Según una encuesta sobre uso y cuidados en el transporte público realizada por investigadores del Conicet, hay una alta aceptación e internalización de las medidas de distanciamiento (87 por ciento) en el AMBA. Sin embargo, hay prácticas de cuidado que deberían reforzarse como la limpieza de la SUBE y protocolos de desinfección de ropa en los trabajos. Si bien las medidas generan una sensación de seguridad, el temor al contagio en el transporte público es muy alto. Sobresale el acuerdo (67%) a “tardar más en viajar a tener riesgo de contagio”, lo que muestra una aceptación a las medidas de control por sobre el tiempo de viaje. Como vienen diciendo los estudios de género, las mujeres tienen más prácticas de cuidado que los varones. El miedo persiste pero, a futuro, el transporte público sigue siendo la principal opción de viaje, a la que se suma un alto interés por la bicicleta o caminar.

La encuesta “Movilidad pública, activa y segura. Transporte y pandemia en el AMBA” fue desarrollada por los investigadores Dhan Zunino Singh (Conicet-UNQ), Verónica Pérez (Conicet-UNSAM/UBA), Candela Hernández (Conicet-UBA) y Maximiliano Velázquez (UBA). Entre el 2 y 9 de mayo, a través de un cuestionario online auto administrado, difundido por redes sociales y medios de prensa, se indagó sobre los viajes realizados en las dos semanas previas, período en el que número de viajes en el AMBA rondó los 800 mil. Contestaron 1.252 personas: 58% mujeres, 41% varones y 1% otros, mayores de 18 años; un 56% reside en CABA y un 44% en el Gran Buenos Aires. En cuanto a la formación, el 58% de las y los encuestados tiene terciario-universitario completo.

Los resultados principales de la encuesta

* El 67% de las y los encuestados no utilizó el transporte público. Entre ellos, el 27% que viajó, prefirió moverse de otro modo. Destaca el uso del auto particular y, casi en igual proporción, la bicicleta o caminar. Cabe señalar que el uso del auto aumenta entre quienes residen en el Gran Buenos Aires, llegando al 75%.

* En cuanto a de qué modo preferirían después de la cuarentena utilizar el transporte público y la movilidad activa (caminar, bicicleta) son las opciones más destacadas. El uso del auto particular alcanza a un cuarto de las y los encuestados. Sólo una pequeña minoría preferiría no viajar.

* Un tercio de las y los encuestados utilizó el transporte público en las dos semanas previas a la encuesta y lo hizo de manera frecuente. La mayoría (75%) percibe que los tiempos de viaje se mantienen igual o son menores que antes de la cuarentena. El acortamiento del viaje es mayormente percibido entre los que residen en CABA que entre los residentes del GBA. El fenómeno que se destaca es que “El que viaja más tiempo percibe que su viaje se alargó”. Sobresale el acuerdo (67%) a “tardar más en viajar a tener riesgo de contagio”. Lo que muestra una aceptación a las medidas de control por sobre el tiempo de viaje.

* La mayoría realiza prácticas de cuidado para la prevención del contagio (distanciamiento e higiene), con mucha frecuencia, antes, durante y después del viaje. Hay una tendencia a que las mujeres practiquen el cuidado en mayor medida que los varones.

*Pese al cumplimiento general de las prácticas de cuidado, desinfectar un objeto de plástico como la SUBE no está generalizado. Es importante señalar que, mientras la ropa se desinfecta con mayor frecuencia al llegar al hogar (83%) o las casas donde se realizan cuidados, no ocurre lo mismo con los lugares de trabajo donde esta práctica baja notablemente, poniendo de relieve condiciones precarias para este tipo de cuidado.

En diálogo con Página/12, el sociólogo Dhan Zunino Singh, investigador en movilidad, analizó el trabajo.

-¿Cuáles fueron hallazgos más importantes?

