Hay hechos que conmocionan, que marcan agenda. En la Argentina reciente, por lo general son malas noticias. Contadas con palabras, tienen el valor de la descripción y del análisis. Si el relato es con dibujos, ganan la potencia de la síntesis, la fuerza del impacto gráfico y, redes de por medio, de su viralización inmediata. Es lo que ocurre de un tiempo a esta parte con lo que es todo un género en sí mismo: la ilustración política. Con sus derivados, el humor gráfico político y los más actuales memes, de los que este diario hace alarde con frecuencia en sus tapas. Si la realidad no da tregua, al menos hay formas de canalizarla con dibujos. Pero, sobre todo, de darle visibilidad a una cantidad de sucesos que los medios hegemónicos no incluyen en su agenda, mientras la realidad los grita.

Cuando el fotógrafo de este diario Bernardino Avila retrató a una jubilada con su changuito juntando del piso una berenjena , secundada por una fila de uniformados que acababan de reprimir a pequeños productores para impedir que hicieran visibles sus reclamos regalando verdura, la foto se hizo viral. Es que la foto sintetizaba de manera impactante todo esto que llevó varias líneas explicar. Resumía una noticia puntual, y un marco social, indignantes. Pero hubo más: A los pocos días, en otra protesta, el reportero gráfico fue golpeado y detenido por la Policía de la Ciudad , junto a otro trabajador de prensa y dos cooperativistas. Antes, llegó a hacer fotos de sus agresores , los agentes de la ley.

Lo que no contaron en detalle algunos medios, lo difundieron por esos días dos dibujos en particular. Partían de esas fotos para dar una opinión: “El modelo es represión. Y hambre”, en la primera de las imágenes, que aparecieron apenas un par de horas después del hecho. “El próximo podes ser vos. La represión no hace distinción”, en la segunda represión, sobre el primer plano de un policía que avanza marcando con dedo amenzante. El autor de esas imágenes es el ilustrador Byron Hasky; sus armas, las de la ilustración digital, la rapidez de reacción, la mirada sensible y aguda.

Hasky estudió cine, música, y dice que empezó a ilustrar “como casi todo el mundo, a los dos o tres años”. Pero fue hace poco que este arte se volvió para él un medio de vida. Publica en medios como Revista Mu, lo convocan para realizar trabajos como los recientes murales del Paseo de la Memoria de Berazategui. Fue su impulso de contar con imágenes los hechos que lo golpeaban, aquellos sobre lo que necesitaba dar una opinión política, lo que lo hizo conocido en las redes.

El repaso por los trabajos que tuvieron repercusión es de algún modo el repaso por la historia reciente de este país. Incluso por hechos que parecen increíbles, pero que sucedieron. El primer dibujo que recuerda como “de impacto loco”, por su inmediatez, fue el de una madre amamantando en una plaza, en 2016, luego de que se conociera la noticia de que dos policías habían prohibido tal escena en la vida real. La Doctrina Chocobar, las proyectos de baja de imputabilidad, el ¿debate? sobre la maternidad forzada a partir del tristemente recordado editorial de La Nación, la condena a dos chicas por besarse (“Besáme hasta que se acabe la Edad Media”, decía el dibujo), el recuerdo de las víctimas de gatillo fácil y de femicidios, formaron parte de su agenda.

Como una continuidad de este trabajo, Harsky se embarcó hace poco en Yo, robot, una revista impresa mensual de viñetas de humor, que tiene un único pero fértil punto de partida: las frases hechas, el sentido común oído al pasar en las colas de los bancos o en el Chino, “generalmente de boca de aquellas personas ‘pseudo clase media’ que justifican cómo los empobrecen”, define. Sus páginas provocan sonrisas amargas, teniendo en cuenta que están, literalmente, "basadas en hechos reales". “Venía trabajando en un librito de odio de clase, o de clases de odio; se transformó en un fanzine, algo mucho más simple y de más fácil distribución”, cuenta a PáginaI12 el ilustrador. Orgullosamente peronista, Barsky avisa que la crítica es un bastión político que no hay que perder, más allá de los contextos y circunstancias. “Por supuesto que Macri nos ha dado material de sobra para enojarnos. Pero la gran oportunidad de este trabajo es la de ejercer la crítica, gobierne quien gobierne. También como una oportunidad para crecer y mejorar”, avisa.

