La canasta básica (CBT) que define la línea de pobreza registró un incremento de 6,3 por ciento en noviembre y acumula un alza de 49,2 por ciento en doce meses. Por su parte, la canasta alimentaria (CBA), el indicador utilizado para medir la indigencia, escaló un 5,5 por ciento y también registra un aumento interanual de 49,2 por ciento. Ambos indicadores volvieron a dispararse debido a la remarcación acelerada de precios que se concretó luego de las elecciones ante la pasividad oficial.

El relevamiento elaborado por el Indec muestra que una familia de cuatro integrantes necesitó 37.596 pesos para superar el umbral de pobreza en noviembre. En igual mes del año pasado costaba 25.206,03 pesos, por lo cual subió en 12.389,97 pesos en un año. La canasta básica alimentaria, por su parte, trepó a 15.089,79 pesos para la misma familia, frente a los 10.122,9 de noviembre de 2018, con un alza interanual de 4966,89 pesos.

En noviembre los precios minoristas aumentaron 4,3 por ciento acumulando un 52,1 por ciento en el último año. El mes pasado las mayores subas fueron en los rubros Comunicación (7,4 por ciento), Salud (6,3), Bebidas alcohólicas y tabaco (5,6) y alimentos y bebidas (5,3). El congelamiento de los servicios domiciliarios que el gobierno de Mauricio Macri aplicó durante la campaña y mantuvo luego de las elecciones posibilitó que el índice resultara inferior a lo que marcaba la tendencia de aumentos sin control al cierre de los cuatro años del gobierno. De hecho, el menor aumento reflejado por los rubros Equipamiento y mantenimiento del hogar (0,9 por ciento) y en Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (1,5 por ciento), arrastró a la baja el incremento promedio de precios, que sin ese factor hubiera arrojado una inflación mayor al 5 por ciento en noviembre.

No obstante, en las canastas la suba fue superior al promedio de precios por la incidencia que tiene el rubro alimentos. En la variación por artículo se observó un fuerte incremento en productos frutihortícolas, carnes rojas y de panadería. Por ejemplo, bananas aumentó 48,8 por ciento, tomate redondo 37 por ciento, limón 29,5 y batata 14,6 por ciento en relación a los precios computados por el Indec en octubre. Entre las carnes, asado subió 10,8; cuadril 9,7; nalga 8,6; paleta 8,3 y picada común, 7,2 sólo en el último mes. Además, subieron fuerte el arroz blanco (8,7 por ciento), galletitas de agua (9,3) y galletitas dulces (5,3) y el pan francés (5,5 por ciento).

Luego de la devaluación posterior a las elecciones primarias, el gobierno aplicó una reducción a cero de la alícuota del IVA en una docena de artículos de la canasta básica. La medida le permitió contener parcialmente la estampida inflacionaria en septiembre y octubre, pero luego de las elecciones generales la situación se terminó de descontrolar en los supermercados.

Los formadores de precios aceleraron en las remarcaciones en noviembre aprovechándose de la pasividad oficial y previendo que el nuevo gobierno iba a intentar congelar precios a partir del acuerdo económico y social. De ese modo, llegarían a la negociación con un colchón de aumentos lo suficientemente mullido como para enfrentar los mayores controles con una mayor holgura. El nuevo gobierno comenzó a revertir parcialmente esta situación al negociar, por ejemplo, una baja de precios del 8 por ciento con los laboratorios sobre la base de los valores vigentes al 6 de diciembre.