La noticia de la muerte de Claudio Bonadio corrió rápidamente por el edificio de los tribunales que habitó durante veinte años. A primera hora del martes el impacto se hizo sentir entre sus colegas. Hermético y con una impronta personal “muy particular” a la hora de aplicar la ley -según lo describen sus colegas en modo elegante-, fue recordado por varios de ellos ante la consulta de PáginaI12. Los comentarios se repartieron entre las críticas y el reconocimiento a su “capacidad de trabajo”. Aún no está definido quién lo reemplazará.

“Acá todo el mundo está impresionado”, expresó un funcionario de trayectoria tan extensa como la del titular del juzgado 11. No es para menos, Bonadio se convirtió este 4 de febrero en el primer juez de instrucción de Comodoro Py en morir en ejercicio de sus funciones.

La mayoría de los jueces y fiscales de los tribunales de Retiro buscaron marcar sus diferencias respecto del desempeño de Bonadio, sobre todo en los últimos años. “Llamó a ocho indagatorias en un día. Eso no tiene precedentes acá. Por algo llamaban a su despacho como La Embajada”, recordaron en una oficina del quinto piso.

Al mismo tiempo, más allá de los señalamientos jurídicos e ideológicos todos los consultados le reconocieron su “capacidad de trabajo”. “Era un tano cabrón que por momentos se olvidaba que era juez. Un cabeza dura”, describió uno de los hombres que trabajó con él en 1994, cuando Bonadio saltó de la política menemista, sin escalas, al despacho que ocupó hasta su fallecimiento.

“Doctrinariamente estábamos en las antípodas. Siempre fui muy crítico de su accionar. Pero siempre fue respetuoso y hasta incluso cariñoso conmigo”, expresó uno de los jueces del fuero más caliente de la Argentina. “Siempre le reconocí coherencia. La cámara le podía revocar sistemáticamente un criterio y él lo mantenía hasta el final”, consideró ese mismo magistrado. Y agregó que, a su entender, Bonadio fue siempre el mismo. La diferencia radicó en que el gobierno de Mauricio Macri le dio cobijo e impulso. “Lo que cambió fue la Cámara”, dijo, en referencia a la salida de Eduardo Freiler y Eduardo Farah, quienes -en general- rechazaban las descabelladas resoluciones de Bonadio. Con la llegada de Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Martín Irurzun, al calor del macrismo en el poder, “tuvo luz verde” para todo.

Otro de sus colegas lo recordó como “un hombre respetuoso”, pero con quien no coincidía en nada en términos ideológicos ni jurídicos. “A mí nunca se me hubiera ocurrido usar una pistola para defenderme en un asalto, siendo funcionario judicial”, dijo, en referencia al episodio en el que Bonadio asesinó a dos jóvenes que lo asaltaron en plena calle. “Era muy cerrado”, agregaron en una fiscalía.

Tras la operación a la que fue sometido el año pasado, Bonadio se había tomado varias licencias, por lo que su presencia en Comodoro Py se había tornado intermitente. Este febrero, al finalizar la feria judicial, se había tomado un mes por vacaciones atrasadas. A raíz del cambio de Gobierno y su estado de salud, nadie en tribunales creía que “el juez de la servilleta” volvería a la actividad en esta oportunidad. Sin embargo, nadie tampoco esperaba un desenlace tan rápido.

Si bien Sebastián Casanello había sido sorteado para subrogarlo en esta oportunidad, ahora la Cámara Federal deberá resolver si extiende esa misma suplencia o si sortea un nuevo juez. Quién ocupe el sillón de Bonadio no será un dato menor, teniendo en cuenta las causas sensibles que aún cursan en ese juzgado.