El año que termina ha sido especialmente intenso para Acorazado Potemkin. Juan Pablo Fernández, Federico Ghazarossian y Luciano “Lulo” Esain fueron jalonando 2019 con escenas tan intensas como el show junto a Flopa Lestani en el Salón Pueyrredón en enero, un Niceto Club lleno en febrero, el festejo de su décimo aniversario en mayo en El Teatrito y en septiembre en Rosario, el demoledor show en un Xirgu repleto con la Fernández Fierro y la noche intensa con Palo Pandolfo en La Plata en agosto. Semejante temporada cierra con otra gran noticia: este viernes aparece en Spotify su cuarto disco , Piel, que sigue cimentando el historial de una de las bandas imprescindibles de la escena independiente argentina del nuevo siglo. Otra faceta para entender y disfrutar a una agrupación arrolladora en vivo, pero que además encuentra en el estudio un espacio de experimentación que va mucho más allá de los caminos habituales del power trío.

Todo eso flota en la sala de ensayo de la banda, en Villa Ortúzar, con vistas a un 2020 que comenzará con otra cita en Niceto –el 21 de febrero, junto a Mariana Päraway- y que promete nuevas estaciones del generoso viaje iniciado allá lejos y hace tiempo en lugares como el Ultra Bar.

-A los 10 años las bandas a menudo se están empezando a mirar torcido. Ustedes hacen en Piel un gesto simbólico muy fuerte, firmar las canciones en conjunto por primera vez. ¿De dónde vino esa decisión?

Juan Pablo Fernández: -Es que ya se hace obvio que todo lo que hacemos es compartido... se traen los temas, se terminan armando acá, uno trae una idea y otro trae un tema más terminado. Cuando venís laburando así se hace un poco injusto que en Sadaic uno cobre un poco más y otro un poco menos. Bueno, eso nunca nos pasó (risas), pero imaginate que haya un super hit y... nosotros no elegimos los temas pensando que vayan a ser más exitosos o no, encontramos un tema que trae algo nuevo, una energía nueva y eso uno cree que a la gente le va a gustar. Y después a la gente le terminan gustando otros temas, terminan escuchando más “Pintura interior”. Es lo más justo, lo más horizontal y lo que libera el trabajo, de elegir cuál es la lista de temas, cuáles son los cortes para difundir. Transparenta el laburo y genera un estímulo para seguir trayendo material. En todas las bandas cada uno tiene otros proyectos, está más repartido.

Luciano "Lulo" Esaín: -No hay mezquindades, nadie cuida su kiosquito porque el kiosco es de todos.

J. P. F.: -En un proyecto colectivo, independiente, en una banda que no es masiva pero trabaja seriamente y es ambiciosa, y nos proponemos hacer shows grandes y discos ambiciosos, lo primero que vuelve es el cariño del público, un reconocimiento de los colegas, de la prensa. Pero si entre nosotros nos premiamos un poquito ayuda a sentir que estamos tirando para el mismo lado. Cuanto más uno da, más cosas pasan.

Fede Ghazarossian: -Estábamos grabando y nos pareció bien articularlo: no tiene que haber ni límites ni barreras ni diferencias por eso. Cada tema llega con la visión de cada uno y cuando nos juntamos sale lo que sale.

-Al cabo, una mecánica de banda es esa: si no sería un solista.

F. G.: -La música siempre tuvo un problema con eso, y otras artes también. Porque decís “un tipo hizo todos los arreglos” y no, el bajista hace los arreglos, el guitarrista hace los arreglos, el baterista hace los arreglos... ¿y después "la canción la hice yo porque traje tres tonos con la letra"?. No, no es así. Es dar vuelta una forma que siempre estuvo mal, no solo en el rock. En el tango también pasaba eso, los arregladores... hay un lugar que los músicos descuidábamos.

-Es evitar una fuente de quilombo.

J. P. F.: -Las cosas que uno protesta afuera hay que laburarlas adentro, hay que cuidarse y contenerse.

-¿Cómo fue la grabación del disco? ¿Entraron con todo ajustado, pasaron cosas, se abrieron un espacio a ver qué pasaba?

J. P. F.: -Hubo de todo. El subsidio de Inamu nos permitió arrancar y como tiene plazos de entrega, nos condicionó una primera etapa, nos hizo pasar más rápido el filtro de esto sí, esto no.

-No se podían colgar.

L. E.: -Así llegamos con algo que tuviera una forma de lo que llamamos disco, atravesado por algún hilo conductor, personal, temporal, emocional. Nos sirvió haber hecho el tema para el programa de Alejandro Bercovich, una canción que entrara en un minuto y tuviera un desarrollo completo de riff, estrofa, estribillo y coda. Ese ejercicio de acotar la estructura a la mínima expresión nos ayudó en el momento de armar las canciones. Arrancó la maquinaria de ponerse a componer. Veníamos de tocar mucho y hay que volver a arrancar eso.

J. P. F.: -Nos autoimpusimos no esperar tres años para un nuevo disco. Llegamos con lo justo, y después el disco creció, cada canción en la grabación final y en las sobregrabaciones, los coros, ajustar letras, ajustar melodías, las invitadas. Se dio un trabajo lindo, no exento de debates y discusiones pero que llegó a un punto lindo.

