Las mujeres paran hoy en todo el mundo y lo hacen, entre otras cosas, por las profundas desigualdades económicas que las separan de los hombres, pese a su enorme aporte a la economía productiva. La brecha salarial, las dificultades para acceder a cargos jerárquicos y la falta de remuneración a tareas que no son consideradas trabajo son una realidad en todas las áreas, incluso la que compete a este suplemento: la de cultura. Tanto los ministros de la Nación como los de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires son hombres, al igual que la mayoría de los integrantes de los organigramas de esas carteras. Pero además, hay organismos centenarios y áreas clave en los que nunca hubo una mujer al frente, como el Teatro Nacional Cervantes, la Biblioteca Nacional o el Teatro San Martín.

Si bien es cierto que cuando la Secretaría de Cultura de la Nación elevó su rango a ministerio la primera designada al frente fue la cantautora Teresa Parodi, históricamente la cultura fue un área manejada por hombres. Antes que ella estuvieron Jorge Coscia, José Nun, Torcuato Di Tella, y Rubén Stella, en ese orden, y si se sigue para atrás los que aparecen también son varones. También si se mira para adelante: desde diciembre de 2015, quien ocupa el cargo es Pablo Avelluto, que para las tres secretarías que componen el ministerio nombró también a tres hombres.

En la Ciudad de Buenos Aires, si bien la lista también es predominantemente masculina (los predecesores de Angel Mahler, actual ministro, fueron Darío Lopérfido y Hernán Lombardi, aunque antes de él estuvo Silvia Fajre), el organigrama está un poco más repartido, ya que las dos secretarias –de Políticas Culturales y Nuevas Audiencias y de Gestión Cultural– son mujeres: Luciana Blasco y Viviana Cantoni, respectivamente. También manejan mujeres la Dirección General de Música (Gabriela Aranaz), el Centro Cultural Recoleta (Jimena Soria) y el ente autárquico Teatro Colón, cuya directora general es María Victoria Alcaraz.

De los organismos más importantes y con más presupuesto, el Colón es justamente el único que está dirigido por una mujer y el único que tiene mayoría de ellas en su directorio, aunque el director artístico es un hombre. En 1933, la mítica Victoria Ocampo formó parte de ese directorio, lo que fue muy significativo, aunque su gestión duró muy poco tiempo. Más allá de eso, el gran coliseo porteño estuvo por lo general comandado por varones, aunque hoy experimente su momento de mayor igualdad en los cargos directivos.

Algo parecido ocurre en el otro teatro público más importante de la Ciudad: el San Martín. Allí, sólo en una oportunidad (entre mayo y noviembre de 1971) hubo una mujer como directora artística, la actriz Iris Marga, pero nunca en la historia una estuvo al frente de la dirección general, cargo que ahora ocupa Jorge Telerman (predecesor, a su vez, de Alejandro Gómez, actual ministro en la provincia). Vale decir que desde que asumió, sin embargo, Telerman se encargó de ampliar la diversidad en el Complejo Teatral de Buenos Aires, del que depende el San Martín: tres de los cinco teatros que lo componen están hoy comandados por mujeres directoras. Ellas son Eva Halac, Diana Teocharidis y Vivi Tellas.

En el Cervantes, único teatro nacional, la historia tampoco es buena: jamás desde su fundación hubo una directora mujer. Halac fue subdirectora de la institución durante el mandato de Julio Baccaro y Luz Blanco ocupa ese mismo cargo ahora, pero en la lista de directores sólo aparecen hombres, siendo el actual Alejandro Tantanian y su predecesor Rubens Correa.

Las disciplinas no escénicas no corren mejor suerte: en el Museo Nacional de Bellas Artes soló hubo una directora oficial (Marta De Buono de Baibiene) y una interina (Marcela Cardillo), frente a 24 directores varones. En la Biblioteca Nacional, por su parte, ni siquiera eso. Desde la dirección de Mariano Moreno en la fundación del espacio, en 1810, hasta la de Alberto Manguel, actual director, ni una sola mujer fue nombrada de forma oficial. Elsa Barber, quien fuera vicedirectora de Horacio González durante su gestión, se hizo cargo de la biblioteca durante los primeros seis meses del 2016, pero sólo porque Manguel pidió retrasar su nombramiento porque vivía en el exterior.

Más allá de esos organismos e instituciones, en la dirección ejecutiva de los organismos destinados al fomento de la actividad independiente (el Instituto Nacional de Teatro, a nivel nacional; Prodanza y Proteatro en la Ciudad; y el Consejo Provincial de Teatro Independiente, en la Provincia) no hay ninguna mujer al frente, algo que invita a pensar en qué medida eso se traduce en políticas culturales patriarcales, y en lo mucho que falta para que la cultura sea un área diversa, inclusiva e igualitaria, tal como pide el movimiento de mujeres que hoy se moviliza en todo el mundo.