“¿Y si armamos un Zoom?” Julián Gancberg, tecladista de Jaguar y del Quinteto de Lito Epumer, da en el punto. Arma uno, manda el ID, la contraseña y atrás quedan otros métodos para encontrarse en cuarentena. Los cuatro –él más Rodolfo García, el mismo Epumer y Dhani Ferrón- querían verse y escucharse juntos, de la manera más dinámica y directa posible, casi como cuando tocaban antes del parate. De repente, aparece García en el ángulo izquierdo de la pantalla. Un cuadro con el payaso de Almendra como fondo y alguna palabra rompehielo le sucede a su imagen en movimiento. “Por fin los veo a todos. ¿Cómo andan, che? Qué alegrón”, se emociona el legendario baterista de Almendra, Aquelarre y Tantor. Le siguen Epumer, cuya imagen emerge delante de un fondo blanco, sobrio; y Ferrón, cuyo retrato de Los Amigo, última banda del Flaco Spinetta, impacta directo en la camarita. “La verdad es que somos todos vecinos… si decidimos una reunión personal, no tardaríamos más de diez minutos en encontrarnos. Pero, bueno, no se puede”, se resigna el cantante de la banda cuyo debut en vivo se remonta a fines de julio de 2017. 

El motivo de la reunión virtual radica en el flamante disco, que Jaguar decidió publicar –en formato físico incluso- pese a la pandemia. Se llama Detrás del río, igual que uno de sus temas,  y es Ferrón el que arranca a develar los primeros enigmas. “La idea era que empiecen los mayores, pero bueno…”, ríe el cantante. “Lo que tiene de particular la canción que da nombre al disco es que la letra y la música salieron en el mismo momento. Hacía muy poco que había fallecido Luis y me desperté sobresaltado, después de tener una pesadilla… Estaba soñando con él, me desperté híper angustiado, y lo primero que me salió para apaciguar la angustia fue agarrar la guitarra y empezar a tocar”, revela el también bajista.

-Inevitable que tema y disco tuvieran que ver con Spinetta, ¿no?

Dhani Ferrón: -Casi inevitable, sí. Después le pasé el tema a Claudio Cardone para que lo rearmonizara en el piano, y esa, con los aportes posteriores de Rodo, Lito y Julián, fue la versión que quedó. El hecho de que hayamos elegido esta canción para nombrar al disco tiene que ver con cómo se sucedieron las cosas tras el fallecimiento de Luis, sus cenizas arrojadas al río en un determinado lugar... En fin, cosas que tienen que ver con la sublimación del sueño y la letra de la canción.

“Detrás del río” es el octavo track del disco homónimo. Lo preceden otras dos canciones de Ferrón (“India” y “Es como”), dos del mismísimo Spinetta (“Río como loco” y la recuperada “Para que me sigas”, de Almendra), una de Gancberg (“Niña ven”) y “Señorita corazón”, de María Gabriela Epumer y Emmanuel Horvilleur. De las tres que restan, un par le pertenecen también al cantante (“Vuélvete” y “Vuelo sobre águilas”) y la restante al Flaco. Se llama “Caminata” y la resucitaron de Señor de las latas, la inconclusa ópera rock de Almendra

“El disco salió en el umbral de este confinamiento obligatorio, así que por ahora quedó en el camino la posibilidad de presentarlo en un concierto. Teníamos una fecha exacta para hacerlo en abril, pero pasó. Igualmente estamos satisfechos de tener el físico, que ya se puede comprar en las plataformas”, informa Ferrón. “Para mí, el disco superó todas las expectativas que teníamos”, vuelve García. “Es un trabajo muy equilibrado, con un amplio abanico que va desde canciones tranqui hasta temas más fuertes. Es algo que se fue armando sobre la marcha, y con un resultado que nos dejó muy conformes. Si bien tenemos la contrariedad de que está saliendo en medio de la pandemia, con todos los inconvenientes que esto acarrea, esto no va en desmedro de nuestro entusiasmo”.

“Muchas veces lleva tiempo encontrar un promedio entre todos, una mezcla de los orígenes de cada uno en la música, y esto se nota en el disco", continúa Epumer, el violero de Jade en la época de Madre en años luz. "Ya estoy pensando en lo que viene, igual. De éste, me queda por decir que fue un trabajo que hicimos espaciado, tranquilo, como quien no quiere la cosa. Y salió algo muy enriquecedor, variado”. “Desde mi lugar - se pliega Gancberg- fue importante hacer un disco con estos grandes maestros. Una experiencia hermosa, un viaje en el tiempo, sobre todo por la manera en que se grabó: casi todo tocado al mismo tiempo, o en dos tomas como máximo. No sé, cosas que se van perdiendo con el paso del tiempo. Me encanta que se escuche la sangre en vivo que tiene el grupo, plasmada en un disco”.

