El ciberespacio está repleto de propuestas para ocupar el tiempo libre en esta cuarentena obligatoria dispuesta para contener la pandemia de coronavirus. Llegan por WhatsApp recomendaciones de libros, películas, recitales, todo con acceso gratuito. Cada une, además, seguramente hace su propia lista de pendientes, para aprovechar estos días de aislamiento social y proyecta encuentros virtuales con amigues, preparar alguna receta de cocinera famosa o cumplir diariamente con una rutina de actividad física. Pero qué sucede si de pronto, se nos van las ganas de hacer todo eso que planeamos. ¿Es síntoma de algo malo? La psicóloga, compositora y cantante de tango Bárbara Aguirre alertó en su cuenta de Instagram @soybarbyaguirre: “Si tenés fiaca es lógico, no flashees”. Y aconsejó: “hacé lo que puedas, mímate con pequeñas cosas, con lo simple que te pueda hacer bien, si no se puede más es porque el cerebro está re en una” y recomendó “discos queridos, estímulos cercanos, contacto con lo que siempre te enciende al menos un poco”. Pero sobre todo, advirtió: “No flasheen que tienen algo. Hablamos de la muerte más de lo común, todo es una novedad, estás encerrade ¿cómo no te vas a sentir diferente?”. En diálogo con Página/12, Aguirre se explayó sobre esta tema ante tanto bombardeo de sugerencias para “hacer cosas” que la población está recibiendo, contó las preocupaciones “comunes” que le están planteando pacientes --a los que atiende on line-- y dio algunos consejos para escaparle a sentimientos de angustia, tristeza y ansiedad.

Es cantante, actriz, DJ, bailarina, compositora, reikista y docente, además de psicóloga. Oriunda del barrio porteño de Barracas, creció con el candombe y la murga como banda de sonido vivo. Formó parte durante casi quince años del proyecto de arte comunitario “Circuito Cultural Barracas”, lugar que dice fue su escuela y segundo hogar. Allí se formó en varias disciplinas artísticas, dio sus primeros pasos en el teatro y la música y participó en experiencias de teatro comunitario, que le abrieron la puerta para acercarse a los procesos psicológicos en el contacto con el arte.

--¿Sin romper el secreto profesional, claro, qué aspectos en común encuentra en los testimonios de sus pacientes en los últimos días? --le preguntó Página/12.

--La incertidumbre en general. El no saber de lo real. Aquello que angustia porque está presente, como peligro inminente, pero además tiene el elemento destacado de la ignorancia de lo que sucederá. Les pacientes están hablando mucho obviamente, escuchan, leen, conversan. Y se arman debates y opiniones varias justamente a raíz de que nadie sabe a "ciencia cierta" qué es lo que sucederá. Mucho se escucha en el consultorio del temor de terminar como en Italia, que a mí me recuerda al "vamos a terminar como Venezuela". Pero aquí estamos en una situación diferente pues la curva no se ha disparado y estamos en un claro período de prevención. Entonces la incertidumbre aumenta y el temor y la ansiedad también. La exigencia de productividad y la "necesidad" de rutina también son otros temas recurrentes.

--¿Por qué se le ocurrió poner el énfasis en la posibilidad de tener fiaca en estos días tan inusuales?

--Suelo escribir algunas opiniones o compartir viñetas curiosas en materia de mi profesión como psicóloga. Sobre todo desde la clínica, que es el área a la que me dedico. La publicación en mi Instagram la hice en relación a una sensación que tuve el sábado por la noche. Salí al balcón de mi casa en el barrio de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires, y escuché un fuerte sonido a grillos. Y un silencio intenso por fuera de ese sonido. Como ambos separados. Me angustié. Había querido leer, tocar y componer, que es otra de mis actividades profesionales, ordenar toda la habitación y no lo había logrado. Me tomé un Cynar, salí al balcón y sentí esa incógnita sonora y me dije, "aflojá".

--Es decir, casi que fue un mensaje para usted: darse permiso para la fiaca...

--Sí. Comencé a recordar y registrar que muches colegas musiques estaban transmitiendo en vivo. Muchas personas cercanas contando lo que iban haciendo, lecturas, ejercicios, pintando su casa, reordenando, recordé ciertos relatos de agobio y angustia de pacientes y me pregunté: "¿Y si a muches nos pasa lo contrario?" ¿Si simplemente no tenemos ganas?" Y ahí recordé a Colette Soler en relación al trauma cuando habla del “golpe de lo real” y por otra parte de “las secuelas”. Dice que “hay siempre dos componentes: uno que es el golpe de lo real en todas sus configuraciones y otro es lo que voy a llamar secuelas. Se trata de las repercusiones subjetivas. (...) El traumatismo en su impacto es real, puro real. Las secuelas son siempre del sujeto”. Recordé lo que una profe de la facultad me dijo cuando aprendíamos sobre situaciones traumáticas: "es un agujero en el aparato psíquico que ocurre de repente". Es decir, es mucha información de golpe que el cerebro tiene que comenzar a procesar. Si a esto le sumamos una superexigencia de productividad, visibilidad para todes y para mí de que estoy bien, que la vengo llevando regio, pero en el fondo necesito atravesar esta situación con menor velocidad y actividad, pues se genera un bardo en el ser, una trifulca de ideas, una convivencia de supuestos y reales que puede ser densísimo.

--¿Cuál es su recomendación entonces?

--Si nos permitimos ser humanes y entender que estar quieto o con fiaca en estos días es algo lógico, vamos a ir escuchando qué nos pasa y eventualmente poder transmitirlo. Ir registrando nuestro cuerpo como en una primera clase de expresión corporal. Soy amante de la música y la imagen, de lo onírico y la metáfora, de la poesía y sus propuestas. Creo que entre todo esto que digo, se pueden crear muchos momentos placenteros para los estímulos. Entonces recomiendo eso. Lo que puedan brindarse y brindar. Cosas simples, mimarse de alguna manera, no exigirse cosas muy lejanas de realizar en estos días, permitirse ciertas licencias, estamos en aislamiento, nuestra rutina se modifica de por sí, con lo cual recomiendo estimularse sin el "sobre". El "aprovecho que tengo tiempo para..." tomenlo con pinzas.

--En los hogares donde hay niñes pequeños el universo es bien distinto. Madres y padres sobre pasados por la convivencia y la simultaneidad, en muchos casos, con teletrabajo... ¿Qué recomienda en esos casos?

--Con niñes es un mundo de posibilidades y de dificultades obviamente. Pero no creo que sea por la niñez. Sino porque les adultes van a tener un intensivo de recordar lo que era jugar y sorprenderse mucho tiempo durante el día. Recomiendo actividades en las que sus hijes les puedan enseñar cosas como juegos, ideas, debates, inventos de juegos u objetos. Compartir actividades que rompan un poco esto de "tengo que entretener a les pibes". Desde la adultez se puede delinear una cierta rutina y esa rutina puede tener períodos de tiempo de no rutina y que les niñes propongan por ejemplo.

--¿Y para quienes están solos en esta cuarentena en sus casas?

--Recomiendo que no estén solas pero tampoco se limen con tener que estar acompañadas todo el tiempo. Internet y las redes ayudan pero hasta ahí. Charlar con quienes queremos y nos quieren está buenísimo, pero es necesario estar en contacto consigo misme --estoy aprendiendo el inclusivo, me cuesta--, y para eso es importante generarse momentos de soledad sin mala fama.