El derrumbe los mercados bursátiles fue impactante. El domingo pasado se mencionaba en esta columna que YPF se vendía a 8 dólares en la bolsa de Nueva York y los inversores empezaban a verlo como un precio de ganga. No imaginaron la secuencia de eventos de los cinco días siguientes. 

El barril de crudo registró su peor caída diaria desde finales de los ´80 por el desacuerdo con la OPEP. a la vez los países occidentales tomaron medidas extremas para limitar el impacto de la pandemia del coronavirus. El resultado de estos eventos fue que la petrolera estatal cerró a 4,50 dólares el viernes.

Este derrumbe en una semana permite resumir en forma simple el nivel de incertidumbre que atraviesa el mundo. Existe desconcierto sobre la evolución de la economía global para los próximos meses. Los analistas optimistas creen que el shock de oferta (parate de la actividad en las cadenas productivas) irá moderándose gradualmente y los inversores que se arriesgaron a comprar en estos precios registrarán ganancias extraordinarias. No consideran la posibilidad una recesión persistente en la economía real.

La forma sencilla de pensarlo es con el precio de alguna empresa de aviación. La semana pasada la brasileña Gol llegó a perder en la bolsa 35 por ciento en una sola jornada. Lo mismo ocurrió con compañías dedicadas a la gastronomía, hotelería y otros servicios de turismo. El cierre de viajes entre Europa y Estados Unidos terminó de golpear estos negocios. Por ejemplo la cadena Hilton perdió la tercera parte de su valor desde finales de febrero pero podría pensarse que la cotización se recuperará a medida que se modere la pandemia. El planteo es que el turista no dejará de viajar ni de hospedarse en hoteles por siempre.

Los analistas pesimistas mencionan que la incertidumbre de los mercados de las últimas semanas refleja más que un shock de oferta de corto alcance. Se trataría de un cambio de ciclo y el comienzo de una nueva crisis financiera y económica a nivel internacional. El principal argumento es que la salida a la crisis de 2008 con políticas expansivas y bajas tasas de interés no fue la solución a los problemas sino que generó nuevos desequilibrios. El sobreendeudamiento de las economías emergentes es uno de los problemas de la liquidez global de los últimos años y ahora podría terminar potenciando una nueva crisis global.

Los países latinoamericanos son algunas de las economías más expuestas: el ratio de deuda de corto plazo sobre las reservas internacionales se ubica en niveles alarmantes. Las estimaciones son publicadas por el Fondo Monetario Internacional y siguen la regla de Guidotti–Greenspan. En el caso chileno el indicador es menor a la unidad mostrando una alta exposición a shocks externos (o sea a los cambios del ciclo financiero en el que se acelera la salida de capitales de países emergentes). Estas economías no pueden cerrar el elevado déficit de cuenta corriente si se frena la entrada de capitales.

La conclusión de los analistas pesimistas es que el shock de oferta de las últimas semanas es la punta del iceberg. Los activos bursátiles norteamericanos (que habían tocado niveles record en febrero) no son la única burbuja que puede pincharse. Pueden explotar otras burbujas peligrosas como las de las deudas de países emergentes generando efectos duraderos sobre los niveles de la producción, consumo y empleo mundial. Los hacedores de política económica enfrentarán importantes desafíos en las próximas semanas.

En el mundo la efectividad de las medidas monetarias (baja de tasas de interés) empieza a ponerse en duda y cada vez más economistas piden coordinación con instrumentos fiscales. El ex presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke –que algo sabe de manejar economías en momentos de incertidumbre- planteó hace algunos años que en situaciones extremas debían reforzarse las medidas fiscales (incluso las financiadas con emisión).

“No es probable que los programas fiscales financiados con dinero (emisión) -en la city se utiliza la figura de dinero caído del cielo tirado por helicópteros- sean necesarios en los Estados Unidos en el futuro previsible. Sin embargo bajo ciertas circunstancias extremas estos programas pueden ser la mejor alternativa disponible. Sería prematuro descartarlos”. Estas palabras de Bernanke podrían escucharse otra vez en el mundo desarrollado más rápido de lo pensado.