Javier Mascherano volvería a jugar en la Argentina y en ese caso no lo haría ni en el equipo que mejor le cae de Rosario ni en el que lo impulsó a Primera División: llegaría a Estudiantes de La Plata.

La noticia se difundió en las últimas horas por fuentes indirectas, pero en realidad el arribo del mediocampista de 35 años al club que dirige su amigo Gabriel Milito y que preside su ex compañero Juan Sebastián Verón ha demandado una cocción a fuego lento.

En los primeros meses del año, Mascherano confesó en su entorno íntimo que no se veía jugando en el exterior ni bien terminara su contrato con Hebei Fortune de China (finaliza el próximo 31 de diciembre) y que, salvo una lesión, se sentía con ganas de terminar su carrera en Argentina. En esos mismos días, vía Whatsapp, dos jugadores de Estudiantes, Mariano Andújar y Gastón Fernández, lo invitaron a sumarse al Pincha.

El nacido en San Lorenzo, Santa Fe, respondió que lo dejaran pensar en el tema, pero la idea le cayó bien: después de todo, a la amistad con Andújar y la Gata se sumaba su buena relación con Verón y el respeto y la valoración hacia otro verdadero prócer del club: Alejandro Sabella.

Cuando en marzo Gabriel Milito comenzó su segundo ciclo en Estudiantes la posibilidad se robusteció de forma significativa, toda vez que se trataba de alguien con larga amistad en Barcelona y en la Selección Nacional. Por lo que, hacia junio, ya era un hecho que Estudiantes quería a Mascherano y que Mascherano veía con buenos ojos jugar en Estudiantes.

¿Por qué no River o Central?

River jamás había mostrado un interés serio en volver a tenerlo en sus filas y aunque Rosario Central, el club del que es hincha, había hecho algún contacto extraoficial tampoco había encendido la chispa. Al mismo tiempo, el estilo futbolístico de Mascherano no parece tener lugar en un mediocampo millonario que prioriza el buen pie ante todas las cosas y donde Enzo Pérez (33 años) tiene todavía cuerda.

Uno de los primeros en enterarse de la seriedad del proyecto fue el mediocampista derecho Augusto Fernández, que también juega en la Primera Liga China, en su caso en Beijing Renhe. De vacaciones en Madrid, Fernández se encontró con Diego Simeone y le comentó al pasar la versión de que Mascherano iría a parar a La Plata a fin de año.

Desde entonces, la rueda giró sin cesar a través de los diálogos que Mascherano sostuvo con Andújar, Fernández y Milito. Desde luego que Verón estuvo al tanto de la situación y asimismo Agustín Alayes, manager de Estudiantes.

Hoy, al parecer disipada la única sombra de duda que representaba el consentimiento de su esposa, Mascherano saborea su regreso a un fútbol en el que no juega desde 2005, después de vestir 58 veces la camiseta de River, donde curiosamente debutó después de haberlo hecho en la Selección Nacional.

Con la camiseta argentina, Mascherano sumó varios récords, como ser el jugador con más partidos disputados (contando amistosos y oficiales). Además, estuvo en cuatro Mundiales, dos de juveniles y, a falta de títulos en mayores, integró los planteles que consiguieron el oro olímpico (Sub 23) en Atenas 2004 y Pekín 2008.

Un flojo presente en China

Tras ocho años en Barcelona al lado de Lionel Messi, Mascherano optó en la previa del Mundial de Rusia por irse a jugar a la seductora -en términos contractuales- Superliga de China. En compañía de Ezequiel Lavezzi, su primera campaña en el Hebei Fortune resultó aceptable, finalizando sextos sobre 16 equipos, aunque quedando fuera de puestos de clasificación a copas continentales.

Este año, la situación es considerablemente peor, ya que el Fortune cayó al 13º lugar, a siete puntos de los puestos de descenso cuando quedan nueve unidades en juego. 

Entre ambas temporadas, Mascherano sumó 51 juegos de liga, sin goles y con seis asistencias durante su periplo asiático.