Además de los estragos que produce en la salud de la población mundial, el coronavirus va ser recordado por haber modificado las costumbres de las personas. No todas, claro, pero algunas se van a ver modificadas, incluso cuando concluya la pandemia. En tiempos en que es no sólo obligatorio sino imprescindible quedarse en la casa, hay ciertas actividades que no pueden realizarse y otras que cambian la modalidad. Si bien el análisis es mucho más que una actividad --es una manera de acceder a pensar en la posibilidad de tener una mejor vida, ni más ni menos--, está siendo reemplazado en su formato original. La tecnología no es ni buena ni mala por naturaleza porque no tiene moral. Es el ser humano el que debe saber cómo emplearla. ¿Es válido, entonces, en situaciones extraordinarias, como la que se está atravesando, servirse de elementos tecnológicos como el teléfono, las videollamadas o Skype para el análisis? PáginaI12 consultó a tres prestigiosos analistas al respecto: Silvia Ons, Osvaldo Delgado y Gabriel Lombardi expresan sus opiniones sobre el empleo de la tecnología en el análisis.

“Lo considero válido en situaciones ocasionales y no tanto como un ‘nuevo dispositivo’ que reemplace la importancia de la presencia en una cura. Por mi parte, sólo lo utilizo en pacientes que también asisten al consultorio cuando las circunstancias lo permiten”, señala Ons. “No se trata de excluir los medios que provee la tecnología si tenemos en cuenta que el análisis no se limita al encuadre fijo; de hecho, antaño se usaron procedimientos diferentes al dispositivo clásico: el primer análisis llamado ‘originario’ se realizó por correspondencia. Me refiero a las famosas cartas de Freud a Fliess en las que Freud arribó a grandes descubrimientos de su propio inconsciente. Hay numerosos ejemplos de intervenciones fuera del consultorio: las interpretaciones de Freud a las primeras histéricas, las misivas a discípulos que fueron también sus pacientes, los viajes que realizó con Ferenczi tan rico en puntualizaciones analíticas”, historiza la psicoanalista.

Delgado lo considera “absolutamente válido”. Algunos analistas se sirven de la tecnología y hay otros que no, entiende. “Son decisiones personales que yo respeto. Yo utilizo esos recursos considerando que me es posible sostener el acto analítico. La posición de escucha, la interpretación y la presencia del cuerpo del analista vía el objeto voz lo hacen posible”, argumenta Delgado.

“Vivimos un proceso de virtualización creciente de los lazos sociales, y por momentos se nos dificulta saber hasta qué punto se trata de lazos sociales o antisociales, ya que disocian el cuerpo, el nombre, la imagen, la presencia y el partenaire”, plantea Lombardi. “De todos modos, las coordenadas actuales, aunque tienen un matiz espeluznante, no son tan extraordinarias para mí, porque ya casi la mitad de mi consultorio era virtual antes de este coronavirus”, afirma Lombardi, debido a que lo implementó con analizantes argentinos que quieren continuar su análisis cuando se van de la Argentina. “Y otros, no argentinos, que han preferido viajar para encontrarse con el psicoanálisis argentino y un analista local. El fútbol, el vino tinto y el análisis son algunas de las cosas en que la producción argentina es atractiva”, postula Lombardi.

Qué cambia con la tecnología

A pesar de todos sus usos posibles, el soporte informatizado de la palabra admite que los equívocos del inconsciente y la interpretación del analista pasen. Así piensa Lombardi. “Y, si el análisis está bien instituido, sigue habiendo estrictamente dos cuerpos enlazados, ni más ni menos, el dos que asegura el deseo en la no relación sexual, en la diferencia de los goces”, asegura este psicoanalista. “No es recluyéndose en la tristeza y en el encierro que el analista puede estar a la altura de las condiciones del sujeto y su sufrimiento solitario en nuestros días. Si el psicoanálisis sobrevivió dos guerras mundiales en Europa, si se puede practicar en los hospitales argentinos, donde el ruido (jam) puede ser realmente una perturbación para la escucha y donde el diván no existe, ¿por qué el analista no emplearía la tecnología mediante la cual actualmente podemos charlar, con limitaciones por supuesto, como en el hospital?”. Lombardi, incluso, ve una ventaja: si se tiene buena conexión, a veces se puede escuchar mejor aún que personalmente, sobre todo en esos casos en que hablar en voz alta resulta penoso.

