“Una de nuestras invenciones del Siglo XXI son las Letras Intransferibles” señaló Diego Picccardo. Luego recapituló que la emisión de letras intransferibles comenzó con el pago de la deuda al FMI en tiempos de Néstor Kirchner, continuó con Cristina Fernández de Kirchner para cancelar deuda con privados hasta que Mauricio Macri dejó de utilizarlas. 

La reciente “ley de Emergencia Económica establece, en el artículo 61 la autorización por parte del Tesoro a emitir Letras Intransferibles por un valor de 4571 millones de dólares”, explicó el miembro de la ortodoxa fundación Libertad y Progreso. Así, “el balance del BCRA pasó de tener activos líquidos (reservas) a tener activos ilíquidos (Letras Intransferibles) cuyo valor es casi inexistente” continuó. De ello concluyó que se agravará “la situación de insolvencia e iliquidez del BCRA”.

Para analizar si las advertencias de Piccardo tienen fundamento vale la pena desarrollar qué son las letras intransferibles, qué función cumplen y cuál es el efecto de utilizarlas.

Las letras son emisiones de deuda del Estado Nacional que, en este caso, son colocadas en el Banco Central. Es decir, se trata de una deuda intra sector público ya que la emite un sector del Estado (el gobierno nacional como deudor) y la compra otro organismo público (el Banco Central como acreedor). 

Dado que se da por hecho que el BCRA siempre renovará ese crédito, se trata de una deuda que el Estado Nacional no debería necesariamente devolver. Su carácter instranferible hace que el Banco Central no pueda revenderla. De esa manera se evita que esa deuda intra sector público pueda reconvertirse en una deuda real con el sector privado. En definitiva, se trata de un movimiento contable para que el Estado Nacional pueda pagar sus deudas en dólares con las reservas del Banco Central.

Las alternativas a esa práctica son cuatro. Una, que el Estado tome deudas para obtener los dólares con que cumplir los pagos de deuda, hecho imposible luego del cierre del crédito internacional generado por el sobreendeudamiento de la gestión Macri. 

Otra que el Estado se endeude en pesos en el mercado local y luego utilice esos pesos para comprar los dólares al BCRA, una intermediación innecesaria que genera un costo financiero en pesos al Estado y no modifica la baja en las reservas del Central. 

Una tercera vía es incrementar los impuestos o reducir el gasto público hasta que el Estado Nacional obtenga un excedente de pesos que permita comprar los dólares al Central para el pago de la deuda; una política que implicaría agravar la recesión interna por una cuestión contable sin sentido económico ya que las reservas caerían igual (¿por qué Piccardo imagina que tener pesos líquidos en lugar de letras intransferible en el activo del Central mejora su situación patrimonial, acaso olvida que detenta el monopolio de la emisión?). 

La cuarta sería el no pago de la deuda externa, hecho que podría justificarse para cuidar el monto de reservas internacionales, pero no por una simple autolimitación en términos de contabilidad pública.

Andrés Asiain