Este noviembre, Buenos Aires recibió a dos mujeres ícono, dos frontgirls históricas que nos hablaron de empoderamiento femenino muchísimos años antes de que fuese un tema de agenda. De países, estilos y espíritus de época diferentes, fueron (y siguen siendo) sueño, faro y leyenda para las chicas inconformistas de todo el mundo y de todos los tiempos: la legendaria Patti Smith, pionera del punk rock y fundadora de un linaje de mujeres rockeras que continúa hasta hoy, y Shirley Manson, cantante de Garbage y símbolo del rock alternativo de los '90, ese que nos dio los looks replicados hasta el hartazgo por la moda actual, y que supo ser ruidoso, glam y popero a la vez. Con escasas semanas de diferencia, ambas pisaron el país no sólo como estrellas de rock sino como activistas.

De “motherfuckers“ y madres

Manson se entregó a una charla abierta moderada por Barbi Recanati y acompañada por la cantante chilena Francisca Valenzuela , en el marco del cierre del #GozaTour, con el que Recanati llevó su sello feminista (Goza) por todo el país. La cita fue en el Xirgu Untref, con la sala fue colmada por un público femenino en su mayoría, tanto por invitadas y mujeres de la industria como por curiosas y fans. La(s) temática(s): los escenarios y las disidencias; los festivales y las disidencias; los espacios de difusión para las disidencias; el rock y los sujetos no masculinos, y un infinito etcétera. ¿Por qué disidencias y no mujeres? Porque Barbi, alma detrás del evento (junto a Futurock), fue insistente y precisa al definir sus interlocutorxs y, por lo tanto, quienes podrían integrar el catálogo de Goza: si bien decir “mujeres y disidencias” no alcanza para nombrar a todes, es más justo para englobar un conjunto que también incluye mujeres cis pero que excluye por definición a las masculinidades cis.

La charla paseó por varios temas de absoluta vigencia, entre la data dura, el testimonio, la opinión y la anécdota. El trío tenía una química real que convertía la situación en un encuentro distendido, donde ninguna brillaba por sobre la otra sino que se pasaban la posta, se escuchaban y apoyaban con equidad y soltura. Y Shirley Manson es ácida, encantadora y malhablada en su justa medida. Las intervenciones del público guiaron: entre el cupo femenino –¡que todavía no era ley!–, la maternidad y la vida de gira, los “géneros netamente femeninos”, la obsesión con la imagen que se deposita en las artistas femeninas y hasta una crítica muy aguda y oportuna a la organización de grandes festivales (entre ellos el de Futurock) al no incluir personas con diversidad funcional.

 

Tres feminismos pertenecientes a tres épocas, países y escenas diferentes. Un nuevo debate se abrió cuando Manson respondió que nunca una colega mujer le había pedido ayuda ante una situación de machismo porque todas sus colegas ”siempre fueron hardcore motherfuckers”, cristalizando en esa oración el feminismo de las mujeres fuertes de más de 50, que se abrieron camino como pudieron en un mundo indudablemente masculino. Y que no es el mismo que el de hoy, donde el foco está corrido de la capacidad de la mujer de soportar el sistema machista.

También fue interesante el diálogo sobre maternidad entre una madre, Barbi, y dos mujeres sin hijos, como Valenzuela y Manson. Qué se gana, qué se pierde. ¿Era considerado siquiera una posibilidad hace veinte años? En este vaivén se hizo sentido el juntar estas tres figuras, y en eso consistió el diferencial de esta conversación, que tal vez no aportó demasiada información nueva pero contribuyó a ampliar puntos de vista y a dar un marco histórico a una lucha que hoy parece obvia.

La madrina

Por su parte, Patti Smith vino a tocar en vivo en el Luna Park y dio una conferencia junto a su organización de activismo contra el cambio climático, Pathway to Paris (comandado por su hija, Jesse Paris Smith, y la activista Rebecca Foon), quienes junto a la plataforma artística de enfoque ambientalista Kabinett buscan generar consciencia y acción ciudadana orientada a que se cumpla el famoso Acuerdo de París. Dejando atrás los obsoletos modelos de activismo solemne, este plan convida como portavoces a artistas, personalidades de la cultura, académicos e innovadores.

