La temporada lírica del Teatro Colón continúa con Orfeo & Euridice, seguramente uno de los títulos más significativos y acaso entre los más bellos del siglo XVIII. A partir de este viernes a las 20, con reposición este sábado y el martes a las 20 y el domingo a las 17, se pondrá en escena el clásico con música de Christoph Willibald Gluck sobre un libreto de Ranieri di Calzabigi, con la participación del contratenor Daniel Taylor como Orfeo, la soprano Marisú Pavón en el rol de Euridice y la soprano Ellen Mc Ateer en el papel de Amor. Esta nueva producción del Colón, en la versión original en italiano, cuenta además con la dirección de escena de Carlos Trunsky, la escenografía de Carmen Auzmendi, el vestuario de Jorge López, la iluminación de Rubén Conde y la dirección musical del español Manuel Coves.

Estrenada en Viena en 1762, Orfeo & Euridice representa por un lado el retorno a uno de los argumentos fundantes de la ópera, el mito del heredero de la lira de Apolo, que con el poder de su arte puede liberar a los argonautas del canto de las sirenas y descender al inframundo en busca de su amada. Por otro lado, con esta primera colaboración entre Calzabigi y Gluck comenzará la enésima reforma de la ópera como género, la eterna lucha por la conquista de la naturalidad en la relación entre la palabra, la escena, la danza y la música. “Orfeo & Euridice es una ópera llena de connotaciones y del mismo modo en que Orfeo hace su catarsis en el inframundo yo me puse a bucear en lo que el mito significa en la cultura de Occidente, desde los filósofos griegos en adelante. Pero antes de eso está el encantamiento y el placer que provoca trabajar con un material musical tan bello”, comenta Trunsky a Página/12.

“Hay muchísima obra de arte creada a partir de Orfeo. Su mito nos interpela en infinidades de aspectos. En principio a partir de la relaciones entre el ego y el arte, el amor y el sexo, lo fallido y la pérdida, la trascendencia del alma. Me gusta eso que sugiere Maurice Blanchot, de que lo único que Orfeo necesita de Eurídice es poder cantarla: Orfeo es Orfeo mientras reside en el himno. Baja por sí mismo al inframundo, Eurídice solo es una excusa para llevar su arte al plano de la virtud, se siente más bien atraído por el aspecto etéreo de la ninfa. Orfeo parece regodearse en lo apolíneo del canto, como escapando de su lado dionisíaco”, continua el director de escena. “Por otro lado, el texto de Calzabigi es muy interesante, porque si bien se apoya en la tradición de Virgilio, le da a Euridice una identidad precisa, una voz que tal vez antes no tenía. Para los griegos Euridice era una bella ninfa de la que se enamora Orfeo y nada más. Acá hay una Euridice activa, que lo llama y hasta lo provoca, para que Orfeo haga lo que hace. Eso nos obliga a pensar en ella como una mujer y nos coloca ante un tema muy actual”, agrega.

Articulada en tres actos, la acción teatral de Orfeo & Euridice reduce el mito a un esquema narrativo simple y lineal. Los personajes principales son solo tres, las escenas pocas y los recitativos, siempre acompañados por la orquesta, se expanden naturalmente en el aria. “En esta puesta trabajo en escena con los tres solistas y un grupo de bailarines. El coro está en el foso con la orquesta”, explica Trunsky. “Me interesó profundizar en esta puesta la relación entre canto y danza que propone. A partir de la danza puedo agregar un personaje como Persefone, que no está en la ópera pera está en el mito. Todo aquello que de alguna forma tiene que ver con lo dionisíaco, a lo que este Orfeo que apela a su lirismo a partir del canto de la poesía escapa, lo expreso a partir de la danza”, concluye Trunsky.