El transporte es el gran desafío de la paulatina administración de la cuarentena. Hasta el jueves pasado, 795.000 personas utilizaron trenes, subtes y colectivos en Capital y Gran Buenos Aires. Una cifra muy por debajo de los 4.250.000 pasajeros que había diariamente antes del aislamiento. El desafío de la nueva etapa que se inicia hoy es no pasar de 900.000, un número aceptable para que no haya grandes aglomeraciones, aunque el problema siempre es el tren. Esta estrategia es la que explica por qué se abren, por ejemplo, los Rapipagos o Pagofácil, que no requieren de uso de transporte público porque la gente usa la sucursal cercana o se van habilitando algunas actividades que no recargan demasiado los subtes, trenes y colectivos. También explica por qué no se ponen en marcha, todavía, las ramas que producen un gran nivel de pasajeros: construcción, comercio, servicio doméstico y empleados del estado. De todas maneras, previendo una mayor cantidad de gente se aumentaron los números de colectivos y se pusieron micros en algunas estaciones de trenes del Ferrocarril Sarmiento.

El detallado informe habitual que realiza el Ministerio de Transporte, que conduce Mario Meoni, es una guía clave para las decisiones en la cuarentena. Hay países como Noruega, por ejemplo, que tuvo un estricto aislamiento y que ahora abre el comercio pero con una condición: que el empleado no use el transporte público. O sea, puede ir a trabajar si va en bicicleta o caminando, pero no si utiliza el autobús, tren o metro. En Alemania le buscaron la vuelta por otro lado: no pueden abrir comercios con superficies de más de 800 metros cuadrados. Con eso impiden que las grandes tiendas, que movilizan a miles de empleados, recarguen el transporte.

Los datos del Ministerio, parte de los cuales ya fueron adelantados por Página|12, indican que el 7 de marzo, antes de la cuarentena, hubo 4.250.000 en los medios de transporte y esa cifra llegó a bajar a 500.000 durante la cuarentena. El jueves pasado la cifra trepó a 795.000 ya con algunas actividades liberadas. A partir de este lunes se agregan todavía más personas exceptuadas, lo que indefectiblemente va a presionar sobre el uso de subtes, las 200 líneas de colectivos y los trenes.

El estilo de las actividades que se habilitan es justamente el que evita sumar demasiadas personas al transporte: los lugares de pago, son cercanos; los bancos, suelen ser utilizadas sucursales vecinas; se inicia el comercio telefónico y por internet, que requiere de menos personal; los turnos en médicos y odontólogos incrementará el número de pasajeros, pero no mucho. El objetivo es no trepar a más de 900.000 usuarios por día.

Pero como el aumento de pasajeros es inevitable, se subieron las unidades de 9.500 que fue el promedio de la semana pasada a 11.000 este lunes. Y, por las dudas, se ubicaron micros en estaciones de trenes del Ferrocarril Sarmiento, en el que hubo más problemas la semana pasada. Según un primer informe, no fueron necesarios: en el Sarmiento circuló la cantidad máxima de formaciones, 16, lo que permitió absorber a los pasajeros.

También en el uso de los vehículos se nota una disminución muy notoria, empezando por la actividad que más satura las calles: la educación. Pero, además, al funcionar la justicia y el estado con dotaciones mínimas, se logra el mismo objetivo: pocos autos. En la Panamericana por ejemplo, circulaban 344.000 vehículos por día entre el 9 y el 15 de marzo; mientras que el jueves pasado transitaron sólo 35.122. En el Acceso Oeste, pasaban antes de la cuarentena 316.000 vehículos; el jueves pasado: 130.000. Una proporción mayor que en la Panamericana. Los datos indican que en la Autopista Buenos Aires--La Plata la disminución es del 80 por ciento. O sea, existe un descenso fuerte en todos los accesos y, aunque implica menos contagio que el transporte público, la idea es que tampoco se dispare la llegada de más personas a las zonas más congestionadas.

Todo indica que en las gateras está una de las franjas de actividad que requiere más del transporte: la construcción. Hay fuerte presión porque significan muchos puestos de trabajo. Se está estudiando cómo se va a implementar, tal vez en otros horarios y con turnos. Se verá durante esta semana. La idea global es mantener férrea la cuarentena e ir testeando los agregados. El punto clave es que no aumenten los contagiados y mucho menos los fallecidos.