Desde Londres

La Corona británica intenta realizar movidas estratégicas para poder salir airosa de este nuevo culebrón real, pero no le es fácil. Según la BBC, la Reina Isabel II, el Príncipe Carlos y su primogénito, el Príncipe Guillermo, encargaron a sus asesores que encuentren una solución elegante al anuncio del Príncipe Enrique y su esposa, la muy plebeya Meghan Markle, que revelaron esta semana su decisión de retirarse del entorno monárquico. La Markle, por las dudas, hizo mutis por el foro y se marchó a Canadá, país donde aparentemente desearían radicarse. 

Y la cosa no está sencilla para los asesores de la corona. ¿Qué hacer con el Principito Rebelde? El tema no es sólo que se quiera apartar, sino que además lo haya hecho sin avisarle a su abuela, la casi eterna Reina Isabel II. Las teorías abundan sobre esta irreverencia del nieto. Que Enrique se lo había dicho a su padre, que su padre le había contestado que le trajera una propuesta bien pensada, que Enrique había buscado una reunión con la nonna y la nonna le había dicho que lo hablara con sus asesores, todo lo cual puede haberlo hecho sentir como que no era dueño de su destino. 

 No hay que olvidar, sin embargo, la nota que publicó el martes el tabloide sensacionalista de Ruppert Murdoch, The Sun, que muchos opinan fue decisiva para precipitar el desconcertante anuncio del príncipe. En efecto, el martes 7 de enero, The Sun informó que Meghan y Enrique estaban pensando en trasladarse a Canadá para vivir allí una parte del año. Según el tabloide “un amigo” de la pareja, sin dar su nombre, contaba que ellos estaban “buscando su propio camino, dejar de lado sus títulos reales tal vez”. 

El tabloide se refirió también a que “Meghan se siente cómoda en Canadá porque ya había vivido siete años allí antes de conocer a Harry y tiene muchos amigos”. En la nota queda claro que Meghan no sabía que al casarse con Enrique, se estaba casando con la monarquía, con la casta británica que asegura continuidad y estabilidad de la institución de este reino. 

¿Es una cuestión de personalidad? La esposa de Guillermo, Kate, se ha adaptado al papel que se espera de ella, pero tiene la casi seguridad de que tarde o temprano será Reina. La figura que sucumbió más dramáticamente a las trampas de la monarquía fue la melancólica Lady Diana, adorada por el pueblo británico, que intentó romper con el molde impuesto y murió perseguida por los paparazzi. La pregunta que se hacen muchos británicos es que si las restricciones de la Monarquía son tales, ¿por qué se casó Meghan con Enrique?, ¿por qué aceptar toda la pompa y esplendor de una boda real si sus valores eran diferentes?

Según esta visión, Meghan supo promocionarse muy bien desde estrellita de Hollywood poco conocida y lograr una visibilidad y fama incalculables. 

Pero otra perspectiva dentro de este debate es que Meghan es un nuevo aire de renovación como el que había propuesto Lady Diana en su momento. Según esta visión, fueron su raza, su feminismo, sus deseos de promover sus propios proyectos, los que están revolucionando a Enrique y la monarquía. 

Lo que también se respira en el aire, y en las conversaciones que esta corresponsal escuchaba esta mañana, mientras escribía esta nota en un café en la zona de Westminster, es el disgusto popular por no pedir permiso a Isabel II y a la institución monárquica en sí, y atreverse a anunciar sus propios planes sin su beneplácito. Como si no fuera suficiente para el Reino Unido el haber estado hace más de tres años debatiéndose con la pesadilla del Brexit --que supone un cimbronazo para toda Europa--, Meghan y Harry inician el 2020 con esta novedad de que quieren ser plebeyos, en abierto desafío a la Reina y al protocolo británico. Un verdadero acto de lèse-majesté, expresión tomada del francés para describir el insulto a la Corona. 

 No es necesario recordar que Isabel no la ha tenido fácil en su vida a pesar de sus indudables privilegios. El destino la hace reina porque su padre no aguantó la presión de su rol real, que le cae como una maldición cuando su hermano Eduardo decide abdicar al trono porque se había enamorado de una divorciada. Imposible matrimonio en la monarquía. Sin embargo, con su sentido del deber, ella continuó sosteniendo la institución monárquica con sus 93 años en medio de los dolores de cabeza que le ha dado su prole. Mejor ni mencionar el último y muy serio escándalo de su hijo Andrés, embarrado hasta el cuello por su amistad con Jeffrey Epstein, un millonario estadounidense seriamente involucrado en la trata de menores con fines de explotación sexual. 

Son muchas las preguntas que se hacen los británicos, especialmente aquellas que se refieren a los impuestos que pagan todos y todas, que son los que sostienen una institución anacrónica pero poderosa. ¿Por qué ahora quieren ser plebeyos después de una boda real y de gastarse 2 millones y medio de libras en la remodelación de su residencia de Frogmore Cottage, cerca de Windsor? El plebeyo común y corriente acepta y se enorgullece de su Reina especialmente, pero resiente que cualquier beneficiario de tanta riqueza no cumpla con sus deberes de representación del Reino y sea un ejemplo para la población. 

El corresponsal de la realeza Johnny David, de la BBC, ofrece una visión más equilibrada con respecto a los que culpan a Meghan y sus deseos de divismo. “Culpar a Meghan está muy lejos de la verdad. La relación de Harry con la monarquía no ha sido siempre armoniosa. Existe para él la sombra de la muerte temprana de su madre, la persecución de los medios por sus errores de juventud. Es obvio que a diferencia de su hermano Guillermo, Harry no sabe cómo manejar a los medios. No puede ocultar su aburrimiento en la parte ceremonial de su trabajo. En resumen, si bien encontró su camino con la mujer que ama, la manera en que rompe la relación con la Corona es injustificable”. 

 En los días que siguen se verá más claramente el impacto en la población y la gravedad del cuestionamiento a una monarquía que, a diferencia de monarquías europeas más modestas, mantiene a una numerosa prole de nobles que aportan muy poco.