La actividad económica marcó en septiembre una contracción del 2,1 por ciento frente al mismo mes del año pasado. El escenario recesivo se monta sobre la debacle observada en agosto cuando la economía retrocedió 3,8 por ciento. A pesar de la resistencia que exhiben el agro y la minería, prácticamente todos los rubros registraron caídas o mejoras exiguas. Así, durante el noveno mes de 2019, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se ubicó en su nivel más bajo desde comienzos de 2017.

En los primeros tres trimestres el Indec contabilizó una retracción del 2,3 por ciento. Los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional estima un piso de caída para el cierre del mandato presidencial de Mauricio Macri del 3,1 por ciento. Las estimaciones de consultoras y centros de investigación elevan el desplome por encima del 5 por ciento.

Las actividades con mayor incidencia negativa fueron el sector de intermediación financiera y bancos con un (14,6%), industria manufacturera (5%), comercio mayorista, minorista y reparaciones (5,2%), mientras que el sector de la agricultura y ganadería fue el único que logró un crecimiento importante, con una mejora interanual del 11,8%.

Aunque todavía resta que las estadísticas oficiales reflejen la marcha de la economía durante el último trimestre del año, las cifras publicadas por el Indec permiten dimensionar la contracción implementada por el programa de ajuste fiscal, ahogo monetario, desregulación financiera, endeudamiento externo, fuga de capitales, precarización laboral y apertura comercial desplegado a lo largo de los últimos cuatro años. Así, en septiembre de 2019 el nivel de actividad económica se encuentra un 4,6 por ciento por debajo de la observada al comenzar la gestión de Cambiemos.

Como se observa a lo largo de los últimos meses, existe una profunda heterogeneidad en el comportamiento de los distintos sectores económicos. Entre los escasos guarismos positivos se ubica el sector agropecuario, que muestra una suba del 11,8 por ciento apalancada por dos factores: uno estadístico y otro financiero. Por un lado, se observa una mejora de la cosecha en relación a la campaña del año pasado que estuvo afectada por la sequía. Y, por el otro, recibió un impulso por la corrida cambiaria, que elevó la cotización del dólar, antes del restablecimiento de mecanismos de administración cambiaria (restricciones a la venta) que permitió mejorar mucho la rentabilidad en moneda local. Ese elemento también beneficio a la minería, que subió 2,2 por ciento.

La industria manufacturera, por su parte, marcó en septiembre la decimoséptima caída consecutiva, esta vez del orden del 5 por ciento en relación al mismo mes del año pasado. La construcción, otro sector relevante al explicar el desempeño de la actividad económica, mostró un retroceso del 6,5 por ciento. Por su parte, el sector de comercio minorista anotó una caída de 5,2 por ciento. El recesivo desempeño de la actividad da cuenta de la pérdida de capacidad de compra de los salarios, la precarización laboral y la destrucción de empleo. El rubro de intermediación financiera retrocedió un 14,6 por ciento.