Entre las actividades médicas que la cuarentena posiciona cómo esenciales, son centrales quienes atienden los nacimientos: obstetras y neonatólogos, junto a las parteras y el personal de enfermería están en la famosa “primera línea”. Por la actividad que realizan en los momentos del parto, son personas expuestas, tanto al contacto humano como a la recepción de fluidos. Aquí, entrevistadas por Página/12, cuentan cómo transitan el camino que deben seguir a diario, y cómo conviven con la sociedad, una vez que vuelven a sus casas, con sus familias.

Marcela Zerillo, neonatóloga: "¡Lavarse las manos!"

“La tensión que tengo cuando llego a mi lugar de trabajo, nunca la había sentido” cuenta Marcela Zerillo. Es neonatóloga y en su especialidad el contacto directo con los pacientes es esencial: recibir al bebé en el momento del parto. Zerillo trabaja en SAME y en el sanatorio De la Trinidad. “Estamos en riesgo, siempre en esta profesión nos podemos cortar o manchar con fluidos en una cirugía, pero nunca tuve la sensación de estar rodeada por el enemigo, que sea invisible ¡y que permanezca tanto tiempo en las superficies!”, se asombra.

-¿Cuáles son las mayores complicaciones que observa hoy?

-Fuera del ambiente de salud, sentir el rechazo de la sociedad. Porque hoy son tus vecinos los que necesitan ayuda, pero mañana podes ser vos, como decía Bertolt Brecht. Y en mi trabajo, si bien hay que mantener distancia de cualquier persona, en un parto estas al lado del obstetra y agarrás al bebé. Es un momento maravilloso y nosotros habitualmente lo disfrutamos. Yo pongo el bebé en el pecho de la mamá mientras las condiciones médicas lo permiten. Ahora, no siempre se hace. Para protegernos y protegerlos.

-¿Cuáles son las precauciones que toman en estos días?

-Entro al parto o a una cesárea con todo el equipamiento de prevención. Hay cercanía y secreciones, hay que implementar el protocolo como si fuera positivo. Pero no hay hasta ahora recién nacidos con complicaciones por covid-19. Estamos con las afecciones respiratorias del otoño, la bronquiolitis, los gérmenes que circulan. Y una cosa que quedó bien clara es que las vacunas son útiles y sirven. Una cosa positiva.

-¿Cómo ve a las madres en la situación de parto?

-Las madres ante esta situación y frente el nacimiento del niño tienen un estrés más. En el momento del trabajo de parto o la cesárea eso se intensifica, por más que el resultado sea feliz. Tienen miedo. Que sea sano, que tenga todos los dedos. Ahora suma un gran estrés. Las mujeres somos valientes y si hay que hacerlo se hace. Pero el miedo a adquirir la enfermedad está. La lactancia no se suspende. Y la internación de un bebé es solo de urgencias.

-¿Cómo compatibiliza su trabajo con su vida fuera del hospital?

-Desde que empezó y murió el primer paciente en el Argerich, me pongo todo. Me protejo. Pienso en mi hija de 10 años. Es una responsabilidad mayor. Aunque ‘Lávate las manos’ es un latiguillo en mi casa. Es un hábito, yo trabajo en terapia intensiva. Lavarse las manos te queda automático. Ahora tengo en todos lados alcohol en gel, lavandina. Y cuando vuelvo me saco todo y limpio todo.

-¿Qué cosas pueden ser problemas a futuro en su campo?

-Hay que acompañar el embarazo para evitar las patologías, que en el 90% de los casos no ocurren y el nacimiento es algo maravilloso. Pero hoy, bajamos los controles de niños sanos. Y hay que atender a las condiciones económicas y socio-culturales. De Jujuy a Santa Cruz, Argentina es muy heterogénea en condiciones de salud. Y asumir cualquier contacto con pacientes como posibles positivos. No es complicado, pero insume mucha dedicación.

Yanina López, neonatóloga: "Un cuento de Navidad"

“Siempre hay nacimientos. El volumen de partos y del trabajo en la neo es impresionante. En el Hospital de Lomas me pasa todo el tiempo, esto de tener dos o tres partos, juntos. En el Ramos no tanto. Y se mantiene en este mes” explica Yanina López. Hace un alto entre sus guardias en neonatología para contar cómo es trabajar en su especialidad en hospitales como el Ramos Mejía en Capital y el Gandulfo, de Lomas de Zamora.

Yanina López, graduada en Cuba.

