Larry David ama mostrarse en pantalla como un millonario desagradable, despectivo, neurótico, egoísta, agrio y cruel con los enfermos y los débiles. Y sin embargo, resulta imposible de soltar. Por eso es una gran noticia el estreno de la décima temporada de su icónica Curb Your Enthusiasm (domingos a las 0.30, o madrugada del lunes, por HBO), la serie en la que el histórico creador y guionista de Seinfeld juega a ser el histórico creador y guionista de Seinfeld. Mientras honra su don natural –la posverdad del stand-up– de convertir en grandes temas impostergables a todas esas pequeñeces, manías y mezquindades de la vida cotidiana.

Y lo de mezquindad parece también, acaso, un método para Larry David: pese a los aplausos, a la cosecha del prestigio vigente de Seinfeld y a la acumulación de nominaciones y premios Emmy y Golden Globes, Curb Your Enthusiasm no ha sido generosa en términos de productividad. David tiene tiempos propios y apenas ha firmado tres temporadas en los últimos diez años; la octava fue en 2011, la novena en 2018 y ahora, bienvenida, la décima.

Siempre con cámara en mano y con argumentos sencillos pero intrincados, Curb Your Enthusiasm promete reeditar su marca registrada de diálogos improvisados con la galería de repulsivos, deliciosos amigotes que Larry sabe elegir, como el manager Jeff Garlin, la exesposa Cheryl Hines o el okupa J.B. Smoove (la muerte de Bob Einstein, el año pasado, nos privará de su fantástico Marty Funkhouser), además del cameo ya garantizado de Jon Hamm (el Don Draper de Mad Men). Por no hablar de sus excompañeros de Seinfeld –incluido el propio Jerry–, que son casi habitués. El hombre que supo guionar como su propio álter ego al imposible George Costanza, vuelve desde esta semana a poner la cara en pantalla, con sólo diez episodios. Y con esos finales que, inevitablemente, nos dejan mirando el vacío y escuchando la cortina que se volvió meme.