En febrero todo se tiñe de rojo, con corazones, peluches y flores, aparecen en redes sociales promociones de desayunos a domicilio o de noches de hotel con fotos de habitaciones llenas de pétalos de rosa. Esto significa que llegó San Valentín, la fecha donde las parejas deben celebrar el amor romántico, heterosexual, impuesto y despersonalizado.

San Valentín, Jesús y la iglesia católica

Sabrina Rios Minahk, psicóloga, sexóloga, terapeuta gestáltica y consultora en RRHH, explica que San Valentín fue un santo relacionado con el amor, los afectos y la amistad adoptado por la iglesia católica para contrarrestar la ausencia de Jesús en la tierra. Para Sabrina va en consecuencia con la historia bíblica “por algo también se celebra carnaval en esta fecha que para el catolicismo tiene que ver con todo lo terrenal que nos aleja de lo cristiano y del concepto de amor”.

En resumidas palabras, para Sabrina “el concepto de amor que conocemos y en su mayoría practicamos hoy, es una construcción impuesta por nuestra cultura y esta es determinante para definirla y posteriormente actuarla ya que te marca, para pertenecer, lo que “hay que hacer”, “lo que está bien y lo que está mal visto.”

Si bien hace un tiempo era una celebración de amor empático, San Valentín se fue tornando de alguna manera en una fiesta de relaciones amorosas heterosexuales, “es todo muy confuso por un lado tenemos a la iglesia católica y al capitalismo, como siempre, y por otro lado tenemos el concepto de amor romántico como sistema de control desde y hacia los vínculos”, remata la profesional.

El amor romántico, la revolución industrial y el capitalismo

El concepto de amor romántico tal cual lo conocemos hoy, se reformula en el siglo XIX con la revolución industrial de la mano del capitalismo. Se instauró una nueva forma de mercado, y por lo tanto de intercambio, que afectó a todas las esferas de nuestra vida, incluida la vida en relación, obviamente. Es decir, el amor lejos de su significado emocional, se configura en paralelo con los intereses de las distintas instituciones que regulan las relaciones sociales”.

No solo en esta fecha se cumple un cliché, también aparecen en la agenda días como el 8 de marzo, día de la madre o año nuevo. El varón juega un rol de poder donde “debe regalar algo” a su “mujer” que obviamente espera ser agasajada. 

Según la licenciada Ríos Minhak “a esta altura, imagínense que esas formas impuestas de intercambio llevadas al plano vincular, hoy nos son “naturales”. Es lo “normal”. Y considerarlas como tal es el primer obstáculo para la toma de conciencia que nos daría la posibilidad de cuestionar la manera en la que nos vinculamos con el mundo y en nuestras relaciones.

La sociedad patriarcal

Lo que nos lleva a interpretar que, en celebraciones como esta, somos funcionales a los roles que imponen las sociedades patriarcales, “en los hombres está la capacidad de conquistar a la mujer”, dice Sabrina y agrega “yo los invito y las invito a que busquen el significado de la palabra conquistar. Es horrible, pero a los quince años, yo lo único que quería es que me conquisten. Es lo que deseaba porque el sistema te va marcando que ese es el camino: te tienen que conquistar, amar, respetar, valorar y tomar como algo que se cobija porque una sola no puede”.

El varón se ve dotado de roles triunfales y de los privilegios de un sistema patriarcal y la mujer interpreta el papel “de cuidado y de sostén porque él vino al mundo para conquistar y triunfar, mientras que la mujer tiene que estar ahí para cuidarlo. Nos dan un rol más doméstico y siempre secundario, olvidándonos de todo cuestionamiento y sin escuchar las necesidades propias del cuerpo”, finaliza Ríos Minahk.

De esta forma, dejamos de lado nuestras necesidades fisiológicas y comenzamos a adoptar esta forma de vincularnos como ofertas. Entendemos que tiene que llegar a nuestra vida un vínculo -obviamente heterosexual- que nos dure para toda la vida, “es como ese tren que pasa una sola vez y si llega te lo tienes que tomar. Una sufre, porque no escuchamos a nuestro cuerpo y nuestro deseo”.

En cambio, si se generan vínculos sanos las demostraciones son más sencillas, se van dando con la fluidez de una forma sana y segura y no a través de un objeto. “De que me sirve a mi tener una relación de mierda y no poder ser sincera con la persona que tengo al frente, pero que me regala bombones un día específico del año”, cuestiona Sabrina y profundiza “¿cómo un producto comprado compensa todo lo que estoy atravesando? Salirnos de ese lugar, cuestionar lo que necesitamos y hacia dónde queremos ir me parece fundamental”.

A esta pregunta, la licenciada agrega un concepto sobre amor romántico como “mecanismo de control de los vínculos: Imagínense enamorarte a primera vista, sostener el enamoramiento para toda la vida (sin tener en cuenta que es una reacción fisiológica que dura poco tiempo) tiene que ser mutuo, además tiene que haber exclusividad sexual y además tienen que haber renuncias y pruebas de amor. Me agota de solo decirlo, ¡imagínense vivirlo!”

Imposición de San Valentín

Sabiendo que lo que acaba de decir es un montón, Sabrina hace hincapié en llevar todo esto a la práctica, “es como comer sin masticar, esto te va a caer pesado. No lo vas a poder digerir nunca y te vas a sentir mal, porque no es un proceso sano, hermana”, acota entre risas.

Debemos ir acorde a nuestro deseo, masticando y sintiéndole el gusto a lo que queremos y lo que necesitamos. No dejarnos imponer nada. Si nos imponen un San Valentín, lo aplicamos a nosotras, a escuchar lo que necesitamos, queremos y buscamos y si trasladado eso a un vínculo, fluye naturalmente. Yo no tengo que esperar que alguien venga a ponerme un parche” y utiliza como ejemplo “No somos una pelopincho pinchada". 

"Cuando me doy esas cosas a mi, lo comparto en el vínculo con el otro y no estoy en ese contacto por una necesidad de afecto”, agregó.

Sabrina también habla de contextos y culturas y nos invita a repensar, “el amor nos invita, sobre todo a las mujeres que hemos sido criadas como objeto de deseo e inhabilitadas a desear por y para nosotras mismas, al sometimiento en las relaciones, a tener que soportar patrones vinculares que nos tienen relegadas al cuidado y al sostén (de otrxs), sin importar las necesidades propias ni el deseo individual, y con el mandato de tener que aguantar porque el fin último (y nuestra responsabilidad) es aspirar, y luego sostener, a la familia”. 

Obvio que la familia es una construcción servil y funcional en este caso y que el capitalismo tiene un papel protagónico como institución reguladora de sus intereses que van calando toda subjetividad.

Para Sabrina en resumen de cuentas la mujer está predestinada a resistir “desde que naces te llenan la cabeza de ideas como que estás incompletx y la llegada de un gran amor va a salvarte. Te van poblando de ilusiones que te mantienen en la búsqueda y a la espera sin darte cuenta que todo lo que necesitas para tu felicidad y éxito personal, lo tienes aceptando y potenciando en lo que sos” y remata “Nadie puede venir a completarte porque no te falta nada”.

Sobre Sabrina Rios Minahk

Además de trabajar en su consultorio personal, Sabrina es muy popular en sus redes sociales, con casi 14 mil seguidores en Instagramdonde tiene la particularidad de trabajar temas que suceden en lo cotidiano tanto en lo emocional como en el deseo. En su cuenta responde inquietudes y cuestiones que pueden sonar tabú en la vida real, pero con su impronta las resuelve en una “story” de una manera llevadera, práctica y aplicable a la vida.

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