El estreno de Proyecto Vestuarios concita varias cuestiones. Una de ellas es la puesta en sí, la asunción de dos obras del dramaturgo Javier Daulte -Vestuario de hombres y Vestuario de mujeres-, que repercuten mutuamente y serán puestas en escena juntas, una detrás de la otra. Otra es la producción novel que asume La Cigarra Cooperativa de Trabajo Limitada junto al diario El Ciudadano. Una tercera es la reapertura de la Sala Nicasio Oroño (San Lorenzo 1055), que retoma así su actividad (el estreno es el sábado próximo a las 21, con funciones los viernes y sábados de marzo y abril). Y una más, nodal, es la tarea artística que sobrelleva desde la dirección Romina Tamburello.

“Lo primero a considerar es que La Cigarra me haya tenido en cuenta a través de Miguel Passarini. En él pude encontrar un socio y alguien que me dejó trabajar en libertad. Acompañó mucho los ensayos y algunos actores fueron consensuados, desde un lugar de escucha y colaboración. Convocamos a muchos actores de la ciudad, con algunos de ellos venía trabajando y con otros quise hacerlo siempre”, resume la directora, dramaturga y actriz, a Rosario/12. Las dos obras de Daulte –que congregan a un grupo de hombres y mujeres, respectivamente, dentro de un vestuario deportivo- fueron publicadas hace casi una década, y el autor no tuvo objeciones al momento de permitir la versión local.

“Daulte fue muy generoso con nosotros. Con Simonel Piancatelli (asistente de dirección) nos dedicamos a hacer una adaptación del texto. Tuvo que ver con actualizarlo a los tiempos que corren. En diez años pasaron un montón de cosas y el feminismo por suerte avanzó muchísimo. Si bien las dos obras transcurren en vestuarios, la misma diferencia de género hace que los relatos sean diferentes, que la violencia entre hombres sea distinta a la de las mujeres. Encaramos la adaptación desde ese lugar. Cómo son los hombres de hoy, cómo son las mujeres de hoy. Cómo todos estamos atravesados por la marea verde. Y quienes no lo están aparecen también, en ambas obras. Es así como comienza a aparecer nuestra mirada junto a la de Daulte, un autor que escribió para el futuro porque ¿quién iba a imaginar que estas obras iban a tener tanta vigencia y se iban a actualizar de esta manera?”, continúa Tamburello.

-Dada la característica de las obras, ¿cómo fue el trabajo con los actores y las actrices?

-Si bien estamos siguiendo el texto a rajatabla, hay espacio para que cada actor proponga desde su propia experiencia y mirada. Hay muchos actores que son deportistas, yo misma lo soy, me crié en un vestuario. Así que vamos aportando también desde las experiencias personales que vamos teniendo y que hacen que la obra se enriquezca. Por suerte, fue un proyecto que nació de la generosidad y que se construye con mucho amor, algo que permite poder actuar estas obras tan violentas. 

-¿Cómo plantearon el trabajo con los cuerpos?

-Lo que estamos proponiendo desde el registro de actuación es un hiperrealismo. También desde la puesta en escena. Como es un vestuario, la puesta de luces está realizada con fluorescentes. Hay duchas con agua caliente, porque hay quien se baña. No sé cuántos actores rosarinos tuvieron la posibilidad de hacer desnudos, pero lo cierto es que no estamos familiarizados con esta idea. A la vez, al tratarse de un vestuario y de una puesta en escena hiperrealista, el desnudo está desprovisto de toda erotización. Lo que empieza a suceder es que son desnudos de cuerpos deportivos, en donde la mirada no está puesta en la estetización de los cuerpos, sino más bien en el cuerpo como herramienta para un deporte.

-Pienso en la frialdad de estos lugares, en las baldosas, la humedad, los diálogos al pasar.

-No es una obra donde el actor vaya a pararse y declamar, sino que están haciendo cosas que tienen que ver con la preparación para una final de Lacrosse en Hungría. Que sea allí, en ese país, desnuda en un punto la argentinidad de ambas obras.

 

Tamburello insiste en una idea que parece surgir desde la misma confrontación personal con las obras: “lo más importante es que habitamos el territorio de la violencia desde un lugar de amor, de generosidad y respeto absoluto”. Al respecto, la directora señala que “si bien todos están muy afectados por los ensayos, nos hemos juntado a comer, a debatir, hay un cruce constante. Los dos elencos están en colaboración permanente, con cuatro horas por día de ensayo. Tener esta confianza por parte de La Cigarra me llena de orgullo, y estoy emocionada por trabajar con este grupo de actores, a quienes admiro y de quienes aprendo todo el tiempo, así como de mi director asistente (Simonel Piancatelli), con quien hay un ida y vuelta de discusión permanente. Junto a la inauguración de una sala que estuvo cerrada durante un tiempo, que tiene la conducción de Guillermo Salvador y con una propuesta de escena distinta, que abre con esta obra. Van a ser 16 funciones en dos meses. Es algo que no hicimos nunca y creo que pocas veces se dio en el escenario teatral rosarino”.

El reparto de Vestuario de mujeres reúne los nombres de Lala Brillos, Sofía Dibidino, Leila Esquivel, María Celia Ferrero, Belén López Medina, Macu Mascía, María Belén Ocampo y Lorena Rey. El de Vestuario de hombres a Germán Basta, Juan Biselli, Raúl Calandra, Emiliano Dasso, Micael Genre Bert, Juan Nemirovsky, Mumo Oviedo, Mani Raimondi y Juan Yévoli.