“Negociación de la deuda, juego de tahúres” tituló Raúl Dellatorre en PáginaI12 de hoy. Podría echarse mano a otra bonita palabra castellana: “truhanes”. La disparidad de poder en las tratativas de deuda se agranda porque el Gobierno debe acatar las reglas democráticas mientras que las contrapartes abusan de la fuerza y la mala fe.

Desde plateas y palcos VIP argentinos hinchan por los “mercados”. El mismo cuadro que afrontó Néstor Kirchner en su mandato. Para no redundar con estas obviedades las ilustramos con una micro escena de la City porteña. La reseñó el colega Federico Kucher en un artículo publicado en este diario el primero de febrero. Analizó cómo y cuánto se especuló con el bono público AF 20 el 31 de enero, fecha de su vencimiento. Le agradecemos a Kucher esa referencia y los datos que añadimos a continuación, que investigó para darle una mano a este cronista.

El bono amaneció con una cotización de alrededor de 5695 pesos que se mantuvo estable entre las 11 de la mañana y las 14.50. Rumores falsos en medios, corrillos y quinchos sobre posibles conductas del Gobierno, fake news, hicieron caer en picada el valor de venta. Derrumbe veloz, según este cuadro:

* Bajó a 5491 pesos a las 14:55 horas.

* Cinco minutos después, a las tres de la tarde, se redujo a 5201 pesos.

* El desmoronamiento llegó a 4972 pesos a las tres y cinco.

En ¡un cuarto de hora! se causó un desplome del 12,6 por ciento. El volumen de las operaciones de ese ratito sumó 30,2 millones de pesos. Los que vendieron en ese lapso se embromaron, quienes compraron se forraron de plata.

· Porque, caramba, partir de las tres y diez los bolazos se desmintieron. Comenzó una ola de compras del AF20, que le hizo recuperar buena parte de su precio. Escaló a 5319 pesos en 15 minutos. Un 6,9 por ciento en 300 segundos.

· La ronda terminó cerca de las cinco de la tarde con una cotización de 5496 pesos: un alza de 10,5 por ciento contra el piso alcanzado a las 15:05 horas.

Gracias de nuevo, Federico.

La reseña permite imaginar los niveles fabulosos de lucro que pudieron conseguir jugadores taimados en base a información falluta propalada por ellos mismos. Mentir, entrar y salir a tiempo, embolsar una ganancia usuraria.

Claro que en dichas timbas varios pierden, allá ellos. Pero es viable ganar fortunas en cuestión, literal, de minutos manipulando información y plata. Un ejemplo sobre la catadura de los mercados, cuál su modus operandi.

Vale rememorar, en igual sentido, las corridas cambiarias que motivaron la exorbitante alza del dólar en abril de 2018 que antecedieron al pedido de auxilio al Fondo Monetario Internacional. Un capo de esas entidades depredadoras, Gustavo Cañonero, fue premiado por el ex presidente Mauricio Macri con la vicepresidencia del Banco Central contados días después.

Para colmo, esos tahúres dan consejos sobre las políticas públicas. En fin.

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El presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán cumplen tareas institucionales como la sesión de hoy en el Congreso. Están obligados a dar publicidad a los actos de gobierno, adelantar sus tácticas, ser educados, didácticos. Los deberes se avienen a su perfil común: buenos argumentadores, con formación universitaria, con vocación por el diálogo.

Una exigencia ardua debería asumir la oposición ante una crisis terminal y una emergencia financiera: no ser funcional a las contrapartes. A veces se es cipayo por vocación, otras por falta de cintura. Cuando comience el real tira y afloje muchas de las alegaciones de la prensa opositora o de los partidos que conviven con ella en Juntos por el Cambio serán citadas y enarboladas como bandera por los grandes operadores financieros.

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El presidente Fernández conduce una coalición que congrega a dirigentes y militantes que estuvieron enfrentados en el pasado reciente. La labor exige voluntad de confluir y de persistir en el intento. Dosis altas de sapofagia o de reconciliación si uno escoge un vocabulario más constructivo, menos belicoso. En semanas recientes las internas perturbaron al oficialismo, lo distrajeron, reavivaron broncas pasadas con temáticas novedosas… En conjunto debilitaron al Gobierno.

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Llegó la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) compuesta por funcionarios avezados que tendrán entre escasa o nula gravitación en las decisiones finales que adopte el organismo. Todo se resuelve más arriba. Igual es imperioso persuadirlos, desgranar razonamientos y escenarios, hacerlos conocer la Argentina, sus necesidades, su potencial si se la deja resucitar.

Son momentos difíciles para una gestión que debe darse maña en simultáneo para poner al alcance de las familias una canasta escolar con precio amigable, pilotear la Paritaria Nacional Docente, meterle pilas a la Ley de Góndolas.

Lo que sigue hasta el fin del verano transitará entre la probation (una pena leve como la que padeció Guzmán) y la ordalía.

Tendrán que remontar las jugarretas de los mercados que hacen subir y bajar bonos, acciones, divisas con triquiñuelas como las que sintetizamos líneas arriba.

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La Vulgata de derecha miente a designio. Gurúes y sabios de la tribu le atribuyen una imparcialidad de la que carece y niegan cuánto influye la plata para colonizar conciencias.

“La crisis --enunció Guzmán en Diputados-- afecta de modo desigual a la población”. La desigualdad --clave en la actual etapa del capitalismo-- atañe a la distribución de poder, de riqueza, de perspectivas. Y también del prestigio que se puede comprar fácil cuando se saben tomar ganancias superiores al 10 por ciento invertido en cuestión de horas.

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