más alto desde septiembre del año pasado cuando llegó al 6,5% y el tercero en la gestión de Mauricio Macri, ya que también lo supera el registrado en abril de 2016 con el 7%, aunque en este último caso fue medido por consultoras privadas.

El rubro Alimentos y Bebidas -el que más incidencia tiene en los sectores de menores recursos- creció 5,7% pero el que tuvo el registro más elevado fue Prendas de Vestir y Calzado, con el 9,5%, por impacto directo de la suba del dólar de 45 a 58 pesos después de las PASO del 11 de agosto.

También verificaron fuertes alzas los siguientes sectores: Salud con el 8,3%; Bienes y Servicios Varios con el 8,2%; Recreación y Cultura con el 7,6%; Equipamiento y Mantenimiento del Hogar, 7,4%; Comunicación, 6,7%; Restaurantes y Hoteles, con el 5,2% y Transporte con el 4,7%.