Graduada en Cuba, López sostiene que las redes solidarias ayudarán a atravesar la pandemia, tanto como los recursos médicos “que siempre son escasos en esas situaciones”. “En nuestro sector establecés contactos muy estrechos con los pacientes -explica-. No es como afuera, donde si yo no quiero tocar a nadie ni que me toquen, puedo hacerlo. Para recibir a un bebé tenés contacto y por eso estamos haciendo lo de siempre, con más resguardo”.

-¿Cuáles son los resguardos que se toman ahora?

-No solo usar camisolín y barbijo, ahora también antiparras. Nosotros estamos en contacto con casos de HIV. Estamos entrenados. Pero algunos colegas no. Además, en el Ramos una gestante febril ahora tiene una sala de partos separada. Y en la neo también hay una sala especial. El diferencial, es lo respiratorio.

-Se piensa socialmente que los médicos siempre toman resguardos…

-Esto va a venir bien para interiorizar, como empleados de la salud, que la protección define la vida. Este cambio de paradigma refuerza el hábito que un médico debe tener, más allá del coronavirus. Con todos los pacientes, usar todo. Eso va a hacer que bajemos la tasa de transmisión. Todavía no llego el invierno y las complicaciones se van a ver cuando levantemos la cuarentena. Es importante cuidarnos y generar redes solidarias.

-¿Cuáles son las complicaciones en su especialidad?

-Son los recursos. Los vecinos nos regalan mascaras. Otras cosas las compramos nosotros. Pero tenemos que ir con una partida de nacimiento a comprar un barbijo… ¡Es un palo en la rueda! Ojala podamos despejar eso. Estar renegando por un barbijo. Andás de trabajo en trabajo y siempre la misma situación. Las enfermeras también. Nos cuidamos mucho en cuanto a la transmisión. Lo administrativo tiene que ayudar, no poner palos.

-¿Qué medidas se toman con las madres y las familias para los partos, en esta situación?

-No pueden recibir visitas. Pasan 48 o 72 horas y se pueden ir a casa a cuarentenar. En el Gandulfo hay salas de dos camas. En el Ramos, treinta camas separadas por biombos. Tenemos que cuidar lo que logramos. Porque esto es un cuento de Navidad. Si se me mueren diez pacientes por día como en Italia, termino devastada. Acá estamos bastante bien por las medidas del gobierno. Es un gesto para enaltecer. La economía está parada, pero estamos vivos.

-¿Cómo vive la reacción social con los trabajadores de salud?

-Ser señalados al mismo tiempo que reconocidos, muestra el nivel de ignorancia de quienes promueven esa actitud. Hoy escasean barbijos y equipamiento pero tenemos parámetros humanistas. Puede parecer altruista pero es real. Hemos podido con tantas cosas en este país, cómo no vamos a poder con esto. Hay que tener la convicción de que esto no nos va a pasar por arriba y que podemos aprender en la marcha. Tenemos que pensar así. Si no, la tenemos perdida.

Natalia Ochuzzi, obstetra: "Un constante temor"

Para Natalia Ochuzzi, ser partera e Instructora de residentes de Obstetricia del Hospital Gandulfo, hoy “el principal obstáculo es la falta de insumos y el ánimo del personal”, explica. Los elementos “están llegando a cuentagotas, esto dificulta la predisposición en la atención a las pacientes” explica. Aunque sostiene: “Nada hay mas lindo que traer un bebé”, admite: “Estamos en un constante temor, el sistema de salud estaba muy abandonado. Mi miedo es contagiar a otro, a mi mamá, porque yo difícilmente haga un cuadro grave, el miedo son los demás”.

Natalia Ochuzzi, obstetra.

-¿Cómo lo vive en su trabajo, en lo cotidiano del hospital?

-Yo tengo temor. Cuando llega una paciente, no sabemos si tiene o no tiene fiebre. Nosotros formamos gente en obstetricia, en clínica y en pediatría, voy mañana al hospital y ya se que hay dos casos, eso da temor. Pero ayer ya nos indicaron donde sería el parto si llega un caso, porque hasta ayer era en la misma camilla que paría la mamá que no tenía covid-19.

-Usted está en contacto directo en la situación del parto…

-Tenemos contacto directo. Yo hago consultorio de casos de sífilis hay tres o cuatro por mes. Y también aumentó HIV en la maternidad, yo estoy acostumbrada, pero igual me asusta. Tenemos contacto directo por escuchar los latidos, medir la panza, tomar la presión, sacar sangre. Para el control de otras enfermedades como HIV o sífilis, yo me tuve que conseguir una máscara de acetato por que el hospital me brindaba un barbijo muy precario.

