Protagonizada por tres adolescentes y ambientada en un pueblo de la provincia de Misiones, Esto que me pasa (Notanpuan) asocia la perspectiva de género en la construcción de personajes con la recreación de un contexto bien alejado de las narrativas urbanas, por no decir porteñas. Su autora, Fremdina Bianco (Posadas, 1990), fue una de las seleccionadas en la Bienal de Arte Joven 2019 para publicar su primera novela. Egresada de la Universidad del Cine, se capacitó en género y feminismos en el Instituto de Investigaciones Históricas Eva Perón y forma parte del Colectivo de Cineastas y de la asociación La Mujer y El Cine. Escribió y dirigió el film No hay tierra sin mal, de 2014, y varios cortometrajes. Bianco es, además, fundadora con Luciano Pensa de Vecinas Cine, una productora de contenidos audiovisuales con mirada de género.

En una entrevista, la autora reveló que la novela nació de un guion que no había podido filmar. Luego de trabajar ese texto con la ayuda del escritor Diego Paszkowski, Bianco se presentó a la convocatoria de la bienal y resultó elegida para continuar puliendo la novela durante tres meses hasta su publicación. El resultado es una narración coral, poblada de voces femeninas y una temática actual, que en cierto sentido destaca la necesidad de la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas del país. Veremos por qué.

Dividida en tres partes, en las que cada una de las protagonistas toma las riendas de su historia en el momento en que asoman los conflictos, Esto que me pasa se inicia con la Negra, hija de una costurera, sin padre a la vista y que además sufre el traslado de un padre sustituto. El cura Francisco, a cargo de la capilla del pueblo, debe instalarse en México y lo reemplaza un sacerdote presumido y sin carisma. Las vicisitudes del noviazgo de la Negra con Juan (uno de los tres picaflores que rondan a las chicas) y las rivalidades con Sabrina Edith Kurtz empujan a la Negra a una serie de arrebatos y revanchas. Lo que al comienzo parece una entretenida comedia costumbrista, con detalles sobre la movida juvenil y giros coloquiales salpicados de guaranismos, se va transformando en un relato de la angustia de una joven que lleva adelante un embarazo no deseado. Después de cuidar a su tía moribunda y de probar varios métodos (té con ruda, perejil y faja), la chica pide ayuda a Betiana. Con unos pocos reales, las amigas cruzan a Brasil para que un médico le practique un aborto. “A veces quiero que me pase algo muy malo. Salir a la calle, que un auto me levante por los aires y quedar postrada en una cama. Que alguien irrumpa en mi casa y me viole fuerte, dos veces o más. Que me pase algo que los obligue a venir a verme, que les haga tenerme lástima”, razona en soledad la Negra. La violencia del ambiente se encarna en las víctimas.

En la segunda parte, es Sabrina la que narra. De “buena familia”, se ha acostumbrado a ser la reina del carnaval año tras año. En el momento en que trascurre el relato se prepara para ser coronada de nuevo, rodeada de primeras princesas a las que les dedica una atención fingida. Sin embargo, como la Negra, ella también sufre un desengaño. Con las invitaciones del casamiento ya enviadas y el vestido de novia listo, Rafael la abandonó por otra. Pero el recorrido que hace Sabrina es diferente; luego de semanas de llanto, encierro y mentiras maternas (para que la gente del pueblo no comente), se ilumina al escuchar la verdadera historia de su abuela Oma. Bajo los efectos del ananá fizz, la anciana le cuenta que el día más feliz de su vida fue cuando enviudó. Cuando la nieta quiere saber por qué entonces había llorado tanto en el entierro, Oma responde: “Lloraba porque no podía creer que la vida me diera otra oportunidad”. A instancias de ella, empezará a gozar del deseo que provoca en los hombres. “En el camino también pensé que nunca había ido a un telo, y me pregunté si habría habido alguna vez otra reina que lo hubiera necesitado”, medita junto a uno de sus amantes a la salida del baile.

La tercera parte de la novela, que protagoniza Betiana, es breve y oscura. En una misma plegaria que la chica improvisa ante el ataque de varios conocidos debido a un amague de organización y protesta feminista, se unen varias de las circunstancias sociales que condicionan aquello que les pasa a las chicas cuando el patriarcado impone un código de candor muy parecido al de la ignorancia.

Esto que me pasa

Fremdina Bianco

Notanpuan

200 páginas