En ocasiones me siento muy Brandoni, de a ratos muy Mabel y siempre la Yoli de Lanús, es que acá sos el negro, y ¿allá? ¿quién vas a ser? Allá que es mi acá ahora, el acá de Luis Brandoni u Osvaldo y el de Marta Bianchi o Mabel en “Made in Argentina” (o “Made in Lanús” como nos gusta decir a los fanas de la peli) y el allá de Yoli, el papel de la gran Leonor Manso que le decía al negro (Patricio Contreras, su marido en la ficción) ¿ allá quién vas a ser? Todo Lanús corrió porque se incendiaba el taller del Negro…. porque acá sos el Negro. Insistía la Yoli con el repasador al hombro, levantando los platos de la mesa, insistía en el vocativo para marcar la diferencia, porque toda lengua te podrá nombrar pero otra cosa es cuando una lengua te quiere. “Made in Argentina” es una película argentina de 1987, dirigida por Juan José Jusid basada en la obra teatral “Made in Lanús” de Nelly Fernández Tiscornia. Osvaldo y Mabel, un matrimonio argentino exiliado durante la dictadura en Estados Unidos, regresa a Buenos Aires después de diez años para reencontrarse con sus familiares y amigos, entre ellos, el Negro, hermano de Mabel, y su esposa la Yoli. Mabel y Osvaldo han logrado en EEUU hacerse de buen pasar lejos de los azotes de las hiperinflaciones o la entrega económica de los milicos y quieren compartir esa “buena vida” con el Negro y la Yoli invitándolos a vivir en Nueva York. La Yoli no va a ir, y la Patri, su hija, va a ir si quiere, sólo si quiere. A Yoli se le llenan los ojos de lágrimas, y repasa las veces en que esa lengua, esa lengua que llama a su marido el Negro, salió en solidaridad a ayudarlos. "Allá, en cambio", y la mira a Mabel diciéndole, "perdón Mabel, yo sé que ustedes se tuvieron que ir pero digo EEUU y me agarra una cosa acá en la garganta" y se agarra el cuello muy fuerte. Es que duelen las palabras, ¿no lo notaron? Los que sí saben bien que las palabras duelen son los defensores del todOs, así con O, del masculino universal, esos saben bien dónde está el acá y el allá y el lugar que habita una patria dentro de otra patria. Saben también lo que defienden. Sucede que no hablamos ni siquiera la misma lengua aunque habitemos la misma patria. Será porque el mundo de las palabras está lleno, como el de Yoli, de acás y allás, de lugares a los que no entramos, de palabras que no nos pertenecen ni a las que pertenecemos. ¿Por qué nos sentiríamos bien les que nos nombramos nosotres con la o? ¿Por qué acataríamos algo que nos fue impuesto? ¿Qué lealtad le debemos a un vocativo cualquiera? Los pueblos indígenas lo han dicho primero y mejor, una lengua puede ser impuesta como un castigo, pero siempre tendremos otra más cercana para rescatarnos y reconocernos.

Me identifico habitante del todes, del nosotres, de les “les”, de las x que cortan el sonido y de los arrobas que no suenan; me siento mejor cuando estoy dentro de la e porque son los límites invisibles de una caricia. La inclusión para mí significa un estás en mí y yo estoy en vos: un momento amoroso de la lengua, una invitación para otre que no soy yo. Hace poco por primera vez me dijeron queride. No de forma colectiva, sino en un mensaje personal, directo a mí, una torta cis de 40 años: hola queride! No me lo tomé bien, algo me resonó, me incomodó, nunca me sentí extraña bajo el todes pero el momento en que le hablo a mi primera del singular en mensaje de wsp, algo se movió. Hasta tecleé algunas palabras con ánimo corrector y empecé a borrarlas sintiendo lo amoroso de ese gesto, como si me saludaran con otro cuidado. Mirar al otre, saber que puedo lastimarlo o acariciarlo cuando le nombro, y anticiparme. La Yoli lo sabe, sabe del cariño de los que nombran en Lanús a su marido, de todo el amor que hay en la de la Patri, ese artículo que marca más que ninguna otra cosa una lengua guacha dentro de una más culta. Otras brisas de esa lengua llegaron hasta el Midwest, escuchando en la Universidad de Michigan a le poeta Raquel Salas Rivera. Leyó sus poemas todos escritos en lenguaje inclusivo y pidió ser presentade como el nene bonito de la poesía puertorriqueña. La misma potencia de una patria en común con la poeta lesbo-afro-portorriqueña Yolanda Pizarro trazando les dos los límites de una país en el que caben su mujer y su novia, los poemas dedicados al poliamor y la disputa por la independencia. Un pedazo de tierra que pareciera ser parte de algo mayor pero sigue siendo una colonia, escenario de una pelea doble entre dos y más lenguas. En alguna o en pedazos de ellas trazamos ciudadanía compartida. Con la E, por ahora.