La ciudad de Málaga se prepara para un trimestre de ensueño en materia cinematográfica. Todo arrancará la noche del sábado 25 de enero, cuando el Palacio de Deportes reciba por primera vez al jet set de la industria audiovisual ibérica para la 34° ceremonia de entrega de los Premios Goya, en lo que será la segunda excursión consecutiva del reconocimiento de la Academia española fuera de Madrid luego de haberse realizado este año en Sevilla. Y culminará con la 23° edición del Festival de Málaga, que entre el 13 y 22 de marzo llevará a esa ciudad más de 200 películas de todo el mundo, con especial hincapié en el cine local y latinoamericano. Esta región siempre tuvo un espacio central en la programación. Tanto así que hace un par de años se modificó el reglamento para poder incluir producciones de todo Iberoamérica en las Competencias Oficiales, convirtiendo al evento en “un punto de referencia para el sector en Europa”, según define ante Página/12 su director artístico, Juan Antonio Vigar.

De visita en la Argentina para asistir por quinta vez a Ventana Sur -el mercado que durante la semana pasada reunió en la zona de Puerto Madero a distintos actores de la industria audiovisual para promover la coproducción, financiación y distribución internacional de contenidos latinoamericanos-, Vigar tiene un CV cuanto menos curioso para su puesto. Sucede que antes de convertirse en director artístico y director del Teatro Cervantes (uno de los más importantes de la ciudad) obtuvo dos licenciaturas, una en Química y otra en Derecho. “El mundo científico y académico me han enseñado a entender muchas cosas, porque la experimentación, observación y elaboración de conclusiones son un método de vida. Además, el Derecho me sirve porque también soy el gerente de la sociedad que gestiona el Festival, lo que me obliga a tener un trato con el Ayuntamiento basado en leyes y normas”, cuenta. 

Quizás esos orígenes en el ámbito de las ciencias permitan entender por qué Vigar hable de un Festival que deba cumplir con las "premisas de utilidad, coherencia y eficiencia". “La palabra utilidad tiene que ver con que si un evento no es útil, no progresa”, dice. Y luego desarrolla: “Siempre plantee que debe servirle, primero, a la ciudad, porque es un proyecto que pone la marca de Málaga en el mundo y dinamiza la economía local. Pero también queremos ser útil al cine iberoamericano ayudando a su promoción, difusión y visibilidad. La coherencia nace de tener una identidad, objetivos, estrategias e interlocución con todos los sectores involucrados, mientras que la eficiencia se relaciona con que la optimización de recursos porque se trata de fondos públicos. Tenemos que conseguir que la relación entre inversión y resultados sea lo más favorable posible”.

-Hace poco dijo que uno de los desafíos a corto plazo era tener más resonancia en el ámbito iberoamericano. ¿Qué le interesa en particular de esa faceta?

-Nacimos en 1998 con la idea de ser útiles al cine español. Puede resultar curioso, pero no había ningún gran festival de cine español en todo el país, y Málaga decidió tomar ese camino. Pero en estos años la idea de lo español evolucionó hacia una confluencia cultural por la que hoy hay 23 países y 580 millones de personas unidas. Antes las películas eran de un país, hoy son de varios o de casi todos. El sector audiovisual evolucionó, y si queremos seguir siendo útiles, también tenemos que evolucionar. Por eso en la vigésima edición nos readaptamos al nuevo sector de referencia, que es el cine iberoamericano.

-¿Eso explica que 9 de las 22 películas de la Competencia oficial de este año hayan sido latinoamericanas?

-Así es. Históricamente teníamos películas de esta región en una sección paralela llamada “Territorio latino”. La evolución de nuestra identidad hizo que el cine iberoamericano pasara a formar parte de las competencias, con lo cual nos convertimos en una puerta a Europa muy importante para estas películas. Hoy tenemos acuerdos de colaboración con 16 países, y en el área de industria de la última edición recibimos a 700 personas de 54 países de los cinco continentes.

-La Argentina fue una de los grandes protagonistas de la edición de este año, con varias películas en las competencias, un foco dedicado a la producción reciente y homenajes a Cecilia Roth y los 60 años del Incaa. ¿Qué lectura hace del cine argentino contemporáneo?

-Dentro del Festival tenemos el Latin American Focus, un foro de coproducción bilateral que hacemos cada año con un país diferente. La última edición fue con la Argentina. Nos une un lazo muy estrecho, hemos encontrado en el Incaa un colaborador muy estrecho, y nuestra presencia en Ventana Sur responde a que consideramos que aquí pasan cosas muy interesantes, tanto en lo que tiene que ver con proyectos en desarrollo como con las películas terminadas. En ese sentido, Ventana Sur es un mercado de referencia para toda la región.

-¿Qué estado de situación ve en el cine latinoamericano?

-Hace unos días estuve en el Uruguay participando como tutor de unos proyectos, y tanto ahí como en la Argentina tuve oportunidad de estar contacto con el nuevo talento. Nos interesa mucho eso, es un eje estructural de nuestro trabajo. Está claro que ahí está el futuro, y debo decir que mi experiencia con los jóvenes ha sido interesantísima. Vi proyectos muy buenos, con objetivos claros, con intenciones argumentales y narrativas realmente maduras. Aquí hay futuro porque hay mucho talento y capacidad. Es un cine muy diverso, no puede compararse el concepto narrativo y estético de la Argentina con el de, por ejemplo, Perú, que ha evolucionado hacía un sentido más indagador en su etnografía y con unos criterios narrativos si se quiere más europeos. Hay una amplitud enorme en la oferta. Dada las situaciones de cambios políticos que vienen atravesando estos países, sería de desear que a futuro se mantengan estas líneas de trabajo.

-¿Qué rol cumple Ventana Sur en este contexto? 

-Ventana Sur debe tener un rol autónomo que no quede sujeto a criterios interpretativos. Se ha demostrado que es un mercado de referencia para la región. Me gustaría que los proyectos culturales sólidos, estables y que atraen a muchísimas personas fueran vistos con objetividad por los distintos partidos políticos. Ventana Sur es una herramienta muy útil para el sector.