F. G.: -Estuvo bueno aplicar un fórmula distinta. El primer disco estaba muy tocado antes de grabarlo, los demás tienen una preparación de entre 6 y 10 meses, del asentamiento del arreglo en sí mismo y de las vueltas que a veces te propone un tema, que van cambiando o que directamente no sale. Este tiene una impronta muy rápida, se ensayó y arregló en 3 o 4 meses y vos estás tratando de traducir lo que te puede pasar en vivo, no te queda ese juego de cerrar los ojos y tocar como cuando tenés tanto tiempo de asentar los arreglos o el tema. Ahí es donde empiezan a aparecer formas distintas.

J. P. F.: -Y la confianza en que algo va a salir, que una propuesta va a haber. Después el tiempo dirá cómo se ubica el disco entre los otros, qué queda en el repertorio, qué se lleva la gente, qué tomamos de aprendizaje para el próximo.

-El disco abre caminos sin traicionar la identidad del grupo: cosas como “El arca”, “Una oración más”... ¿cuánto hubo de natural y cuánto meditado?

L. E.: -Fue una especie de envido, falta envido, truco, quiero retruco, un ida y vuelta... habíamos hablado de tratar de buscar espacios, no solo entre los instrumentos sino espacio físico, veníamos escuchando Pet Sounds, Their Satanic Majesties, cosas de garage y psicodelia, el disco Nuggets. Tenía ganas de hacer sonidos de batería grandes y con espacios... hay temas más rockeros donde la banda aprieta pero si te ponés a deshilachar cada instrumento está construido así.

J. P. F.: -Me parece fascinante que se note, porque uno siempre tiene la ilusión de que va a hacer un disco nuevo y va a tener algo nuevo... Spinetta siempre hablaba de lo que estaba haciendo en el momento; nosotros queremos creer que esto es algo distinto, que abre. Uno trabaja en esa dirección. Para que entre un tema nuevo a la banda tiene que traer algo distinto. Hacemos canciones, no hay ninguna revolución musical, pero dentro de eso se trata de subir el techo, o cambiar el punto de vista. Siempre abrimos el paraguas y decimos "es un disco más de Potemkin", es nuestra excusa para bien o para mal. Uno reniega del estilo, del cliché, pero hay una identidad, un lenguaje común.

-Tampoco podés abandonarlo todo en pos de decir algo nuevo.

J. P. F.: - Si se puede dar una vuelta más de tuerca...

F. G.: -Yo noto que siguen saliendo cosas que me sorprenden, células rítmicas como "María", ahí es donde notás recambios, que decis ah, mirá, sale algo que tenemos medio desconocido, o siguen saliendo ideas que son las variantes que tiene la discografía de Potemkin. Claro que nos sale el sello Potemkin, como "Pank", pero también otras cosas, y yo noto que hay más cantidad de espacio, o como que estás esperando la nota que venga y la dejás, no es que te apurás a mandar todo el choclo. Los demás discos son más un torrente de energía y acá hay más energías canalizadas, como en "Vecino": cuando aparece el estribillo o el riff de introducción aparece todo ese torrente, pero en la estrofa reculamos. O vamos para otro lado.

J. P. F.: -O "Umbral" que tiene esa energía pero distinta, no es lo que veníamos tocando.

-Ese es el tema ideal para terminar el disco... uno se cuelga con esas cosas, es inevitable. Es una puerta abierta, puede ser para entrar o para salir.

J. P. F.: -De acá no sabemos para dónde, es eso.

L. E.: -De hecho Umbral podría haber sido el nombre del disco, terminó siendo parte del concepto en el que terminó siendo Piel.

-¿Y por qué quedó Piel? ¿Un cambio de piel, por la sensibilidad?

F. G.: -Tiene que ver un poco con el despojo, con desmembrar y desmembrarse uno también, la forma que uno tiene de tocar y de asimilar. Hay una mecánica natural en la que tocás y salen cosas, y hay un momento en que, al ser el cuarto disco, yo voy pensando en cambiar formas, no quiero ir al recurso tal o cual. Buscar ese espacio, el silencio que te trabaja en el inconsciente y te lleva a otro lado.

J. P. F.: -En cuatro o cinco letras estaba la piel: qué es la piel, es lo de afuera pero también es lo de adentro, hay algo nuevo pero que mantiene la esencia... igual las explicaciones son difíciles.

F. G.: -También es lo que te contiene y forma parte del ser, y es el cambio y el no cambio, es uno.

-Con "Pank" te dan ganas de salir a dar vuelta una tanqueta, pero a veces la intensidad no es pasarte por encima con el volumen. Hay temas que son intensos porque... son intensos.

J. P. F.: -Eso lo trabajamos mucho, muchas veces hasta en un mismo tema tratamos de buscar eso, la intensidad de un tema piano, bajito... hay que sostener algo cerca del piso. Tenés que tener mucha fuerza para tener algo ahí.