¿Qué se modifica del dispositivo analítico? Delgado brinda el ejemplo de Freud caminando por las montañas con sus analizantes y creando el Ambulatorio Psicoanalítico de Viena para los afectados por la Primera Guerra Mundial. “La gran pregunta debe ser qué significa hoy aquella afirmación ética de Lacan respecto a que el analista debe estar a la altura de cómo la época vive la pulsión. Hoy estamos ante la presencia de un real inconmensurable, que no sólo mata vidas sino que hace caer todos los modos habituales en que los sujetos habitaban este planeta”, argumenta Delgado, quien toma posición política al respecto: “En nuestra Argentina, felizmente, el presidente Fernández ha tomado el comando de dar respuesta a esta dimensión siniestra, en el más cruel sentido freudiano. Un psicoanálisis no es el confort burgués. El que fue mi analista durante 23 años, Jacques-Alain Miller, en un momento difícil me atendió durante una semana, a razón de tres sesiones por día, en el hospital donde él estaba internado por un problema físico menor. Ahí aprendí lo fundamental de lo que es acto analítico y la posición del analista”, afirma Delgado.

Los cuerpos sin diván

¿Cómo se remplaza el diván? “Apagando la camarita. Basta con la función de la palabra, la escucha del analista, su intervención, y la reacción del analizante a su intervención. Es (casi) igual que en el consultorio”, asegura Lombardi. “Hay analizantes que no se bancan el diván, y entonces dejamos la camarita prendida”. A Freud le resultaba cansador, por eso inventó el dispositivo del diván, según recuerda Lombardi. “Algunos analistas me dicen en estos días que les agota la pantalla. Se puede apagar y hasta escuchar mejor en la oscuridad, como sugería el Sr. Dupin”, agrega Lombardi. Respecto de la modificación del dispositivo analítico, Lombardi asegura que, a veces, se escucha mejor: el audio puede ser impecable si ambos actores están cerca del modem, y alternar Skype con otra aplicación según cuál funcione mejor ese día. “La diferencia que encuentro más exigente es que la función de la presencia es más urgente. No es lo mismo un silencio en una sesión habitual, al que algunos psico acostumbran a sus ‘pacientes’ pacientes, que un silencio ‘de radio’: ¿este idiota me está escuchando o se interrumpió la conexión?”, señala Lombardi.

“De todos modos, la realidad virtual es una herramienta en momentos especiales y nunca puede suplir la importancia de la presencia del analista y los efectos de resonancia de sus interpretaciones en el cuerpo del analizante”, sostiene Silvia Ons. “Es que la interpretación no es palabra separada del cuerpo sino que debe tocarlo para producir modificaciones en la economía de goce, tampoco se reduce a un decir ya que puede ser un gesto, una mirada, una jaculatoria donde la corporeidad es ineludible. Cuando Lacan dice que es preciso que el analista tenga ‘tetas’ se refiere con esto al cuerpo del analista como lugar donde se despliegan las demandas del analizante. Baste la aguda observación de una paciente, que también es analista, quien esta semana me dijo que notaba que en las videollamadas, que estamos ahora implementando a causa del coronavirus, las demandas no tenían la intensidad que aparece en las sesiones presenciales”, completa Ons. Lo mismo, entiende la terapeuta, vale para el pago ya que no es lo mismo entregarlo mano a mano que transferirlo por la web. “El dinero en presencia muestra el desprendimiento del goce retentivo, la libra de carne que hay que ceder para que haya análisis. Las sesiones por internet velan esta puesta en acto y las transferencias de dinero apagan lo que en la sesión se entrega de manera viva”, afirma la psicoanalista.

Para Ons, el analista debe tener presente los riesgos de la licuefacción de la sesión en la realidad virtual. “¡Pero no sólo en ella!”, exclama. “Es que también, aún en las sesiones presenciales, vale la salvedad que hacemos con relación a las virtuales ya que la presencia del analista no se identifica con la presencia física que, a veces, puede ser tan virtual o más que en la Web. Forzar lo virtual para que la palabra toque el cuerpo es el gran desafío de la época pero no sólo por ser la tecnología su impedimento”, opina Ons.

El encuentro de los cuerpos es necesario, según Lombardi, en las entrevistas preliminares, hasta constatar que lo mejor que se puede hacer es atenerse a los medios de la palabra y del lenguaje. “En este momento, atenerse al soporte digital de la palabra y del lenguaje, que permanecen abiertos a la equivocación interpretativa. Si la originalidad del método, escribe Lacan, está dada por los medios de los que se priva... es porque los que se reserva bastan para constituir un campo de eficacia real: el habla, la palabra, incluso discurso como lazo social, pueden ser soportados por la digitalización. Con soporte digital (que en verdad es binario) se puede tocar el cuerpo, lo pulsional. La pulsión es el eco en el cuerpo del decir, y nada impide que esa resonancia llegue por cable o por wifi”, admite Lombardi. En ese sentido, para este terapeuta, la eficacia del análisis es siempre a distancia: “Trabajamos con bisturíes significantes e impresión 2D cuando incidimos en el cuerpo histérico con el objetivo de que se revele en cuerpo real, el que se experimenta en la angustia o en la acción”.

