Los ocho partidos que debían disputarse por la novena fecha de la liga femenina de fútbol español que culminaba este domingo fueron suspendidos a partir del acatamiento absoluto que tuvo la primera huelga histórica del fútbol de mujeres de ese país, en lucha por conquistar un convenio colectivo de trabajo, y este lunes se realizará una nueva mediación entre el sindicato que representa a las jugadoras y la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino.

La situación es precaria para las protagonistas del fútbol como trabajadoras: no existe ningún convenio colectivo que las ampare y cada una debe arreglar individualmente con su club su situación contractual. Es por eso que luchan desde hace 13 meses y que, ante el rechazo de los clubes al último acuerdo (propuesto por la mediación estatal), se realizó el paro este fin de semana. 

El campo deportivo del Espanyol no vio acción por la huelga (EFE) 

"Entre las jugadoras, los sentimientos que se viven son de tristeza y decepción. Lo que se está pidiendo es un documento que recoja los derechos mínimos de las futbolistas: protocolo para embarazo y situaciones de acoso, vacaciones remuneradas y otras cuestiones básicas. Es inviable comparar con el fútbol masculino porque no se genera como ellos: nuestra lucha va mas alla del salario", le explica a Página/12 Cristina "Keka" Vega, ex futbolista española y delegada del fútbol femenino de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato que nuclea a las jugadoras.

Después de 20 mediaciones, las jugadoras rebajaron sus pretensiones salariales hasta los 16.000 euros brutos anuales con un 75 por ciento de la parcialidad (un aspecto clave en la cotización para las futuras pensiones), pero la Asociación de Clubes sólo ofrece un 50 por ciento, justo la mitad que le paga a los jugadores varones. "La línea roja ha sido siempre la parcialidad: como nunca se llegó a un acuerdo allí, nunca pudimos desarrollar ningún otro punto más en la negociación", explica Vega, que jugó en el Estudiantes Huelva y el Rayo Vallecano.

Vega se retiró en mayo de este año y, desde entonces, se sumó al espacio que representa a las jugadoras. "Muchas de mis ex compañeras están dolidas -explica-. Llegar a la huelga es duro, pero es el momento de decir basta y conseguir que la gente no mire hacia otro lado. Los que han criticado el accionar de las jugadoras son una minoría: cualquier ciudadano de a pie las va a entender y muchos se quedan asombrados cuando conocen la situación precaria en que se encuentran, sin ningún tipo de derecho".

El amor por el fútbol y el aliento de su amiga, la pelota, las anima a pensar que el conflicto tiene que resolverse pronto. Con su victoria, claro. El paro, hasta entonces, será por tiempo indeterminado. Este lunes, sin embargo, una nueva mediación se llevará a cabo, esta vez con las expectativas de todo un mundo esperando la victoria de las jugadoras. "Que estemos hablando de un tema así en este siglo me parece asombroso. Se me ponen los pelos de punta de pensar que se nos niega un convenio digno y basado en la igualdad, que es un principio fundamental en todo estado democrático y de derecho", señala Vega, que sabe que la única salida posible debiera ser con las futbolistas ganando derechos.