El 16 de enero el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, firmó un convenio con el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, mediante el cual el gobierno nacional se comprometía a girarle a la Provincia más de 320 millones de pesos para financiar la adquisición de 160 mil módulos alimentarios que se entregarían en las regiones más postergadas de Salta, a razón de 40 mil módulos por mes.

La intención era reforzar con módulos alimentarios la asistencia a familias que, por problemas de conectividad, no estaban en condiciones de utilizar la Tarjeta Alimentar, distribuida en todo el país para la compra de alimentos en el marco del Plan Argentina contra el Hambre.

Casi 3 meses después, y a pesar de haber adquirido ya la totalidad de los módulos, el gobierno provincial reconoció a través de un informe elevado al ministro Arroyo, que hasta el 3 de abril había entregado solamente 32.900 módulos focalizados, a los que se iban a sumar 5.606 más esta semana.

En medio de un agravamiento de la crisis sociosanitaria del norte provincial, donde ya murieron 25 niños menores de 5 años entre enero y febrero, y de denuncias de caciques y dirigentes de que la ayuda alimentaria no es suficiente ni llega a todas las familias que la necesitan, el gobierno provincial asegura que está haciendo esfuerzos para cubrir al “público objetivo”, pero que tiene dificultades de abastecimiento y de logística, y reconoce que la demanda es mayor.

Según consta en el informe, el 29 de enero el gobierno salteño ya tenía depositados la totalidad de los fondos nacionales para la compra de los 160 mil módulos focalizados y para los 21 mil módulos de emergencia. El 4 de febrero, mediante una contratación abreviada, compró 40 mil focalizados y 10 mil de emergencia, y el 27 de febrero se abrieron los sobres de la licitación pública para los 120 mil módulos focalizados y los 11 mil de emergencia restantes.

A fines de febrero comenzaron a entregarlos: 14.442 en una primera ronda que terminó la primera semana de marzo, y 18.744 en una segunda ronda que debía terminar esta semana con la distribución de 5.606 módulos más. En total, 38.792 módulos focalizados que ni siquiera cubren los 40 mil que debían entregarse cada mes.

Problemas de logística

Según el coordinador del Ministerio de Desarrollo Social de Salta, Ignacio González, se entregaron unos 28.000 en una primera ronda y 35.530 en la segunda ronda, que todavía no ha finalizado. González atribuyó las diferencias con el informe oficial a que también distribuyeron módulos que habían sido comprados por la Provincia antes del convenio con Nación.

De todas formas, el funcionario aclaró que “hubo una mala interpretación de pensar que eran 160 mil módulos por 4 meses, entonces son 40 mil por mes”, cuando en realidad se trataba de entregar en función de la demanda del público objetivo al que apuntaba el programa: familias con niños de hasta 6 años, personas con discapacidad o mujeres embarazadas.

“Cualquier familia que ve que llega el equipo de focalizados a entregar módulos quiere recibir el suyo”, aseguró González, y reconoció que “la demanda siempre va a ser muchísimo mayor”. Sin embargo, aseguró que “se están haciendo todos los esfuerzos para cubrir el público objetivo” que es su prioridad.

No obstante, el coordinador ministerial reconoció una demora en la entrega de módulos alimentarios, y lo atribuyó a dos obstáculos: los plazos de entrega de los proveedores y la logística para su distribución.

“La primera es una cuestión de proveedores, que tienen que entregarte la mercadería para que vos la puedas entregar. Los módulos están comprados, pero el proveedor tiene plazos de entrega”, se lamentó González. Y agregó: “la otra variable es la logística. Somos 10 equipos que salen a hacer la entrega de estos módulos. Calculá que en una camioneta promedio entran 60 o 65 módulos, entonces son muchas las veces en que armamos la logística de lugares cercanos a los municipios, y es cargar, ir, volver a cargar, volver a ir…”

Calidad y cantidad

Ochocientos gramos de leche en polvo, casi dos litros de aceite de girasol, dos kilos de azúcar, dos de arroz y dos de harina, un kilo de polenta, otro de fideos guiseros, otro de lentejas y otro de frangollo blanco, dos latas de tomates perita, dos de arvejas y dos de picadillo, medio kilo de yerba mate, un pan de carne de 240 gramos y una conserva de caballa de 340 gramos, más un kilo de dulce membrillo o batata y dos paquetes de cacao azucarado. Estos son los 27 productos que integran el módulo focalizado que reciben las familias una vez por mes.

Según González, a cada grupo familiar le toca un promedio de dos módulos mensuales. El módulo alimentario de emergencia, en cambio, consta de solo 8 productos y se utiliza para reforzar en aquellas viviendas en las que haya una mujer embarazada, o una persona mayor. En total, cada focalizado tiene un costo promedio de 2.000 pesos, mientras el de emergencia apenas supera los 650 pesos.

El INDEC sostiene que una persona (se calcula para el denominado “adulto equivalente”) necesitó en marzo pasado 5.432 pesos para comprar los productos necesarios para cubrir los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos imprescindibles. Esta Canasta Básica Alimentaria (CBA) que marca la línea de indigencia está compuesta por una serie de bienes que excede con creces en variedad y cantidad el módulo focalizado otorgado por el gobierno provincial. Según el INDEC, para cubrir las necesidades alimentarias mínimas, solo un adulto consume 1,2 kilos. de arroz, 1,740 kilos de fideos, más de 6 kilos de pan y de carne, medio kilo de yerba y más de un litro de aceite, para citar solo algunos ejemplos.

Si bien es cierto que no es la única asistencia social que reciben las familias, está claro que está muy lejos de satisfacer las necesidades alimentarias de una familia, sobre todo, teniendo en cuenta que en las comunidades indígenas exceden en promedio los 5 integrantes. Sólo basta comparar el valor de los módulos focalizados para saber que el precio de dos de ellos ni siquiera llega a equiparar el valor de la canasta que, según el INDEC, debiera consumir un adulto equivalente.

Consultada por Salta/12, la docente la cátedra de Nutrición Pública de la Universidad Nacional de Salta, Valeria Vittor, aseguró que es imposible hacer un cálculo calórico sin saber el peso y la talla de las personas que integran un grupo familiar y desconociendo sus antecedentes en materia de alimentación.

“Al ser un problema estructural el que sufren estas comunidades hablar sobre cómo debería ser la alimentación y nutrición o su recuperación en estos momentos de emergencia alimentaria en grupos vulnerables es complejo además de que existen muchos determinantes sociales, políticos, económicos, culturales a tener en cuenta y se debería hacer un abordaje más profundo no sólo desde el punto de vista nutricional (calórico) sino multidisciplinario con la participación de la comunidad y a largo plazo”, aseguró la nutricionista. “Analizarlo desde el punto de vista nutricional en cuanto a aporte calórico y de nutrientes y si cubre o no las necesidades de una familia tipo se puede hacer pero hablar de ello distorsionaría, en mi opinión, el objetivo de la asistencia alimentaria”, agregó.

No obstante eso, aclaró que sí resulta importante destacar que los módulos están incompletos si se los evalúa desde su calidad nutricional. “En cuanto a grupos de alimentos (frutas y verduras, lácteos y derivados, frutos secos y semillas, carnes), muchos de ellos se podrían incluir y otros por ser perecederos es más difícil”, explicó, y añadió que “productos como picadillo o cacao azucarados, enlatados como arveja, tomate perita en lata, entre otros, son ultra procesados que no tienen ningún valor nutricional, al contrario son perjudiciales para la salud y deberían evitarse”.