-En relación a la movilidad futura, los sanitaristas dicen “transporte público no”. Nosotros veníamos fomentando el uso del transporte público y esta pandemia nos pone en una paradoja. No podemos seguir con esa idea. En la pregunta sobre qué prefiere la gente, encontramos que hay un tercio que seguiría moviéndose en transporte público, un tercio se pasaría a la bicicleta o moverse a pie, y que dentro de la movilidad sustentable se promueve y se trabajaba hace años; y un tercio se movería en automóvil. Es una buena noticia que no hubo un boom de “me voy al auto”, no se disparó esa tendencia. La encuesta tuvo un sesgo que fue por redes sociales y on line. Un 58 por ciento son gente de estudios universitarios, por lo tanto son de cierto sector social que podrían comprar un auto.

-¿Qué otras cuestiones?

-En primer lugar, la gente acepta las medidas de cuidados y distanciamiento, las conoce. Y las redes y los medios fueron el primer canal de difusión. Han sido de gran utilidad.

-¿Y en cuanto a los cuidados?

-Preguntamos cómo se auto percibía y como percibía que hacían los demás. En general dicen “yo cumplo las reglas” y baja el porcentaje en relación a los demás. Pero están internalizadas las medidas porque las cumplen, antes, durante y después del viaje. La gente mantiene el distanciamiento. Puede evitar en menor medida no acercarse al bajar o subir de un tren. La gente está muy pendiente del barbijo, limpiarse las manos. Pero el tema de desinfección de objetos, no sucede.

-¿Qué objetos?

-Llamamos la atención sobre la limpieza de la SUBE. Encontramos poca desinfección de la SUBE, se escapa. Con la ropa encontramos una diferencia muy grande. El 80 por ciento se limpia las ropas en su casa pero en su trabajo baja al 50 por ciento. Eso habla de las condiciones laborales, o de que no hay protocolo. Con la SUBE y la ropa se podrían acentuar las políticas recordar que llevamos cosas con nosotros en los viajes y eso también pueden transportar el virus.

-Las mujeres se cuidan más.

-La diferencia es importante. Se viene estudiando hace mucho tiempo. En los varones, hay una idea más de “a mí no me va a pasar”: el cuerpo fuerte, macho, al que no le va a afectar la enfermedad. Las mujeres tienen más miedo pero son más cuidadosas. Están acostumbradas a tener más incorporado el cuidado.

-¿La pandemia puede hacer que finalmente viajemos mejor?

-La experiencia general histórica ha sido la condición de sufrimiento, viajar mal. La gente está viajando mejor, viaja sentada, más rápido en CABA. No hay aglomeración de gente. Esto puede ser interesante porque nos abre una pregunta sobre como viajábamos antes. Era inseguro antes también el transporte público: se viajaba apretujado, se descarrilaba, existía el acoso sexual, nuestra normalidad no era tan normal. Esto nos trae un modo de viajar más cuidado. Esta práctica más lenta, más cuidadosa puede introducir cambios para futuro. Esa es la parte positiva. Sabiendo que hay gente que sigue teniendo temor.

-¿Se puede viajar sin miedo?

-El temor al contagio en el transporte es general, sin embargo, aceptan las medidas. Hay un 40 por ciento que dice que no se siente ni seguro ni inseguro. Necesitamos indagar más. Hay un 37 que se siente seguro. Todo esto es un proceso. Por eso decimos que hay que hablar de que es un transporte seguro si se cumplen las prácticas. El único control que la gente no está segura es que te hagan un test. No hay apoyo. Con el control de temperatura no hay drama. También hay que investigar más. Los testeos masivos van a continuar y se van implementar por eso preguntamos; y si la gente ve que el pico aumenta, la percepción puede cambiar.

-¿Qué opina de la medida de restringir la circulación por la SUBE?

-Se supone que el tope que busca el Ministerio son 900 mil personas viajando por día. Esta semana hubo millón y medio. Por eso quieren restringir. Pero habría que hacer un procedimiento muy grande. Además hay mucha gente que no paga. La gente está viajando sin permiso. Depende del colectivero, de la línea, hay que pensar que en el Gran Buenos Aires hay mucha gente que se mueve intra conurbano…

-¿Habría que aumentar el control?

-Algún control tiene que existir. El transporte está recibiendo problemas que no son del transporte, que es el problema económico. Por eso el transporte no es el único que debe actuar.