En una hora compacta tres performers y un piano admirable desacralizan el musical y vuelven risa las vicisitudes de una vida poco feliz. Si ya en los comienzos del teatro la relación entre comedia y escatología era vastísima, Ibarra/ Vargas hacen de un tema hediondo un jolgorio para tres grandes comediantes. Como todo es posible en escena (pero no todo es fácil de representar), la música y una irreverencia del todo queer se imponen para que dos heces rematadas y dicharacheras entren en diálogo con una torturada protagonista heteronomativa.

La pobre Teresita llora por el amor de Ricardo; el anacronismo de ese diminutivo en clave de sátira, esos nombres que suenan un poco como de antaño y una devoción cursi a la Virgen de Caacupé tensionan y hacen de la vida de la protagonista un “valle de lágrimas”. En tren de despedirse de esta vida, en el ámbito siempre acústico y letal del baño (donde más de un suicidio ha ocurrido), Teresita no tiene otra opción más a mano que un buen trago de Procenex. El líquido azulino no la conducirá a los reinos del Hades, sino directo al inodoro donde dos caquitas encarnarán lo peor de sí, para confirmarle, entre canciones y coreos, que la vida vale la pena: tan simple que duele.

Chechu Vargas está genial en el protagónico y un dúo imperdible encarna la forma en que la parte más oscura y miserable de uno, desde las cloacas de nuestro más arcano yo, puede acercarnos a la verdad: Nahuel Adhani y Mariano Magnífico están estupendos porque asumen su “entidad” con viscosidad de loca. Ambas tiernas mierditas pueden ser la loca amiga, la loca que se pone en mala para hacerte pensar, la loca que te escucha, la loca que te divaga, la loca que te bardea, la loca que te ubica, la loca que se pone en tu lugar o asume el rol de los otros para descentrarte y volverte en tu eje. ¿Quién no quiere tener de amiga a dos locas de mierda?

Todo el revoloteo un poco coloidal de estas dos heces tiene el dinamismo de una buena y liberadora “movida de cuerpo”: letras cantábiles, guiños por doquier al clisé del musical, un tono de comedia gástrico-burlesca y el piano de Agustín Konsol.-

Teresita, una vida de mierda. Todos los martes a las 20 30 en el Teatro El extranjero