Muy poco serio

Desde su página de Facebook Es muy poco serio, Mora Sarquis propone sus dibujos con una clara advertencia: “Esta página puede contener escenas de kirchnerismo explícito. Entre bajo su propio riesgo”. Más explícitamente posicionada partidariamente, la mirada de Soy Mora (tal su nombre artístico) se detiene en todo tipo de sucesos sociales y políticos, pero muy especialmente en la agenda de género. Su militancia feminista se luce también en las contratapas de domingo del diario cooperativo Tiempo Argentino, con su historieta Conmigo no, varones, que gustó tanto que se transformó en librito y calendario.

Sarquis estudió Comunicación Social en la UBA, mientras en paralelo fue haciendo talleres de dibujo, humor gráfico, caricatura, ilustración digital. Todas estas formaciones confluyeron, primero, en dibujos que compartía dentro de su militancia universitaria, luego en esta página y en los trabajos que realiza en forma de free lance, y que se extienden a agendas, cuadernos, cuadritos, stickers, distintos objetos ilustrados que le permiten hacer de la ilustración política una forma de vida. “En 2016 me quedé sin trabajo y ahora puedo decir que orgullosamente vivo de la ilustración política. Y que cada vez me interesan y me sorprenden más todas las aristas y las posibilidades que se abren. A veces te enterás antes de una noticia por un dibujo, o por un meme, que por un medio. Eso es muy loco. Es muy potente la ilustración como arma para contar un hecho, y sobre ese hecho, dar una opinión. Y para dar testimonio”, reflexiona la ilustradora.

Noticias desde el sur

La reciente noticia de la muerte de dos maestras de Chubut en un accidente en la ruta, mientras se desarrollaba un reclamo docente que lleva meses en esa provincia, conmocionó hace unos días a la opinión pública. La jornada siguiente fue de luto, paro y movilización general para el gremio docente. En las redes y en WhatsApp, especialmente dentro de este gremio, muchos compartieron la tristeza y la indignación con un dibujo: dos guardapolvos cruzados por una cinta negra, banderas argentinas, puños en alto, y la referencia “Docentes Chubut”. El autor de esta imagen, Alejandro Aguado, vive en Comodoro Rivadavia, de donde eran oriundas las docentes.

“Lo hice movido por el dolor y la bronca, por sentir que no da para más. Y sí, me sorprendió la repercusión que tuvo, porque este tema no es para nada nuevo acá, venimos de conflicto en conflicto, les pegan a los maestros que protestan, la provincia está paralizada. Pero parece que tienen que morir dos personas para que el país se entere de que estamos tan mal”, se enoja Aguado. “Fue un resumen de dolor y bronca. Los docentes tienen que estar en las aulas, y no en las rutas”, sintetiza, como su dibujo.

Aguado tiene muchos años en el oficio, en los 90 publicó en PáginaI12, actualmente publica en medios de su provincia, y hace historietas y novelas gráficas que son editadas de manera independiente, en su provincia, y también en España, Italia o Francia, países donde han sido premiadas. Cada tanto se siente interpelado por la realidad y lanza sus dibujos a las redes. “Se ve que este justo captó una necesidad o un sentimiento, y se esparció muchísimo. Como estoy en un lugar donde no hay muy buena señal, al principio no me enteré. Unos días después me sorprendió todo lo que había pasado con el dibujo, hasta dónde había llegado”, cuenta. “Yo estoy acostumbrado a que mis trabajos circulen porque tengo más de veinte años de oficio, pero las redes tienen la ventaja de la repercusión inmediata. Empecé a ver que muchos tomaban el dibujo para ponerlo de perfil, como un posicionamiento. Es la mejor devolución que puede tener mi trabajo: que sea útil, que sirva para difundir, denunciar, reflejar un momento, y tomar partido”, marca.

