Tal como ocurrió sobre finales y comienzos del año pasado, se están reiterando violaciones en “manada”. Vaya como ejemplo los recientes ataques perpetrados sobre mujeres solas e indefensas en Villa Carlos Paz y San Martín. Vale aportar algunos elementos teóricos que colaboren a erradicar este flagelo, sobre todo si algunos enfoques -por desconocer las particularidades de la sexualidad masculina-, no van más allá de atisbos moralizantes que poca ayuda prestan a las personas en riesgo. Tal es el caso de la perspectiva de Rita Segato, quien en su texto “La guerra contra las mujeres”(1) expresa “la necesidad de problematizar la libido o sea del deseo”. A tal efecto, la autora propone “deslibidinizar la agresión sexual” y enfatiza que “es importantísimo comprender que el acto de violación de un cuerpo no es necesariamente, como lo concibe el sentido común, el resultado de un deseo sexual incontenible sino un acto exhibicionista de dominación”. Agrega que “Es en el espectáculo de potencia ante los ojos de sus pares también en un gozo ‘narcísico’(2) autoreferido, donde está colocada la libido”. Para luego concluir en “que desde la violación común hasta la violación de guerra no deberíamos hablar de crímenes sexuales sino de crímenes por medios sexuales, ya que la motivación no es del ámbito de la sexualidad sino del ámbito de la dominación”. 

Si bien compartimos la imperiosa necesidad de modificar el sentido común en lo que hace a la infame y ominosa violencia contra las mujeres, nos resulta ineficaz y hasta contraproducente la propuesta que para tal fin propone Segato. Desde el temprano Tres Ensayos que Freud redactó en 1905 hasta sus últimas obras, mucha clínica recorrió el descubridor del inconsciente para finalmente convenir que, en tanto principio que otorga cohesión a un cuerpo como a una comunidad humana, tan presente está el Eros en una cama como en un ejército dispuesto a destruir al enemigo. A los actos humanos no se le puede quitar la libido por decreto. El odio, la violencia, el impulso por destruir al otro, se nutren de afecto libidinal, por algo Freud terminó por incluir al sadismo dentro la libido objetal y Lacan habla de odioamoramiento para dejar en claro que, por el carácter eminentemente narcisista de nuestra libido, el partenaire más cercano del amor es el odio. Esta supuesta deslibidinilización termina por resultar en una aspiración de corte moralista. Tengo la impresión de que, por ignorar el inconsciente, la propuesta de Segato expulsa por la puerta lo que luego, con sus argumentos, hace entrar por la ventana. Hay amores egoístas, demandantes, asfixiantes y crueles. Más que deslibidinizar la agresión sexual convendría desidealizar -en el sentido común-, el amor narcisista y la sexualidad. Pero, claro, eso es mucho más difícil, no le conviene al Amo del siglo XXI: el mercado.

*Psicoanalista. Licenciado en Psicología UBA; Magíster Clínica Psicoanalítica UNSAM.

1 Rita Segato, “La guerra contra las mujeres”, Prometeo libros, p. 266.

 

2 No figura en el diccionario español de María Moliner.