Bajar la inflación era en 2015 “la cosa más simple” que sólo la impericia de los gobiernos impedía concretar, explicaba Mauricio Macri. Tras cuatro años como presidente sin poder controlarla, en cambio, pasó a ser un vicio irremediable, responsabilidad de todos los argentinos. “Hemos sido (sic) como un alcohólico recurrente con la inflación”, fue la original comparación del mandatario derrotado en las PASO, quien continúa su gira final irradiando optimismo, convencido de que “Dios nos está acompañando”.

Abocado de lleno a la campaña, el candidato de Juntos para el Cambio desembarcó en la Plaza 25 de Mayo de la localidad de Reconquista, en Santa Fe, donde volvió a fomentar “la grieta” al diferenciar a sus seguidores de los sectores organizados. “¿Dónde están los colectivos? No veo a los colectivos”, celebró la atomización de los suyos, a quienes propuso “convencer a otros” y “defender lo que creemos en las redes”.

“De las libertades que conseguimos, la más importante que tenemos que defender es la libertad de expresarnos libremente”, arengó a sus simpatizantes. Luego apuntó al Frente de Todos, que el 11 de agosto le propinó una dura derrota por más de quince puntos. "Como ya se creen, equivocadamente, que ganaron, ya empezaron a perseguir periodistas antes de asumir”, dijo. “No es la Argentina que queremos” pero “lamentablemente no cambian más, son así”, siguió Macri, acompañado por su esposa, Juliana Awada, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el secretario Fernando de Andreis, pero sin la presencia de su compañero de fórmula, Miguel Angel Pichetto.

El candidato afronta la gira con un estilo descontracturado, sin telepromter, por lo que intenta disfrutar cuando le cantan que “hay gato para rato” y se permite bromear con cartelitos del tipo “me parece haber visto a un lindo gatito” o cuando los fans cambiemitas corean el nombre de “Juliana”. “Ah, veo que a ustedes también los tiene hechizados", sonríe.

Antes de realizar su segundo acto del día, en la localidad de roque Sáenz Peña, en el Chaco, Macri dio una entrevista radial en la que explicó que su fracaso para controlar la inflación se debe a que la Argentina es una especie de borracho sin remedio. “No podemos resignarnos a no tener nuestra moneda”, dijo cuando lo consultaron sobre la posibilidad de dolarizar la economía. Advirtió sobre “la incapacidad de tener una moneda sana” y allí lanzó su flamante metáfora: “A la luz de los que nos pasó, entiendo que hemos sido como un alcohólico recurrente con la inflación”.