Kristalina Georgieva indicó en una reciente nota en el Financial Times que el FMI se está “replanteando la forma de aconsejar a los países emergentes”. Eludiendo citar a la Argentina, toma algunos ejemplos de cómo reaccionaron algunos países del Tercer Mundo ante corridas cambiarias para cuestionarse la “doctrina convencional” basada en el funcionamiento de las “economías avanzadas” que suele pregonar el organismo. La autocrítica se concentra en el manejo de la política cambiaria, donde sus recomendaciones de dejar flotar libremente al dólar no serían convenientes para países cuyos precios tienen como referencia al dólar o están fuertemente endeudados en esa moneda. La titular del FMI cita para ello un documento técnico del organismo en donde se concluye también que, en el caso de economías sobre-endeudadas en moneda extranjera, es recomendable imponer controles de cambio.

Si bien no lo menciona, el replanteo del organismo está fundado en el desastroso programa impuesto a la Argentina al momento de conceder el stand-by solicitado por Mauricio Macri. Como condicionamiento, el FMI obligó a levantar la oferta del BCRA 5 mil millones de dólares a 25 pesos que había permitido estabilizar la cotización del dólar luego de la corrida de mayo de 2018. El resultado de la imposición del Fondo fue un salto del dólar hasta los 40 pesos. La política de dólar flexible no sólo provocó una fuerte devaluación que aceleró la inflación, dejando en ridículo los objetivos del acuerdo stand-by en materia de precios. También agravó el impacto de las deudas en dólares sobre las finanzas de las empresas, del Estado nacional y de las provincias, aumentando el riesgo de incobrabilidad. Por otro lado, la falta de certidumbre sobre hasta dónde podía llegar el dólar incentivaba la continuidad de la fuga de capitales, que terminó comiéndose los dólares del crédito en frustrados intentos por contener la devaluación del peso.

La desastrosa política cambiaria fijada por el FMI fue tan evidente y generó tantas disputas internas que desde que se firmó el acuerdo la misma varió en múltiples oportunidades. Dólar flexible, flexible entre bandas móviles, flexible con bandas congeladas, intervenciones fuertes para sostener la cotización y, finalmente, un duro control de cambios, fueron los distintos esquemas de regulación cambiaria que se sucedieron en tan sólo un año y medio. Quien más fuertemente promovió la política de dólar flexible en el marco del stand-by con Argentina fue el norteamericano David Lipton. No casualmente, el funcionario acaba de ser expulsado del organismo.

Más allá de la saludable autocrítica del organismo respecto a sus recomendaciones de libre movilidad de capitales con tipo de cambio flexible, cabe preguntarse si una acertada política cambiaria podría haber torcido la suerte de la economía argentina. Probablemente, el dólar se hubiera mantenido estable un tiempo, conteniendo la inflación y la caída de la actividad. Aún así, el endeudamiento insostenible y la fuga de capitales hubieran continuado, terminando tarde o temprano en una crisis económica.

@AndresAsiain