-En la situación del parto ese acercamiento se intensifica…

-En el parto, estar arriba y ayudarla a pujar… en ese momento es prácticamente imposible evitar los fluidos y los aerosoles, son múltiples. Hay que protegerse mucho, nos acostumbramos a trabajar sin antiparras. Pero hay fluidos que salpican, es muy común.

-¿Ya tienen pacientes de covid-19 en su hospital?

-Esta semana entró una familia, cuatro personas, dos niños. Y hay un par de pacientes en sala. Esto activa el protocolo pero hasta ayer, teníamos dos máscaras para 40 personas. La comunidad responde y la ONG “Ayudanos a ayudar” donó las mascaras, hechas con impresiones 3D.

-¿Cree que hay algún cambio positivo que instale la enfermedad?

-Un aprendizaje es la higiene, la salubridad. En nuestras casas también. Y en el trabajo ojala quede la costumbre del barbijo y de otros elementos. Yo suturo con una pinza cuando tiene que ser dos. Uno se acostumbra, desestimando el error y la falta. Ojala que este famoso enemigo invisible nos haga ver que tenemos que velar por nuestra salud con los máximos cuidados posibles.

Sergio Larosa, neonatólogo: "Cambiar conductas"

La higiene personal volvió a ser determinante al planificar un esquema de salud en la pandemia. “Algo tan simple y tan importante como la limpieza de manos, la habíamos descuidado” explica Sergio Larosa, neonatólogo del Hospital Eva Perón de San Martín (ex Castex). “El cuidado permanente ante secreciones, estornudos, uso de pañuelos, de tanto machacar, la gente cambia conductas. Aunque sería bueno que no tengamos que pasar por mecanismos de aprendizaje como … ¡una pandemia! Pero en los médicos, conductas como el lavado de manos, no estaban incorporadas”, sostiene.

-¿Qué otras prácticas médicas se modifican en su especialidad?

-Hice residencia de pediatría y aprendí a sacar sangre con guantes. Hoy eso resulta difícil para otros colegas, pero es bueno hacerlo. En la prevención pasa tiempo hasta generar costumbre. Usar barbijo, guantes, máscara. Son conductas que a fuerza de garrote tenemos que aprender. A fuerza de una situación dramática. Hoy esta todo el esquema de salud focalizado en esto y tiene que servir para cambiar las costumbres, hacerlo rutina.

-¿Cuáles son los mayores problemas que percibe en su ámbito?

-Se han perdido muchos profesionales por pertenecer a grupos de riesgo. Y no todos tienen protección, públicos y privados. Hay que recibir a todos como si fuesen portadores. Nosotros a medida que avanzó la pandemia y fuimos llevando cada vez más protección a los partos. Hay un promedio de cinco por día. Tuvimos que empezar a ver todo con otros ojos. Y con las madres y las familias, extremar las medidas de aislamiento, para ellos y el bebé.

-¿Hay una nueva organización de la práctica en este sector?

-Nos estamos organizando para lo que se viene. Tenemos bebés prematuros aunque la incubadora es un aislamiento, el virus podría hacer estragos ahí. Y restringimos el control a los que se salen de alta. Muchos verán afectado su diagnóstico precoz, en una población vulnerable no deja de ser algo preocupante.

-¿Cómo vive la situación por fuera del ámbito hospitalario?

-Lo vivo tranquilo, mis viejos tienen 84 y 90 años, los llamo, no voy a verlos, mi temor pasa por no llevarles el bicho. Tengo hijos grandes, vivimos en la misma casa y no dejo que tomen mate conmigo. Son cosas que adquirís con el paso de los días. Hasta hace dos semanas lo hacía.

-¿Cómo está la situación en el hospital respecto a los elementos?

-Siempre tenemos pocos recursos. En los partos tenemos que tener camisolín hidrófugo y al principio los hicimos nosotros, luego llegaron donaciones. En cada guardia tenemos todo. Eso genera tranquilidad y armonía. En Provincia hace años que no hay condiciones ideales. Pero hoy en neonatología no tenemos que envidiarle nada a nadie. Ni en medicamentos, ni en aparatología, ni en recursos humanos. Al principio, las enfermeras que son las que tienen más interacción comunitaria, dentro del hospital, hicieron barbijos y camisolines hidrófugos, les ponían naylon. Lo que no soluciona el presupuesto se soluciona con voluntad.