La producción de carne vacuna cerró 2019 con un nivel record de exportaciones, pero con caída del consumo interno. Según el informe Rosgan Mercado Ganadero, de la Bolsa de Comercio de Rosario, hasta octubre el sector exportó 670.000 toneladas, un 50 por ciento más que en igual período de 2018, a partir de una mayor demanda china, lo que permite proyectar un cierre anual de 850.000 toneladas. De ratificarse esa estimación, el año superará el máximo de 771.000 toneladas exportadas en 2005. Sin embargo, el mercado interno, a donde se destina el 75 por ciento de la producción de carne, se contrajo por efecto de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. El año pasado, el consumo de carne vacuna bajó 7 kilos por habitante. “Más allá de una tendencia a diversificar el consumo de carnes que se viene consolidando en los últimos años, existe una caída real en el consumo total de carnes cuyo ajuste principal ha sido la carne vacuna. Un consumo que indefectiblemente se encuentra atado a la situación de la economía nacional”, señala el documento de Rosgan.

Según el Indec, hasta noviembre el rubro “Carnes y derivados” acumuló un alza promedio de precios del 56,2 por ciento en el Gran Buenos Aires, llegando al 63,6 por ciento en la región Noroeste, un salto por encima de la inflación promedio del período (51,4).  “Con tasas de inflación anualizadas por sobre los 50 puntos y un consumo interno totalmente debilitado, los valores de la carne y de la hacienda de consumo sólo lograron recomposiciones temporales que rápidamente volvían a quedar retrasadas contra la inflación. La carne vacuna en los últimos meses ha estado sistemáticamente ajustando por debajo de la inflación, a excepción del último mes relevado –noviembre- donde los precios lograron corregir un 9 por ciento sobre el 4,2 de inflación mensual”, explica el informe.

Consumo

La quita de retenciones que aplicó el gobierno de Cambiemos, sin compensarla con un mecanismo que desacople los precios internos de los externos, llevó a que el traslado de la devaluación de la moneda o una mayor demanda externa se sienta en el valor del mostrador argentino. El ex secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, había asegurado que el aumento en la exportación redundaría en mejores precios para el consumo local. Lo que sucedió fue exactamente lo contrario. El consumo interno de carne vacuna se volvió un lujo para la mayoría de las familias argentinas en los últimos años.

Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), en los primeros diez meses el consumo de carne vacuna promedió los 51,4 kilos anuales por habitante, mientras que el piso de la década había sido de 54,1 kilos en 2011, en tanto que el punto máximo de consumo se registró en 2013, con 62,3 kilos. Durante la gestión Cambiemos nunca se superaron los 57 kilos y 2019 cierra con 51 kilos anuales.

En promedio, en el país se consumen 110 kilos de carne al año, 43 de pollo, 15 de cerdo y 52 de vacuno. En 2018, el consumo medio se ubicaba en 115 por habitante, lo que muestra una retracción anual de 5 kilos, producto de una clara pérdida del poder adquisitivo del consumidor”, de acuerdo con el informe de Rosgan. Dado que el grueso de la producción de carne se consume en el país, la retracción de la demanda interna deprime los niveles de actividad de toda la cadena. En contraposición, las exportaciones crecieron. Esto no se explica por las políticas de apertura comercial.

Exportaciones

“Este boom exportador vino dado por el mercado ante una situación no prevista como lo fue la irrupción de la fiebre porcina africana. Esto determinó un explosivo crecimiento de las exportaciones, aunque fuertemente concentrado en solo un jugador, China”, advierte el documento de la entidad cárnica. China es actualmente el principal consumidor de carne que exporta la Argentina, mientras que hace diez años ese lugar lo encabezaba Rusia. Los embarques con destino a China representaron el 74 por ciento del total de envíos al exterior

La necesidad de compensar ese consumo llevó a que China estuviera dispuesta a pagar hasta un 40 por ciento más por el precio de la carne, lo que, sin red de contención local, trasladó esa tensión de precios al mostrador.

Este incremento extraordinario de las exportaciones sumó otro riesgo. Para cumplir con la mayor demanda, se exhibió un proceso de liquidación de hembras muy fuerte durante la primera mitad del año. Esto inevitablemente dejará un menor stock de vacas en producción que redundará en una menor oferta de terneros en la zafra de 2021 y en una menor oferta de carne para los ciclos subsiguientes. “La faena de hembras marcó su pico máximo en mayo de este año, representando un 52,4 por ciento de la faena total, propio de un claro proceso de liquidación”, agrega el informe. Esta oferta fue menguando por la propia estacionalidad al tiempo que China comenzó también a anexar otro tipo de cortes, restando cierta presión sobre la vaca.