Hubo un tiempo en que la mejor poesía se vendía en los kioscos. Cada tres meses aparecía en blanco y negro y formato tabloide, un diario que trasportaba noticias de poetas de ayer y de hoy, por las calles de Buenos Aires, Rosario y Montevideo. Se trató del Diario de Poesía. Un medio de comunicación único en su especie que se propuso desentender los presupuestos que piensan la poesía como un género elitista que circula en espacios inaccesibles para el gran público, haciendo una tirada masiva de 5000 ejemplares. El slogan con el que se promocionó su salida fue “¡Basta ya de prosa!”. Porque se trataba también de cambiar el foco de la escasa atención que en revistas y periódicos le otorgaban a la lírica. Contra eso y mucho más, el Diario de poesía plantó bandera, hizo su irrupción solo tres años después de la reapertura democrática y siguió adelante durante más de 25 años.

Si este diario es otra vez noticia es por su reaparición en la página de Ahira, el Archivo Histórico de Revistas Argentinas. Un valioso proyecto que agrupa a docentes e investigadores formados en la UBA, en las áreas de letras, historia y comunicación, y que se propone la digitalización de colecciones completas de revistas locales a la vez que la centralización de los estudios críticos sobre el tema. Navegar por su página es una experiencia estimulante: hay desde las ilustres revistas de los años 20 como Proa y Martín Fierro, pasando por emblemas desde los 60 y los 70 como Crisis, Punto de vista, y El escarabajo de Oro u otras más pequeñas en su alcance y duración que son todo un descubrimiento como Cosmorama – de poetas de la generación del 40--, o Xul – de poesía experimental—o El péndulo – de literatura fantástica—y así, hasta llegar a más de 150 colecciones de revistas. Sylvia Saítta, doctora en Letras y directora de este riquísimo espacio, cuenta sobre su origen: “Es el resultado de varios proyectos de investigación financiados por la Universidad de Buenos Aires dedicados a estudiar las redes de relación y diálogo entre las revistas culturales argentinas y la literatura, la política y el periodismo de masas del siglo veinte. Después de mucho tiempo de investigaciones, hace cinco años nos propusimos correr los límites del circuito académico y poner en circulación los materiales con los que veníamos trabajando, con acceso libre y gratuito para todos y todas.”

Volviendo al Diario de poesía hay que contar que su director fue Daniel Samoilovich y su consejo editorial original estuvo conformado por figuras que condensaban en la mayoría de los casos la doble condición de críticos o por lo menos sofisticados lectores de poesía y poetas como Diana Bellessi, Jorge Fondebrider, Daniel Freidemberg, Martín Prieto, Daniel García Helder y Elvio Gandolfo. Con el correr de los números, se sumaron nuevos integrantes como Josefina Darriba, Jorge R. Aulicino, Ricardo Ibarlucía y Mirta Rosenberg. Revisando la colección saltan a la vista diversos movimientos que impulsaron desde sus páginas. Por un lado se propusieron revisar y releer la obra de poetas argentinos, latinoamericanos, norteamericanos y europeos del pasado reciente a través de dossiers, entrevistas, ensayos, traducciones de textos poco difundidos y pequeñas antologías de poemas. Por otro dar lugar a los novísimos de la poesía argentina y latinoamericana. En el mismo sentido, los concursos que realizaron sirvieron como instancias de legitimación para autores jóvenes que apenas se asomaban al campo literario, que poco después formarían la generación del 90 y que encontraron en Diario de Poesía un órgano de difusión para sus obras. En sus sucesivas ediciones, fueron premiados Martín Gambarotta (1994), Santiago Llach y Washington Cucurto (1996) y Germán Carrasco (2000)

Desde el primer número la potencia del Diario se hacía presente. A primera vista con su pregnante identidad visual -- tabloide bicolor, abigarrado como un monobloc—que fue diseñada por dos artistas plásticos Juan Pablo Renzi primero y Eduardo Stupía después. Páginas adentro se disparaban flechas hacia distintas latitudes y formas de abordar el género: un extenso dossier dedicado al mítico poeta del litoral Juan L. Ortiz, un adelanto del nuevo libro de Juan Gelman, entrevistas al por entonces ex beatnik Allen Ginsberg y a Higo Padeletti, poemas de una joven Irene Gruss, del chileno Jorge Teillier, del neobarroco Néstor Perlogher, reseñas, comentarios, libros recibidos y más. Su programa se veía en ese corpus denso y rico pero también en un editorial firmado por el director: “Contra la aceptación de las condiciones dadas, contra las letanías sobre la falta de lectores de poesía y a favor de un hacer que en su propio entusiasmo modifique las cosas”. Si algo producía y aún produce la lectura del Diario es entusiasmo. Y es por todo ese lúcido y preciso trabajo a lo largo de 83 números, se convirtió en uno de los principales agitadores de la escena de la poesía en Argentina.

En el año 2012 la revista dejó de circular. Por algún tiempo era posible ver fantasmales números colgados en kioscos de diarios de avenida Corrientes, hasta que finalmente no se los vio más. Pero hoy de nuevo están colgados, de forma virtual. Toda la colección completa se puede leer de la página de AhiRa. Diario de poesía, que siempre quiso romper el cerco de los iniciados, está otra vez al alcance de nuevos seguidores.