El Gobierno porteño confirmó este martes el primer caso de covid-19 en la Villa 31 de Retiro. Se trata de una mujer asmática de 43 años que permanece en aislamiento en el hospital Vélez Sarsfield de la ciudad. De acuerdo a la información oficial, el viernes pasado, tras comenzar a tener síntomas compatibles con el nuevo coronavirus, la mujer se acercó al Punto de Atención del Centro de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) 21 que el ministerio de Salud porteño tiene en el barrio. Desde allí, según el testimonio que dio la mujer a la organización villera La Poderosa, fue trasladada al hospital Rivadavia, donde le hicieron el hisopado que dio positivo. Al mismo tiempo, las personas que mantuvieron contacto con ella fueron contactadas por personal de la Secretaría de Integración Social y Urbana, y permanecerán en aislamiento, para lo cual, informaron las autoridades, "recibiran los elementos necesarios para distanciarse durante dos semanas: artículos de limpieza y alimentos". Hasta el momento, esa ayuda no llegó, según explicó la mujer.

Si bien el dato se hizo público este martes, la confirmación del caso positivo lo tuvieron las autoridades el lunes por la tarde, momento a partir del cual las redes de whatsapp del barrio hicieron rebotar la noticia entre los vecinos. Los habitantes del barrio venían preparándose para la situación en un Comité de Crisis, a pesar de las dificultades que implica mantener una cuarentena en el asentamiento, donde para aproximadamente 40.000 personas el hacinamiento y la precariedad habitacional son la norma.

Según la información que dio a este diario la Secretaría de Integración Urbana, la mujer llegó hasta el CeSac 21 con síntomas similares al de la covid-19, por lo que, “cumpliendo con el protocolo, se la trasladó a una UFU donde se le realizó el testeo correspondiente que confirmó su diagnóstico”. Los funcionarios de la Secretaría aclararon que fueron conectadas las personas con las que la mujer mantuvo contacto estrecho y que “todas ellas están en buenas condiciones de salud, sin síntomas”, y que “permanecerán aisladas en sus casas” durante 14 días en aislamiento preventivo.

La mujer, quien prefirió el anonimato por miedo a las amenazas, vive en una "pieza de 3 metros cuadrados" con su padre de 85 años y su madre, diabética, de 84. En el mismo piso, contó, "viven otras tres familias, obligadas compartir un baño para 13 personas". También explicó que tomó los recaudos necesarios, se armó barbijos caseros y trató de conseguir alcohol, "aunque escasea". Desde el Gobierno porteño aseguraron que se les hará un seguimiento de su situación”, y que se pusieron a “disposición para acercarles los elementos de limpieza y alimentos necesarios para distanciarse durante las dos semanas”. Según explicó la mujer, hasta este martes la ayuda del Gobierno lo llegó.

Las autoridades porteñas aseguraron que en el barrio se tomaron medidas de prevención, como incrementar los operativos de limpieza y desinfección, y que se aumentó la entrega de alimentos. Sin embargo, el Comité de Crisis y las organizaciones sociales reclaman más velocidad en la ayuda para sostener a un barrio cuyo presente social y sanitario ya era complejo antes de la pandemia, y se ha vuelto aún más vulnerable desde el aterrizaje de la covid-19 en el país.

A Silvana Olivera, integrante del Comité de Crisis de la 31, el primer caso en la Villa le generó angustia. El lunes por la noche, con el dato ya confirmado e insomne, se largó a escribir: “Acá en mi barrio todos convivimos en un espacio reducido. El encierro, la lavandina y el jabón ya forman parte de la rutina. A todos nos cambió la vida, cambió las costumbres, cambió mi barrio”. “Es tiempo de escondernos, de cuidarnos, de que todos empujemos hacia un mismo sitio… Se trata de pensar, de ser pacientes, responsables y mantener la unión a la distancia porque es algo que sabemos, sabemos, aguantar, resistir y sobrevivir por todo lo vivido en nuestra historia como villa 31. Porque surgimos en 1932 con el nombre de 'Villa Desocupación' en la década infame, porque sucedieron diversos intentos de erradicarnos por parte de las autoridades a lo largo nuestra historia y nunca lo lograron”, recordó.

Este martes, Olivera le dice a Página/12 que, además de incertidumbre, en la barriada hay organización, a través de los comedores y merenderos que vienen amortiguando los golpes en el barrio. “Con el Comité venimos planteándole a la Secretaría de Integración que aumente las raciones de alimentos y que entregue elementos para higiene y limpieza, porque no están llegando”, advierte. 

Olivera señala, además, que “la situación es complicada porque hay muchas voces en el barrio. Hay gente con miedo, y el miedo genera más miedo y actitudes de discriminación, como ocurrió en otros barrios, y aunque es una actitud minoritaria, hay que remarcar la necesidad de ser solidarios".

Para Héctor Guanco, también integrante del Comite, "el Gobierno porteño tiene que acelerar la ayuda, entregar barbijos, guantes y lavandina para los comedores y merenderos y aumentar los controles para que se cumpla el distanciamiento social. Tiene una lentitud que nos pone impotentes". No obstante, remarcó que "a pesar de todo, estamos dando la batalla. El aislamiento y la prevención sirvieron, por eso, a pesar de que somos vecinos de Recoleta, el primer caso llegó un mes después de que comenzó la cuarentena".