Días atrás, uno de los más brillantes intelectuales contemporáneos, Horacio González, nos hablaba de “la Argentina desollada”. Diego Hurtado nos propuso pensar a la ciencia como proyecto inconcluso, en referencia a nuestra historia hasta los años 2000. Con viento en contra y otros cortos –pero intensos– a favor, las y los científicos argentinos de todas las disciplinas somos valorados en el mundo por la capacidad creativa de abordar múltiples escenarios inestables y encontrar –con tenacidad y esfuerzo– respuestas creativas a las inesperadas situaciones de incertidumbre inherentes al trabajo de navegar por el mar del conocimiento científico. Los científicos y las científicas buscan, dudan, avanzan y retroceden, ponen a prueba, ensayan y se inspiran en los problemas que los y las rodean para armar sus agendas de investigación.

Los científicos y las científicas argentinos son tenaces y hasta tozudos para encontrar fórmulas originales para problemas nuestros, con experimentos propios que han inspirado a otros en el mundo. Así, los inventos argentinos son de orden social, económico, político, biológico, matemático y de tantas disciplinas. La vocación nos desvela, nos motiva, nos une y nos interpela cada día. Porque nuestro trabajo casi no tiene rutinas y, si las tiene, necesitan tiempo y mucho esfuerzo individual y colectivo.

Formar un científico y una científica es una tarea artesanal, que aquí y en el mundo asumen primariamente los estados nacionales.

Hace tiempo que la ciencia está preocupada por su utilidad y, en este sentido, no es nuevo el planteo. Pero no se puede trabajar bajo un nivel de presión incapacitante. Ya nos anunciaron que desmembrarán nuestros equipos de trabajo dada la drástica reducción en la incorporación de jóvenes a la carrera de investigador científico; que no habrá presupuesto para financiar nuestros proyectos como es debido; que deberemos arrancar de foja cero con etapas que habían sido si no avanzadas sí abordadas por la educación, como es volver a contar la historia del terrorismo de Estado que algunos quieren negar o reivindicar, o desempolvar las teorías económicas neoliberales de la nueva derecha, que procuran achicar el Estado, sumando conservadurismo y políticas de mano dura. Nos quieren robar la ciencia argentina y, con ella, el futuro.

* Investigadora adjunta de Conicet; Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras (UBA).