Desde Ciudad de Córdoba

La longevidad siempre mantuvo una relación tensa con todo ese universo de sentidos y experiencias que se agrupan dentro del rock. Muy poco de lo que sucede en ese territorio puede mantenerse fresco a lo largo del tiempo. Apenas unos pocos años bastan para hacerlo estallar o vaciarlo de contenido. Veinte años, por caso, son demasiados para sobrevivir. Pero hasta allí llegó el ya icónico festival argento Cosquín Rock, que tendrá su vigésima edición el próximo 8 y 9 de febrero en el Aeródromo de Santa María de Punilla, Córdoba, y que este martes anunció una grilla que incluirá a Charly García, Molotov, Los Ratones Paranoicos, Duki, Ciro y Los Persas, Mon Laferte, Babasónicos, Wos, Skay y Los Fakires, Divididos y una decena de DJs internacionales. En ese recorrido de nombres, a punto de generar nuevos cruces entre el rock, la música urbana, el pop y la electrónica, parece esconderse la clave de su permanencia: resistir el paso del tiempo a base de mixturas.

“Acá fue donde se encontraron en un mismo escenario Babasónicos y Almafuerte o Miranda y Rata Blanca. Vimos el crecimiento de fenómenos como Los Piojos o Bersuit Vergarabat y también su techo. Hoy nuestra intención es mantener el espíritu rockero del festival pero también buscar ese espíritu más allá de los géneros musicales”, decía a Página 12 José Palazzo unas horas antes del anuncio completo de la grilla, que se hizo a las seis y media de la tarde en la Plaza de la Música de la ciudad de Córdoba y fue transmitida a través de las redes del festival. Para ese entonces ya se habían agotado dos de los paquetes destinados a la preventa: más de diez mil personas que compraron entradas sin saber qué bandas iban a ser parte del festival.

“Yo no quiero que los grandes artistas se perciban entre el público como obsoletos, porque hoy Charly sigue teniendo un montón de cosas para decir y llena teatros con chicos de quince años”, explicaba Palazzo. “Qué más placer entones que ponerlo con Wos y Duki y que todo eso se retroalimente. En este caso lo que abunda no daña”.

El ecléctico espectro de artistas que conforman el próximo Cosquín Rock estará dividido en ocho escenarios por los que pasarán 154 artistas nacionales e internacionales. Entre ellos estarán: Guasones, Los Auténticos Decadentes, Los Gardelitos, 2 Minutos, Hilda Lizarazu, Riff, Los Caballeros de la Quema, Él Mató a un policía motorizado, Sara Hebe, Louta, Nathy Peluso, Las Pastillas del Abuelo, el Sello Suena Eh! de la villa La Cava, Horcas, Cazzu, Blues Motel, J.J. Thames, Dante Spinetta y Massacre. “Creo que es la mejor grilla de todas las que logramos conformar”, aseguró Palazzo en relación a los nombres que había logrado agrupar dentro de un festival que ya se convirtió en una suerte de marca registrada con sedes en México, Colombia, Perú, Paraguay, Uruguay y Bolivia, y que tendrá su primera incursión en España el año próximo. Además, programada para el 30 de noviembre, el Cosquín Rock tendrá una fecha en la Plaza Próspero Molina –su primer escenario, en 2001­– con entradas a $300 que serán donadas en su totalidad.

El crecimiento exponencial del festival a lo largo de dos décadas, que lo convirtió en el más grande y federal del país –con un costo de producción que para este año se estima en 115 millones de pesos y un público de más de 50 mil personas cada día– también lo depositó en el centro de los debates actuales en torno al rock. Poco después de la edición 2019, Palazzo recibió fuertes críticas por sus declaraciones en torno al cupo femenino dentro del festival, luego de que fuera señalado por no contemplarlo.

“Me golpeó mucho el debate en torno del cupo. Yo viví muy de cerca esa problemática a través de mi vieja y de mi hija, que son grandes artistas y que les costó muchísimo abrirse paso. En nuestra productora las mujeres trabajan en todos los espacios, es casi una amazonía y todos nos sentimos agredidos por lo que pasó”, esgrimió Palazzo al recordar ese momento. “Esta vez armamos una grilla con una gran participación de mujeres. No tuve la necesidad de ir a defender la ley de cupo, que no corre para los festivales internacionales. Está armada más bien para que rija en el Cosquín. Nos costó porque no encontrábamos bandas de rocanrol por ejemplo. En el Pre Cosquín se presentaron 2900 bandas para tocar en el festival y solo quince eran de mujeres. Es un movimiento incipiente. Nosotros aceptamos mucho las críticas positivas: 'loco le faltan minas al festival', vamos a buscar minas; 'loco le faltan baños', vamos a poner baños. Vamos acompañando un proceso”, señaló, en una comparación final poco feliz.

El anuncio de la grilla del festival se realizó durante una jornada en la que también hubo recitales en vivo de Valen Etchegoyen, Conociendo Rusia y Las Pelotas. Una selección de músicos que serán parte del festival y que además podía ser leída como síntoma de esa mezcla a la que se fue abriendo: desde la elegante renovación del pop hasta los pesos pesados del rock. En medio aparecen las letras filosas y callejeras que destilan el trap y el rap, los sonidos tradicionales en la Casita del Blues, el terreno siempre abierto para el reggae y el punk y un invitado infrecuente: la música electrónica. De las once hectáreas que ocupará el predio del Cosquín Rock, dos de ellas estarán destinadas a un espacio al aire libre donde actuarán DJs en continuado, que cerrarán sus sets a las tres de la mañana en las dos jornadas. También habrá cuentos leídos en vivo por el escritor Hernán Casciari y un museo con fotografías de todas las ediciones, que luego se volverá itinerante y viajará por el país.

“Es un Cosquín con mucha incertidumbre. Estamos lanzándonos sin saber todavía cuánto va a salir todo lo que estamos armando, con artistas que tienen un caché en dólares y muchos costos en esa moneda”, dijo Palazzo antes de cerrar la presentación de la grilla del próximo año. “No tenemos nada que envidiarle a un festival internacional que tiene cien veces más presupuesto, porque tenemos ingenio. Skay me dijo que lo mejor del Cosquín es que puede tocar sesenta minutos, que es el momento exacto en el que el público empieza a perder la atención. Es un festival en el que tenés que hacer zapping. No es para ver dos horas a un artista sino para escuchar cinco canciones y moverte a ver otras cosas. Después de la experiencia acumulada en veinte años, este es el primero en el que va a haber tanta diversidad. Vamos a ver qué pasa”.