Ons entiende que la gran modificación no es tanto la ausencia del diván ni los inconvenientes para la asociación libre, ya que esta, de todas maneras, puede estar presente, sino “las consecuencias relativas a la ausencia del cuerpo presente. Esa presencia que tanto Freud como Lacan consideraron indispensable: Freud, cuando a propósito de la transferencia dijo ‘nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie’, y Lacan cuando se refirió ya desde sus primeros Seminarios a la presencia del analista cuando las asociaciones se detienen y formando parte de la realidad del inconsciente”.

Por otro lado, según Delgado, el diván puede estar o no: “El diván no garantiza que se realice un análisis. La historia del psicoanálisis nos revela que, en muchos casos, estar acostado en un diván no garantiza el análisis. En mi última experiencia como analizante, como ya relaté, en el hospital, estaba sentado en una silla pero de espaldas a mi analista. Era una operación respecto al campo de la mirada, aclarando que visión y mirada en psicoanálisis no son sinónimos. Además, cuerpo no es lo que entienden la biología y la psicología; es el cuerpo libidinal freudiano, y radicalmente un cuerpo lacaniano”, expresa Delgado.

La eficacia del análisis en modo virtual

¿Se puede ver reducida, en algún punto, la eficacia terapéutica del análisis a través de estos métodos? “Creo que sí, prefiero la alternancia entre la sesión codo a codo y la sesión ‘have a nice weekend’ --señala Lombardi--. Pero incluso cuando uno puede hablarse y saludarse personalmente, en mi práctica no viene mal alternar con sesiones por Skype, que en sí tienen algo de castrativo, separan la dimensión pajera del encuentro, un encuentro que de todos modos se basa en que no hay relación sexual. En lugar de esa relación que no hay, se constituye la désis, la trama, el nudo sintomático entre amor y desencuentro al que llamamos transferencia, y que un tiempo después, por suerte se disuelve (lísis, desanudar, eso es propiamente ‘analizar’)”.

“Una práctica con diván pero con la caída del deseo del analista, en el sentido freudiano de la dimensión ética de la regla de abstinencia, implica por lo tanto una caída de la eficacia analítica y de sus posibles consecuencias terapéuticas”, puntualiza Delgado. “La utilización de los medios tecnológicos no menoscaba en absoluto el acto analítico. Puedo dar testimonio de que el hecho de que mi propia experiencia como analizante en una circunstancia excepcional, como he relatado, no menoscabó mi análisis. Como formación del analista, fue todo lo contrario. Es más, mientras escribo esto se me presenta una interpretación inolvidable de mi analista en esos días y en ese contexto que me estuvo orientando en relación a lo que he formulado. Cosa que advierto en este preciso momento con alegría”, comenta Delgado.

Discontinuar los tratamientos sin utilizar la tecnología tal vez sería contraproducente para los pacientes que, con el problema del coronavirus, tienen seguramente muchos momentos de angustia sumados a los habituales. Ons opina al respecto: “Justamente lo útil de Internet consiste en ser una herramienta válida para momentos como el presente, donde es importante la continuidad del tratamiento y donde aflora mucho más la angustia ante ese ‘enemigo invisible’ que es el virus. Son notables las respuestas de los pacientes ante este real sin ley que emerge en nuestros días. Por supuesto que hay que pensar caso por caso, pero he detectado una estabilidad mayor en los casos más graves, como si aquello que nos concierne a todos les brindase una posibilidad de inclusión en lo colectivo que alivia el sufrimiento. Otros, en cambio, con vidas más ordenadas, experimentan con mucha angustia la eclosión de lo no calculado. Y están los casos descriptos por Freud cuando sorpresivamente advertía que muchos pacientes se ‘curaban’ ante la calamidad ya que las catástrofes satisfacían su necesidad de castigo. También están los negadores que en general... no son los que se analizan”, justifica Ons.

“Freud decía que el análisis produce un tránsito que va de la miseria neurótica a la desdicha común y es notable cómo este momento que vivimos en el que quedamos igualados ante la calamidad, hace que muchos dejen de rumiar en sus miserias personales”, destaca Ons. Delgado concluye sobre la importancia de los analistas en este momento tan duro para la sociedad, en general, y para la sociedad argentina, en particular: “Todos los psicoanalistas debemos ofrecer a las autoridades nacionales nuestro compromiso de aportar nuestro saber y nuestro trabajo al servicio de la comunidad. Yo personalmente lo hago en este momento”, destaca Delgado.