Podrá discutirse un largo rato sobre si es la última estrella de rock, pero a esta altura deben quedar pocas dudas sobre que Jack White es el ejemplo viviente de cómo ser rockero en el siglo XXI. Su aparición al frente de The White Stripes lo hizo exitoso, pero cada paso que dio después de que Meg dijo "basta" solidificó esa imagen de tipo con un pie en el pasado y otro plantado en el aquí y ahora. El cantante y guitarrista se mostró como un tipo de principios (bastante) férreos: grabaciones analógicas, sonido valvular, su propio sello de vinilos, shows en los que no permite que el público use los celulares y estética original para cada una de sus encarnaciones.

El lugar que ocupa The Raconteurs dentro de la carrera de White termina de quedar claro cuando se ve a la banda en vivo. Ante todo, porque el cuarteto que comparte con Brendan Benson (voz y guitarra), Jack Lawrence (bajo y coros) y Patrick Keeler (batería) le permite al cantante y guitarrista relajarse y rockear sin demasiadas presiones. No tiene que ser el centro todo el tiempo, no tiene que pensar en un look y una puesta en escena (salió con camisa y pantalón negros, más unas zapatillas deportivas rojas) ni ponerse a discutir si el rock ya palmó o solamente está durmiendo una siesta creativa. Con que pueda enchufar alguna de sus guitarras al pedal de fuzz conectado a dos amplificadores Fender, alcanza y sobra. Porque lo que vendrá después va a dejar los oídos zumbando un largo rato.

Así fue, desde el comienzo, el debut de The Raconteurs en Buenos Aires, el martes en el Gran Rex. "Bored and Razed" dejó claro de entrada que el sonido del cuarteto arriba del escenario multiplica los decibeles y la "agresividad" rockera de los discos. La respuesta del público le arrancó una sonrisa encantada a Benson, debutante por estos pagos, que volvió a asombrarse cuando todos los presentes corearon el riff de teclado de "Level". White, que ya había venido con The White Stripes y como solista, no perdía un detalle de lo que pasaba, pero tenía una preocupación ulterior: lacerar los oídos -y curarlos al mismo tiempo- con cada solo, con tanta inventiva como apego a la tradición del guitar hero.


En The Raconteurs todo pasa por cuándo su líder decide apretar ese fantástico pedal de fuzz. Incluso cuando White y Benson pelan acústicas para "Old Enough" y se van para el lado de Crosby Stills and Nash, cuando comparten micrófono como si fueran una banda country en "Only Child", cuando ese género reaparece con White al piano en "Shine the Light on Me", cuando hacen detonar al soul de "Now That You're Gone" o la segunda parte de "Blue Veins" (después de una intro a lo Pink Floyd). Es como si a White se le mezclara la geografía: el protopunk (con cita a "The Passenger", de Iggy Pop, durante "Broken Boy Soldier") y la Motown de su Detroit natal; el country de la Nashville desde donde opera ahora. Y todo atravesado por un espíritu lúdico a la hora de compartir las canciones con el resto de la banda.

El buen humor del cuarteto -ampliado con la inclusión del multiinstrumentista Dean Fertita- hizo que el disfrute rockero fuera compartido. En los bises, "Salute Your Solution" y "Consoler of the Lonely" pusieron las válvulas al rojo vivo, pero "Help Me Stranger mostró que la intensidad también se puede lograr con un par de guitarras acústicas y la ayuda de unos bongós. "Together" se mantuvo como balada, con White haciéndole la segunda a Benson (hasta el solo, claro), y "Caroline Drama" mostró esa cruza entre blues despojado y balada country que el líder del cuarteto ya había desarrollado con The White Stripes.

El final con el hit "Steady As She Goes" terminó de redondear la sensación de que The Raconteurs es una banda hecha para el escenario, en la que Jack White puede plantarse como cualquier hijo de vecino (bueno, eso si los vecinos son Jimmy Page y Robert Plant) y compartir sin tapujos el placer que le da tocar su guitarra eléctrica. Para ver si puede salvar al rock hay tiempo.


The Raconteurs

8 puntos
Músicos: Jack White (voz, guitarra y piano), Brendan Benson (voz y guitarra), Jack Lawrence (bajo y coros), Patrick Keeler (batería) y Dean Fertita (teclados, guitarra, percusión y coros).
Lugar: Teatro Gran Rex, martes 12 de noviembre
Público: 3300 personas
Duración: 1 hora 50 minutos