-Una de las joyitas es la versión de “Para que me sigas”, viejo tema cuya única versión registrada es la que aparece en el disco pirata Almendra en el Teatro del Globo, de abril de 1969.

Rodolfo García: -Sí. Circuló durante muchos años en esa grabación que, desde el punto de vista técnico, es bastante fea, precaria. La había grabado Amadeo Alvarez, un músico amigo nuestro de esa época, con un grabador de uso doméstico que apoyó sobre el escenario, y entró lo que entró. Ese fue el segundo concierto de Almendra en Buenos Aires, después del del Di Tella. En el caso de “Para que me sigas”, que por entonces lo cantaba yo, se trata de un tema hermoso, que ahora pudimos arreglar a nuestra onda, y con el Mono Hurtado en contrabajo.

-Hubo otras canciones de aquel concierto como “Campos verdes”, “Fermín”, “Ana no duerme”, entre otros, que sí se incluyeron en los discos oficiales. ¿Por qué “Para que me sigas” quedó fuera?

R.G.: -Porque teníamos una producción tan grande de temas que muchos quedaban afuera. En ese concierto hay seis que nunca salieron en un disco oficial, por eso nos pareció que estaba bueno rescatar alguno. Era muy loco lo que pasaba en esa época, porque ensayábamos todos los días y siempre venía alguno con una canción que gustaba, la encarábamos, la probábamos en algún show y pasaba lo de siempre: cuando un tema entra en un repertorio, hay otro que sale. Fue lo que pasó no solo con “Para que me sigas”, sino también con “Chocolate” o con “Vine al planeta”, que quedaron en la banquina.

-Algo que los unifica como grupo es por supuesto el legado spinetteano. Otro elemento aglutinante es el jazz. ¿Y qué hay del candombe? Un par de temas suenan claramente a esa sinergia infinita entre el Río de la Plata, el groove afro y los tambores.

Lito Epumer: -En mi caso, al haber tocado cinco años con Rada es inevitable que me aparezca algo de candombe o de marcha camión, músicas que me gustan mucho. Y Rodo también se lleva bien con esa onda.

Julián Gancberg: -Incluso uno de los temas de ese par (“Vuelo sobre águilas”) está dedicado a Beto Satragni, cultor de esa onda, que es una influencia muy importante para nosotros.

D.F.: -“Vuelo… “ es un tema que tenía guardado desde la épocas de 4to Espacio. Se lo dediqué a Satragni porque la línea de bajo me llevaba siempre a imaginarlo tocando su Gibson Ripper y zapateando en el escenario, como hacía siempre. Lo había visto con Raíces, con Jade, con Rada y tenía esa forma de tocar. Lito lo sabe perfectamente porque tocó con él muchas veces. Me gustó grabar este tema con Jaguar, además, porque no manejo el candombe como lo manejan ellos… El Beto era un bajista maravilloso, un icono para el rubro.

R.G.: -Bien de esa escuela uruguaya que ha producido bajistas extraordinarios. El estilo de Beto es inconfundible… un creador enorme.

-Dentro del amplio abanico estético que tiene el disco, “Vuélvete” aparece como una de las canciones más voladas, más influidas por el aura del Luis tardío, si se quiere. ¿Acuerdan?

D.F.: -Es una canción que le hice a María Eugenia, mi mujer. Un día, Julián me dijo 'venite al estudio que lo grabamos' y así fue: se grabó lentamente, de primera toma, con él en piano y yo en la acústica. Fue algo espontáneo, nada predeterminado.

R.G.: -Por su calma, está muy bien como tema de cierre del disco.

-A propósito, ¿piensan mucho el orden de los temas? ¿Cuánto gravitó en este sentido que previamente los hayan tocado muchas veces en vivo?

J.G.: -Bueno, hay toda una historia interna acá. En los primeros conciertos, Dhani, un taurino bien ordenado, caía con la carpetita y marcaba el orden. Pero con el tiempo fue delegando la responsabilidad para que los demás podamos meter mano en la lista. Igual, siempre la terminamos conviniendo entre todos, cinco minutos antes de salir a tocar. Las listas dependen del lugar en el que toques y para el tipo de público para el que toques. Aunque tengan puntos de contacto, no es lo mismo el rockero que el jazzero.

R.G.: -El orden de los temas es importante tanto en los discos como en las actuaciones. Esto no quiere decir que haya un solo criterio para armar una lista. No hay una receta. Hay momentos en que elegís arrancar con un tema muy fuerte y en otros todo lo contrario. Pero eso de ir al tun tun, no va.

L.E.: -Otro de los criterios es tener en cuenta al otro. Yo arranco, toco, pero el que canta es Dhani y a veces me dice 'Mirá que este tema tiene una letra gigante, queda medio frío', y tiene razón. También pasa que, para arrancar con un tema fuerte hay que estar seguro sobre cómo te fue en la prueba de sonido. A veces es contraproducente, porque el sonidista no puede ir armando el sonido sobre la marcha para que no se produzca una catástrofe. En nuestro caso, en general arrancamos con un tema tranqui, precisamente para darle tiempo al sonidista a que vaya acomodando todo.

