De repente se cerraron las fronteras, los aviones bajaron a tierra y el contacto humano se convirtió en el peor enemigo paralizando la industria del turismo. A medida que el virus crece a tasa exponencial, la actividad económica se contrae a igual ritmo y la política se prepara para una crisis sistémica sólo asimilable a escenarios de posguerra. En el medio de un río revuelto, parece difícil y hasta frívolo reflexionar sobre las consecuencias inmediatas y futuras que sufrirá el sector turístico, sin embargo, se hace necesario a los fines de evitar un impacto económico mayor.

Diagnóstico

La industria del turismo está inmersa en un escenario inquietante y de incertidumbre sin posibilidad de hacer diagnósticos certeros sobre su recuperación y esperando que los mercados paralicen sus inversiones en el área y muden los recursos financieros hacia sectores que se perciben menos riesgoso. 

Se prevé además que la demanda del sector a nivel global, luego de la paralización, presente una importante contracción y se recupere con una lentitud inusitada, conforme no sólo se verá resentida la renta global, sino también por un cambio en el perfil del turista que producto del temor sobre lo desconocido. Modificará sus preferencias hacia territorios locales, los cuales se espera le brinden una sensación de mayor seguridad, acogido por factores culturales, económicos y sanitarios conocidos.

En paralelo, desde el lado de la oferta se espera una importante reducción de los oferentes, los cuáles deberán recurrir a la creatividad para sostenerse operativos en un mercado cada vez más hostil, en especial para la pymes turística. Sin la intervención del Estado se prevé que muchos emprendimientos del sector resulten inviables, ante la imposibilidad de subsistir por meses con importantes costos y nulos ingresos.

Este diagnóstico inicial es aún más pesimista cuando se ponen en relieve los obstáculos que enfrentan industrias subsidiarias y las dificultades que han experimentado los países para contener el impacto de la pandemia. Así, los especialistas en turismo y los funcionarios a cargo del sector deberán asumir el desafío de posicionar en el centro de la esfera pública el efecto multiplicador que la actividad tiene en diversos sectores de la economía, como también así su capacidad para movilizar de forma directa e indirecta volúmenes importantes del PIB de los países y las regiones.

En este contexto, será necesario generar mesas de trabajo a los fines de realizar evaluaciones certeras sobre el estado de situación y desarrollar anticipadamente planes para contener una espiral contractiva que amenaza a cincuenta millones de puestos laborales directos en el mundo.

Recuperación

En nuestro país, los planes de acción a futuro deben responder a las necesidades propias y no adaptar modelos extranjeros

El gasto turístico argentino, a diferencia de otros países, es mayoritariamente nacional (en una relación 80-20) y eso favorece nuestra situación en términos comparativos, dado que se espera que el turista priorice viajes regionales en el corto plazo. 

Sin embargo, los diagnósticos iniciales merecen también un sinceramiento sobre el sector, en especial sobre el estado en el que se encontraban las pymes ubicadas en corredores adaptados al perfil del turismo local al inicio de la pandemia. 

La recesión económica, las sucesivas devaluaciones y la pérdida del ingreso de los turistas nacionales experimentadas en el gobierno anterior, junto a su falta de apoyo al turismo local, lo han transformado en un sector con baja capacidad de respuesta para paliar la crisis.

Un plan de sostenibilidad del sector requiere a futuro: 

1. Políticas orientadas a sostener el consumo local, incentivando planes de financiación con una tasa de interés muy baja o hasta de cero por ciento.

2. Redes colaborativas con distintos actores de la sociedad, entre ellos gremios, mutuales, estados locales y bancos públicos a fines de promover la actividad, favoreciendo los pequeños emprendimientos para evitar la concentración del sector en manos de capitales extranjeros.

3. Establecer mecanismos de precios de referencia tendientes a evitar abusos en algunos actores de la cadena que puedan resultar contraproducentes para todo el sector.

4. Informar los logros en materia de retracción del virus en la población, dado el fuerte componente psicológico asociado al temor, exponiendo un sistema público-privado integrado y eficiente.

5. Desarrollar una política tributaria diferenciada, atendiendo a que será uno de los sectores más paralizados y ralentizados en el proceso de recuperación.

6. Generar datos confiables y exhaustivos para la toma de decisiones.

Si bien corresponde subrayar que las prioridades hoy son las vidas, sin embargo este tiempo es vital para pensar políticas tendientes a la construcción de un Plan Integral de Estímulo y Sostenibilidad de la Actividad Turística, que permita coordinar eficazmente las acciones de los actores públicos y privados, donde el Estado asuma las acciones de articulación y monitoreo, a los fines de evitar contiendas que enfrenten a los actores del sector y profundicen aún más la crisis.

Finalmente, desde una mirada social, corresponde el compromiso de los estados locales para contribuir a mitigar el impacto en los grupos de artesanos, trabajadores informales y precarizados, que en el país muchas veces subyacen invisibilizados y olvidados.         

* Economistas de la Universidad Nacional de Río Cuarto.