Desde la cúpula del CCK, Smith y compañía respondieron preguntas y expusieron ideas con la voluntad de que, a mediano plazo, Argentina también abandone los combustibles fósiles como principal fuente de energía. Según ellas, es la principal acción que puede tomarse para revertir un inexorable proceso hacia la catástrofe ambiental. Luego hubo un pequeño concierto plagado de invitados, como Juana Molina, en el que Patti cantó algunas de sus canciones y recitó poemas ambientalistas acompañada por su hija al piano y Foon al cello.

 

Chicas al frente

Además de sus obvias diferencias en temática y formato, hubo varios puntos de contacto entre ambos eventos. Detrás del simplismo de “dos mujeres rockeras al frente”, hay algo más profundo. Por qué ellas y por qué ahora. Qué problemas y qué tipo de soluciones plantean. Y qué valor aporta que sean leyendas femeninas del rock y no otro tipo de figura. Qué tiene que ver la ley de cupo femenino con el calentamiento global.

Si bien la etiqueta feminista vende, y hoy se la coloca tanto a objetos de papelería como a telares de la abundancia, hay algo natural y urgente en que los sujetos no masculinos cis encabecen las luchas hacia un mundo más justo: la noción, aprendida del feminismo, de que hay que desarmar lo que damos por hecho, de que esa única manera de hacer las cosas que nos inculcaron no es, precisamente, la única. Que aquello que asumíamos como verdad unívoca es en realidad opresión. Tiene sentido que venga del lado de los sujetos históricamente oprimidos el desmantelamiento de esas estructuras invisibles: desde el “hay menos mujeres músicas” hasta el “no existe alternativa a los combustibles fósiles”.

Otra conclusión es la cuestión colectiva como único camino hacia un cambio de paradigma. Y eso es tal vez lo más rico que aporta una mirada feminista al activismo: que el individualismo patriarcal está obsoleto. Solo entre todxs concretaremos cambios importantes, y el bien tiene que ser común. ¿Tiene sentido sostener individualmente un estilo de vida sustentable mientras las grandes multinacionales y los gobiernos de los países centrales no cambian sus modos de producción?

Jesse Paris Smith dio un ejemplo contundente: “En 2017, en la ciudad de Nueva York se hizo una acción para que los fondos de pensiones y jubilaciones dejasen de invertir en empresas de combustibles fósiles e invirtieran en otras de energías renovables. Hubo un concierto con un público muy grande, y se les pidió a los asistentes que escribieran cartas y firmaran la petición para que el fondo de pensiones retirase sus inversiones en esas empresas. La carta que fue enviada al auditor general de Nueva York y se organizó una audiencia pública donde diferentes neoyorkinos atestiguaron. El evento se organizó en noviembre... y en enero se hizo el anuncio formal de que New York dejaría de invertir en dichos combustibles fósiles. Ésa es la idea: que la gente dedique un minuto a firmar peticiones que después se envían al gobierno, ir más allá de las medidas individuales: podemos reducir los plásticos y separar la basura pero es importante dar un paso más, pedir audiencias públicas y apostar por la acción ciudadana. Usar la voz que tenemos, usar las herramientas que a nosotros, como ciudadanos, nos hacen útiles”.

El hilo invisible

Activismo, música y feminismo es sin dudas el trinomio de 2019, la potente fórmula que logró encarnar a la perfección las obsesiones y urgencias de la actualidad. Músicas del país y del mundo coinciden en una cosa: la voz, la visibilidad y el prestigio hay que usarlos, y de una forma radicalmente opuesta a la de sus colegas hombres, finalmente señalados y juzgados por el reiterado abuso de su posición de poder. En un acto de justicia poética accidental, las rockstars femeninas utilizan cada vez más su influencia para, precisamente, desarticular relaciones de poder. Cuestionar todo, proteger a los desprotegidos, señalar la injusticia y visibilizar las causas que creen urgentes.

De ahí en más, es tarea de todos los cuerpos del feminismo profundizar en esta nueva mirada que problematiza todo lo establecido, y no generar cambios cosméticos “desde adentro” sino patear el tablero y reescribir las leyes. Por eso les agradecemos a las que ya lo hacían décadas atrás, tal vez sin saberlo, tal vez inocentemente. Por eso es importante ensuciarse las manos, poner el cuerpo y predicar con el ejemplo.