Los tres policías de la Ciudad que mataron de seis tiros al chofer Claudio Romano el 1 de octubre pasado en el barrio porteño de Villa Crespo apelaron su procesamiento por el delito de homicidio agravado por uso de arma y ser miembros de una fuerza de seguridad, un cargo que tiene una pena de prisión perpetua.

La figura solicitada por la querella fue aplicada hace solo ocho días atrás por la jueza Criminal y Correccional 49, Ángeles Gómez Mayorano, quien además trabó un embargo de 1,5 millones de pesos contra cada uno de los imputados.

Los abogados del oficial primero Ramón Pérez (39), la inspectora Beatriz Manzanelli (41) y la oficial Daniela López (32), quienes recibieron el beneficio de la libertad ambulatoria, apelaron ayer ese fallo y la Cámara fijó una nueva audiencia, el 11 de noviembre, para discutir el caso.

“Vamos a ir a la audiencia y realizaremos una marcha para pedir que todo esto se esclarezca”, anticipó a Página/12 Lucía Sánchez Cáceres, la esposa de Romano.

Mientras tanto, los policías siguen en libertad, gracias a que la magistrada consideró los pedidos López y Manzanelli, que tienen hijos pequeños y en período de lactancia. Con otros criterios, luego se le abrió la puerta a Pérez.

“Es el beneficio de tener el uniforme”, sintetizó Sánchez Cáceres, quien sostiene la posibilidad de que entre su esposo y los policías haya ocurrido un acontecimiento previo que hubiera desatado el conflicto que terminó con Romano acribillado en el asfalto de Malabia al 900.

Parte del hecho ocurrido hace solo 28 días fue registrado por cámaras de seguridad que mostraron a Romano acercándose a la puerta del conductor de un patrullero donde estaba Pérez, hasta forcejear con él.

Inmediatamente después, el policía sale del auto y junto con Manzanelli y López intentan neutralizar al chofer, y lo ultiman de varios balazos. Dispararon 12 tiros en total, pero se encontraron siete vainas. El último disparo fue al pecho, cuando Romano estaba inmovilizado por las balas que había recibido en las piernas. “Hubo alevosía”, denunció la esposa de la víctima.

El cuerpo de Romano tenía, además de los balazos, heridas cortantes , cuyo origen aun no se pudo determinar. La investigación habla de un brote psicótico con heridas autoinflingidas, porque en el auto del remisero se encontraron varias manchas de sangre.

Lucía descarta tanto la hipótesis del brote como la del intento de suicidio. Para ella, “algo pasó antes entre Claudio y los policías, porque él no era así”.

“Estoy segura de él conocía a los policías. El pasaba a menudo por allí (porque hacía un recorrido frecuente por la zona). Algo pasó entre las 10:45 y las 11, cuando lo mataron. Algo le hicieron para que reaccione así, y lo que le hayan hecho empeora la situación de los policías. No sé si algún día lo vamos a saber”, concluyó.