Formosa permanece sin casos positivos de covid-19. Algunas autoridades atribuyen el triunfo momentáneo a dios, quien aparentemente es formoseño, aunque atienda en Buenos Aires. Otras más ligadas a la ciencia hablan del azar y no falta alguna teoría conspiracionista circulando por las redes. Yo pienso que el hecho de que Paraguay reaccionara más rápido que Argentina ayudó bastante, porque la mayoría de les formoseñes que viajan a Europa o Estados Unidos desde Formosa, lo hacen a través del aeropuerto de Asunción (es más cerca y más barato que desde Buenos Aires).

Todes sabemos que la situación, por más atípica que sea, puede cambiar en cualquier momento y por eso, también acá hay que quedarse en casa.

La mística religiosa es acentuada por llegada de Pascuas (escribo esto el Domingo de Ramos), y todo comienza a parecerse a alguna copia clase b de la serie de ciencia ficción llamada The Leftovers, en la que desaparece gente en todo el mundo sin explicación alguna, excepto en un pueblo llamado Miracle (milagro en castellano), al que todes quieren ir a vivir.

Yo que soy más del documental y no tanto de la ciencia ficción, pienso que la cuestión está más vinculada al hecho de que somos uno de los márgenes del país. Acá vive menos gente y circula menos gente hacia otros países porque es más caro y más complicado acceder a esos lugares (a cada viaje al exterior hay que sumarle el viaje hacia la capital desde la cual salir, todo lo cual transforma la partida en una odisea de por lo menos 2 días). Siempre me pareció extraño que las rutas aéreas se parecieran tanto a las rutas de trenes construidas por les ingleses, todas las provincias tienen una ruta hacia la capital del país y listo, no hay más. Sólo en raras excepciones, las provincias se conectan entre sí. Como el caso de Formosa, que nunca tuvo vías de tren a Buenos Aires, supongo que porque todavía no era provincia cuando se construyeron. La zona sí tenía una línea a Salta, hoy en día avión sólo hay a Buenos Aires. Quién sabe, puede que esta sea la primera vez que el centralismo en nuestros modos de circulación, haya resultado en beneficio nuestro.

Con el comienzo del mes y sus respectivos vencimientos, la ausencia de contagios empuja el eje de la discusión hacia la vulnerabilidad económica, que comienza a sentirse. Entonces el clima se transforma en uno similar al de la crisis del 2001, en el que sufríamos las consecuencias del virus del neoliberalismo, mientras veíamos las imágenes de la represión en Buenos Aires. Era muy extraño, porque parecía ser algo que sucedía allá lejos, en la capital, y al mismo tiempo nos golpeaba todos los días. Plata faltaba en todos lados.

Ahora las imágenes muestran calles vacías, pero el lugar donde son filmadas sigue siendo el mismo, y con la falta de contagio vuelve esa sensación de extrañeza que me inquieta. Me preocupa que, todos estos tantos años sintiendo que nada de lo que los medios construyen como actualidad sucede cerca nuestro terminen por jugarnos una mala pasada.

Sería muy paradójico que, habiendo sido protegides por la marginalidad de nuestra tierra, terminemos rifando esa ventaja por menospreciar nuestra realidad, algo que casi cualquier provinciane aprende a hacer desde niñe, si mira mucha tele.