Qué alegría, qué alegría

Una forma especial de ilustración política es la que además de reflexionar y denunciar, busca hacer reír. Tiene el peso de toda su tradición de publicaciones en el país, pero en los últimos años ganó fuerza en las redes. Un caso bien potente es el del colectivo de humor gráfico político Alegría, del que participan unos treinta ilustradores de todo el país, y unos cien contando los que colaboran esporádicamente. Con 120 mil seguidores en su página de Facebook, se extiende también a anuarios en papel, que ya llevan tres ediciones y resultan un repaso por estos años macristas, para reír por no llorar.

“El colectivo arrancó exactamente con el macrismo. En realidad hacía rato que teníamos ganas de hacer algo, pero con el gobierno anterior no llegábamos a una síntesis, sobre muchos temas teníamos miradas diferentes. Con la llegada de Macri nos pusimos de acuerdo rápidamente, ¡es horrible todo!”, se ríe Claudio Andaur, alias Maléfico. La idea original era la de la histórica revista en papel, pero ante los costos imposibles, avanzó lo digital. Y en la diversidad de los trabajos se fue perfilando un humor que va al hueso, medio en el borde, tal vez en una risa que se esboza pero pronto deviene en mueca. Como en ese dibujo de Maléfico de “Péguele al maestro”, en un juego que juega un policía, garrote en mano.

La página tiene la única cláusula excluyente de publicar solo dibujos, no trabajos sobre fotos (el de los memes es parte de otro fenómeno, y de otra nota). Allí publican ilustradores con años de oficio y otros muy nuevos; hay dibujos y también historietas, siempre con un fuerte registro de actualidad. “Trabajamos mucho con el tema del día, el hecho puntual, con la idea de no olvidarnos de las cosas que pasan. Siempre bromeamos con que los anuarios de Alegría en algún futuro van a ser el Manual del Alumno Bonaerense. Un modo de contar esta parte de la historia”, sigue tomándolo con humor Maléfico.

Un dibujo como uno que hizo Otto en 2016 ya puede ser leído dentro de ese manual imaginario. Por aquellos tiempos el mundo se conmocionaba ante la fotografía del niño sirio hallado muerto en la costa. En la Argentina, la policía atacaba a balazos a niños de la villa 1-11-14 del barrio de Flores, mientras ensayaban para salir en una murga. El dibujo (que luego formó parte del libro Hasta la vida, generado tras este hecho, editado por el ECuNHi) sintetiza de manera tremenda ambos hechos, la visibilidad y el interés que despertó uno y otro, las hipocresías, las niñeces amenazadas.

Los motivos que vuelven un dibujo en particular viral, cuenta Maléfico, suelen ser extraños, y no siempre lineales. El colmo fue el de uno que hizo Catinga: Patricia Bullrich inauguraba el Monumento al Policía Heroico. La estatua representaba a un policía rematando a un pibe en el piso. “De la nada, apareció compartido 47 mil veces. Eso es mucho para nuestros promedios. Descubrimos que fue porque integrantes de las fuerzas de seguridad lo interpretaban literalmente, como un dibujo a favor, y lo compartían en sus redes. Los comentarios de esos compartidos eran tremendos. También los que aparecían cuando se daban cuenta de que iba en joda. “Zurdos” era lo más liviano que nos decían”, recuerda.

 

Entre los dibujos de Maléfico tuvo repercusión el de la Hebe maradoniana, que lo llevó, cuenta con orgullo, a conocer a la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. “Se lo pude llevar en persona y sé que lo tiene en su oficina. Es un premio que me llevo conmigo”, agradece. Y sintetiza la búsqueda de Alegría: “Lo que nos mueve es pelear contra este sistema, y en el fondo, no volvernos locos. Porque en realidad todo esto es una catarsis, una forma de expresarnos para no estallar. Y denunciar, y pelear, y resistir”.