Una de las salidas más resonantes a partir del resultado de un Superclásico fue la de Ramón Díaz como entrenador de River, de la que se cumplen exactamente 20 años. Lo rimbombante del caso es que en esa ocasión la mentada renuncia fue por haber perdido 2-1 ante Boca en el tercer amistoso de aquel verano... Y porque Carlos Bianchi, DT xeneize, dispuso para ese encuentro en Mar del Plata un equipo plagado de chicos de las divisiones inferiores que se llevaron una victoria muy festejada y que evidentemente no sentó nada bien en el riñón riverplatense, pese a que no se jugaba por los puntos. Entre los que luego festejaron títulos internacionales y los que vivirían una carrera lejos de los flashes que conlleva el éxito, aquí una crónica del derrotero que siguió a aquellos juveniles de la cantera boquense. 

Que un director técnico abandone el cargo tras perder un Superclásico es un verdadero mazazo que no siempre se digiere bien. El antecedente más cercano es la partida de Boca Juniors de Guillermo Barros Schelotto luego de perder la famosa final de la Copa Libertadores de 2018 ante el rival eterno en el Santiago Bernabéu de Madrid. Otro ejemplo algo más lejano data de noviembre de 2004, cuando Miguel Angel Brindisi, por entonces también entrenador xeneize, renunció a su cargo en los mismísimos vestuarios del estadio Monumental, tras la derrota 2-0 frente al River Plate de Leonardo Astrada por el torneo Apertura.

Pero el 9 de febrero del 2000, el drama cruzaría de vereda y quedaría marcado a fuego en la memoria del Pelado Díaz, que en el tercer Superclásico de aquel verano y junto a sus habituales titulares cayó sorpresivamente ante el cuadro que presentó el Virrey Bianchi, conformado por diez pibes de las inferiores más el arquero Roberto Abbondanzieri, quien había llegado al club hacía unos años desde Rosario Central.


Así las cosas, Abbondanzieri; Pedro Méndez, Nicolás Burdisso, Matías Marchesini, Facundo Imboden; Julio Marchant, Sebastián Battaglia, Gustavo Pinto, Marco Bahamode; Emanuel Ruiz y Alfredo Moreno se plantaron ante las figuras de River y esa noche dieron vuelta el resultado para vencer 2-1.

Atragantado y furioso, el inefable riojano decidió dar el portazo en plena pretemporada , dos días después de aquella derrota. Y el entonces presidente de la institución, David Pintado, no sólo aceptó la intempestiva renuncia del técnico sino que de inmediato contrató a Américo Gallego. Algo que por caso alivió a Martín Cardetti, delantero que cumplía su segundo ciclo en River Plate y ni siquiera era tenido en cuenta por Díaz.

La cobertura de Página 12 de aquel amistoso veraniego.

Pasado y presente

En la actualidad, Díaz dirige a Libertad de Paraguay y volverá a cruzarse con Boca por el Grupo H de la Libertadores 2020. Pero la suerte que sobrevino luego a esos juveniles xeneizes tras aquel amistoso veraniego fue más bien dispar.

De entre ellos sobresalen dos apellidos. El primero es Battaglia, que esa noche anotó el gol de la victoria y tras una prolífica carrera se convirtió en el jugador más ganador de la historia de Boca (sumó 18 títulos a nivel nacional e internacional). Actualmente ejerce como técnico de la reserva. 

El otro es Burdisso, quien consiguió tres Copas Libertadores, dos Intercontinentales y otros tantos campeonatos locales con la camiseta azul y oro, además de ser campeón mundial en 2001 con la Selección Sub 20 y colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Los unos

Siempre a la sombra de Martín Palermo, el delantero Moreno -autor del empate transitorio de Boca en aquel Superclásico que empezó ganando River con gol del colombiano Juan Pablo Angel-, tras un breve paso por el Shandong Luneng de China, encontró su lugar en el mundo en México, donde jugó en ocho clubes distintos, hasta que en 2018 se retiró en el Celaya, de la segunda división azteca.

Por su parte, Pinto jugó casi un centenar de partidos en Boca y ganó tres títulos, con dos Libertadores incluidas (2001 y 2003). El mediocampista siguió por Rusia y luego militó en el Emelec de Ecuador antes de regresar al fútbol argentino para jugar en Olimpo y Godoy Cruz. Se retiró en 2013 en Los Andes.

Y los otros

Sin embargo, el resto de aquellos juveniles transitó más bien lejos de las grandes marquesinas. Por caso, el santiagueño Marchant fue campeón en 2008 con Defensor Sporting de Uruguay y en 2009 con Banfield. Tras cortas incursiones en Portugal y México, recaló en el Ascenso y jugó para Chacarita, Atlético Mitre y Juventud Antoniana, de donde quedó libre para colgar los botines en 2017.

El lateral Imboden tuvo su mejor etapa en la Universidad Católica, donde jugó entre 2005 y 2009. También registró un paso por Belgrano de Córdoba, Millonarios de Colombia, Gimnasia La Plata, Olimpo, Ferro y se retiró en 2011 en Deportivo Cuenca de Ecuador.

A pesar de haber pasado por Grecia, México, Honduras, Israel y Perú, el enganche Ruiz no contó con la misma estrella que Juan Román Riquelme, ya que no alcanzó a obtener campeonatos fuera del club de la Ribera. Su última experiencia como jugador profesional se dio en 2009 en el Cienciano de Perú.

Marchesini -primo del también ex defensor Víctor Hugo- fue un verdadero trotamundos: pasó por México, Ecuador, Chile, China, Bolivia y Colombia. Terminó su carrera en 2018 jugando la Liga de Gualeguaychú para Central Larroque, donde actualmente es técnico.

En lo que respecta a Méndez, al defensor se le perdió el rastro luego de su paso por Almagro y San Telmo, a mediados de la década del 2000.

No obstante, la del chileno Bahamode es, tal vez, la historia más penosa de todas, puesto que su carrera debió terminar tempranamente en 2004. Luego de un breve paso por la Universidad Católica en su país, una gravísima lesión antes de su debut en Temuco derivó en su retiro cuando sólo tenía 24 años.