Desde Madrid

Resulta imposible saber lo que Dwight Filley Davis pensaría, con la perspectiva propia del paso del tiempo, sobre la profunda transformación que experimentará la Copa Davis desde este lunes. Nacido en 1879 en St. Louis, en el estado de Missouri, aquel talentoso tenista zurdo grabó su nombre en los registros por haber impulsado una de las mayores competiciones del deporte mundial.

Si bien la Copa Davis nació de forma oficial en 1900, se podría decir que comenzó a gestarse tiempo atrás, en 1899: por entonces con 20 años de edad, Davis tomó la iniciativa de donar el trofeo para el novedoso certamen que ya había empezado a imaginar el médico James Dwight, el primer presidente de la USTA - United States Tennis Association, en ese tiempo denominada con las siglas USNLTA-.

Como conductor del organismo, Dwight envió una invitación a la Lawn Tennis Association para que las Islas Británicas disputaran la primera edición ante los Estados Unidos. Por aquella ofrenda en forma de trofeo, la legendaria copa que brilla en la parte alta de la ensaladera de plata, Davis no sólo integró el plantel norteamericano sino que además se convirtió en el capitán, esa particular figura que podía coachear a los jugadores en los cambios de lado.

Con el primer reglamento, que establecía un formato de cuatro singles y un doble al mejor de cinco sets bajo las condiciones del conjunto local, Estados Unidos logró la primera edición -llamada en aquel momento International Lawn Tennis Championships- en el Longwood Cricket Club de Boston, sobre pasto al aire libre, tras derrotar a las Islas Británicas por 3-0 entre el 8 y el 10 de agosto de 1900. Al año siguiente los británicos no presentaron equipo y la serie no se jugó, aunque sí volvió a realizarse en 1902: también con Davis como capitán, Estados Unidos se impuso 3-2 en el The Crescent Athletic Club de Brooklyn.

El mayor torneo por equipos evolucionó con los años, emergió como un verdadero emblema en el mundo de las raquetas y logró reconvertirse frente al paso del tiempo, aunque en la última década sufrió una merma considerable en cuanto a repercusión y presencia de los mejores jugadores. Por ello, 119 años después de su edición fundacional, vivirá una reestructuración inédita. Desde este lunes, en la Caja Mágica de Madrid, 18 países jugarán por la gloria durante una semana. Repartidos en seis grupos de tres, buscarán ubicarse en la cima de sus respectivas zonas o terminar entre los dos mejores segundos para avanzar a cuartos de final. Los partidos a cinco sets, las series al mejor de cinco puntos y la localía ya son historia; habrá tres partidos por eliminatoria, dos single y un doble, todos al mejor de tres parciales.

¿El ideólogo de la modernización? Gerard Piqué, el reconocido marcador central de Barcelona, campeón del mundo en Sudáfrica 2010 con la selección de España, el hombre que destinó nada menos que tres mil millones de dólares por las próximas 25 temporadas para iniciar un nuevo ciclo histórico.

Quizá la influencia del máximo torneo del fútbol internacional haya provocado la pulsión necesaria para que el presidente del Grupo Kosmos, la empresa que planeó el flamante formato, se lanzara por una revolución junto con la Federación Internacional de Tenis. El nuevo torneo tendrá cierta semejanza: contará con una ceremonia de apertura y otra de clausura, será en una misma sede y brindará un espectáculo de primer nivel en tres estadios diferentes. El objetivo primordial de la innovación de Piqué, al menos en la previa, ya está cumplido: 15 de los primeros 25 jugadores del ranking ATP serán protagonistas, incluidos Rafael Nadal y Novak Djokovic.

La reformada Copa del Mundo del tenis, el proyecto superador de Piqué, mantendrá su nombre original y, a la vez, dará inicio a una nueva era. Está claro que nadie podrá conocer las valoraciones que tendría el propio Dwight Davis. Aquel sueño centenario de ver a los mejores con la camiseta de su país, no obstante, quedará saldado con creces. La historia tendrá un nuevo capítulo. 

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