F. G.: -En "Sheriff" te va llevando intensidad la letra, las palabras, cómo se van cruzando y lo que van diciendo, porque es también un tema que tiene espacio... igual son cosas que empecé a notar después de grabado, más que en el momento en que estábamos tocando, y flasheo con generar intensidad con eso. Porque vos sabés que tenés recursos musicales para lograr llevar la intensidad donde quieras, después está buscarlo por la parte hablada.

-La más fácil es el volumen en 11.

F. G.: -O ciertas notas, que sabés que vas a hacer ruido y llegás, el cuerpo de la otra persona lo va a detectar, pero está bueno buscar por otro lado.

-A la altura del cuarto disco empieza ese problema que está bueno tener: en Niceto van a tocar todo lo nuevo, pero después arranca el asunto de armar el setlist con tantas canciones.

J. P. F.: -Y 4 horas no podés tocar, salvo que seas Bruce Springsteen, The Cure... o Scorsese.

L. E.: -Después empezás a probar los bloques, este tema queda bien con este, les vas buscando compañero. Como cuando hacíamos el bloque de covers, el de Lila Downs con el de The Beatles y el de Calcanhotto.

J. P. F.: -Eso aparece, y quiero creer que con este disco va a pasar, que haya un cruce evidente entre las cosas viejas y las nuevas. Las canciones se van a hacer amigas entre sí.

-Hablan de la ambición, de querer hacer cosas. ¿Sigue existiendo en la escena independiente la preocupación de qué lugar ocupa "el rock", sea lo que sea eso?

J. P. F.: -Se labura y punto, qué vas a discutir. Las cosas van cambiando, hay un mainstream bien claro que puede ir para lo latino, pero después leés estadísticas de Capif o de Spotify y dicen que la gente joven sigue escuchando rock y es muy englobador y abarcativo, me parece que cada banda tiene... la independencia nuestra es tratar de marcar una agenda propia. Y los pasos que tenés que dar son los que te pueden hacer crecer y que a la gente le des un lugar mejor, con mejor sonido. Después por supuesto están los vaivenes de la calle, ya no del mercado. Porque a veces pareciera que no hay un mercado pero yo defiendo la idea de que sí, hay cosas: el rock independiente vende, el rock independiente genera cosas. La banda toca en el Xirgu con la Fierro y se llena, queremos ir a Niceto y se puede hacer, vamos al Palermo Club, el Teatrito, el Teatro con Palo en La Plata. Y después va a boliches en provincia y te encontrás con la gente... estar en movimiento siempre para Potemkin fue vital.



"Pañuelos" en una Latinoamérica en llamas

-Cuando arranca "Pañuelos" no parece tener una postura especialmente política... hasta que llega el estribillo y estalla. Sobre todo en este momento tan caliente para Latinoamérica, tan prendido fuego todo.

F. G.: -Ayer escuché el tema de vuelta y si hacés una lectura en diciembre de 2019 tiene mucha resonancia con lo que está pasando en Latinoamérica. Yo llegué a esa frase escuchando una nota en la que el cronista contaba que en 1996 estaba en México para una nota al Subcomandante Marcos y se encontró con unos tipos todos encapuchados. Cuando les preguntó por qué se tapaban la cara y le dijeron "nos dimos cuenta que era la única manera de que nos vean". Qué terrible y qué paradójico, que para que te vean tenés que taparte la cara... eso se linkeó con los pañuelos de las Madres. No estaba pensado por el hecho político sino por lo invisible que es eso, y lo sencillo que es dar vuelta las cosas para demostrar que estás. No que sea tu rostro, taparte la cara para que te vean y estés presente ahí. Después derivó...

-Esas cosas que pasan a veces, expresás algo en una canción y la realidad te la devuelve como un espejo aumentado.

F. G.: -Ahora salió una ley anticapucha en Chile... 

-¿Y como viven este momento en el que Latinoamérica vira aún más a la derecha y acá sucedió algo que casi nadie esperaba? Y al mismo tiempo vivimos en una ciudad que sigue dominada por el mismo signo político desde hace 12 años... y seguirá 4 años más.

F. G.: -A mí me resulta muy triste lo que está pasando en Latinoamérica, la derechización, el modo en que estamos retrocendiendo 200, 500 años; parece la Conquista, es una locura. En cuanto a lo que está pasando en la Argentina ojalá empiece un cambio, que cambien las formas, y la hipocresía que tiene la política.

J. P. F.: -Funcionó lo del voto; hiciste un gobierno desastroso, ajustador, represor, bueno, te vas. Ahora le tenemos que pedir a Alberto que mejore las cosas, hay que hincharle las bolas a él, no hay que aflojar. Hay esperanza pero no hay que aflojar, hay que seguir pidiendo que se haga justicia.

-Está la sensación de que acá no explotó todo porque sucedieron las elecciones.

J. P. F.: -O que ya había explotado en 2001 y quedó esa memoria, o que algo de las luchas de los movimientos sociales y de Derechos Humanos y del movimiento feminista canalizaron esos reclamos. Al tener reclamos concretos y no responder a esos reclamos... te vas. Hubo algo de seguir estando en la calle.