-¿Y cómo funciona la elección para tal orden en el disco?

L.E.: -Es otra cosa, porque ya lo tomás como una obra. Es importante la lista que hagas para que el oyente lo escuche y no se aburra.

-Descartado que es tema de discusión interna: ¿a quién se sigue más en la decisión?  ¿A la base, al más experimentado, al violero, al más joven…?

L.E.: -Al cantante, porque es el que pone la garganta.

R.G.: -Igual, en nuestro caso las decisiones son bastante horizontales.

D.F.: -Hay que recordar lo que contaba Vilas cuando iba a comer con Borg, con Connors: se pide de acuerdo a la historia, también. Juli y yo estamos como abajo en este sentido (risas). Rodo y Lito son la parte alta de la pirámide. Vienen hace muchos años.

-Se están tirando la cinta de capitán unos a otros…

J.G.: --(Risas) El capitán es el que habla de la democracia.

-Siguiendo con el disco, éste también contiene “Es como”, un blues calmo, muy climático, que profundiza el eclecticismo de Jaguar. ¿Cómo lo traducirían en palabras?

R.G.: -Es un tema que antes tocábamos de otra manera, muy distinta a la que quedó. Se replanteó y por suerte mejoró.

D.F.: -Lo loco es que, si bien se compuso hace rato, tiene mucho que ver con el espíritu de esta pandemia. En un momento como este, en el que las cosas se ralentizan de tal manera que todo parece volver a las fuentes, es posible ver ciertas cosas que uno tenía como perdidas. Recuerdo que cuando ensayábamos con Luis y con Rodo, el Flaco decía que estaba en la búsqueda de volver a las fuentes, a la simpleza. Los Amigo le recordaban a Almendra, nos dijo una vez. Y a mí me parece que una de las formas más adecuadas de poner en palabras no solo un tema sino todo el disco es tener en cuenta eso. No la única, pero sí una muy importante. Pensando en eso y en otras cosas, fue como se nos ocurrió también grabar “Caminata”, un tema inédito de la opera de Almendra, y también rescatar “Río como loco”, una canción de Los Amigo que Luis no llegó a grabar en su versión vocal.


La importancia de editar en formato físico y la post pandemia

Atar los lazos entre el pasado y el futuro

-¿Qué significa publicar un disco en formato físico, en plena era de transición del soporte material a las plataformas virtuales?

D.F.: -He recibido muchos comentarios del disco por medio de las redes y mucha gente me ha dicho que lo ha comprado en plena cuarentena. Lo encargaron y lo recibieron en sus casas 48 horas después. O sea que hay muchas personas que quieren el CD, porque además el arte de tapa del laburo es maravilloso. Hay un dibujo hermoso y también un escrito de Juan Carlos Diez hablando del tema…

-De todas formas, lo que decís se vincula al tipo de seguidores que tiene Jaguar: oyentes de culto a la vieja usanza, melómanos. Pero las nuevas generaciones, al menos en su gran mayoría, optan por la vía virtual.

R.G.: -Desde ya. Cada vez hay menos disquerías, acá y en el mundo. Igual, a mí el objeto disco me sigue encantando. Quiero tenerlo, aunque es cierto que se está volviendo a una costumbre que, en cierto sentido, se parece a la de épocas pasadas, cuando se publicaban canciones de a dos, como los viejos singles. Pero, bueno, los tiempos están cambiando y hay que adaptarse. Por suerte tenemos a Julián, que está cerca de eso.

-Decían que el disco físico se está vendiendo igual, pese al parate pandémico. ¿Cómo imaginan lo que vendrá?

R.G.: -Difícil. Es importante que se normalice la actividad para toda la humanidad, algo que ya nos permitiría juntarnos a tocar, a planear cosas, a sacar temas nuevos, y ver cómo recomenzamos.

D.F.: -Por lo pronto, este es un momento muy apropiado para hacer canciones nuevas, que quizá –no lo sé- conformen nuestro repertorio en algún momento. En eso estoy, sacando temas nuevos para luego ver si pasan por el tamiz de Jaguar. Hice varias canciones para poder trabajar, en caso de que gusten.

L.E.: -Del futuro no sé. Sí sé que estoy aprovechando para tocar muchísimo. Diría que como cuando tenía 18, 19 años, con todo ese ocio creativo que uno tiene a esa edad. Como no me distrae nada, me planifiqué tocar y tocar, además de hacer ejercicio, porque si te ponés a imaginar o a pensar en cómo va a ser la salida de esto, te hace mal. Mejor no hacerse ilusiones.