Comenzó el aislamiento y tan rápido como avanza el coronavirus en el globo aparecieron un sinnúmero de propuestas para ver, leer, escuchar. Editoriales que liberan obras, recitales en vivo por Instagram, podcast de todo tipo, series y películas para descargar de Torrents. No soy buena para las bajadas, no me gusta leer el digital tanto como me devoro el papel, y debo confesar que en estos días también necesito no hacer nada. Pero si algo lamenté ni bien comenzó la cuarentena fue que no tenía una serie favorita para ver. Y también el haber visto todos los capítulos de la hasta ahora mejor serie feminista. ¡Cómo desearía ya mismo una tercera temporada de Fleabag!

Como dice el dicho: “A falta de pan, buenas son las tortas”. Y gracias a una conversación en Twitter llegué a Feel Good. Una producción británica –al igual que Fleabag, pero no crean que se parecen porque si la ven con esa idea se van a desilusionar– de Channel 4 que terminó siendo una de esas joyitas –nada que ver con las series tanque– del catálogo de Netflitx que suelen pasar casi desapercibidas.

En seis episodios de media hora Feel Good cuenta la historia de dos chicas –Mae (la comediante canadiense Mae Martin) y George (Charlotte Ritchie)– que en un primer episodio hacen lo que a una le podría llevar meses. Qué digo meses, años. Ellas se conocen, se enamoran, se van a vivir juntas. Todo en un primer capítulo que no supera los treinta minutos. Y así como el amor llega rápido a sus vidas también lo hacen los conflictos. ¿Quién dijo que era fácil la convivencia con una casi desconocida?

George, una maestra de escuela que no se decide a salir del clóset, no le cuenta a sus amigos que tiene novia. Mientras que Mae –comediante como en la vida real– no le confiesa a ella que tuvo (¿tiene?) problemas con las drogas.

Además de protagonizarla, Mae Martin es una de las guionistas de la serie. Rol indispensable en la producción ya que su personaje navega entre la ficción y la autobiografía y mucho del material de su experiencia de vida fue a parar a la serie.

Aunque la relación de Mae y George va viento en popa entre las cuatro paredes del apartamento que comparten y no tanto en el mundo exterior, la serie no transcurre sólo en esa intimidad de la vida común. Hay otros personajes que crecen y se destacan a la par de las protagonistas. Uno de ellos es Lisa Kudrow –la querida Phoebe de Friends– madre de Mae. El gran plus son las desopilantes conversaciones por video llamada que mantienen donde con acidez e ironía su madre justifica la ansiedad y los vuelcos de la vida de Mae con el haber nacido (prematura) antes de tiempo.

El amor, el sexo fluido, las familias disfuncionales, los celos, la dependencia amorosa, los consumos y los mandatos de bienestar. “Todos reemplazamos nuestros consumos con otros nuevos”, grita Mae en su terapia grupal. Nadie está limpio del todo y el amor también es una forma de adicción, parece querer decir.

Lo de “sentirse bien” es sólo un título ganchero y para nada una promesa cumplida. Lo que sí es un sello de garantía que al verla se ríe y se llora como en la cuarentena misma.

Feel Good, disponible en Netflix