–El título de la exposición, “Nosotroslosotros”, supone, entre otras cosas, la representación del otro como una instancia política y cultural.

El título de la muestra fue una decisión de la curadora, María Teresa Constantín, basándose en una obra de espejos partidos que hice en 2017 y que ella colocó como principio articulador de la exposición. A partir de 1992 utilicé espejos en mis obras y desde el 2000 realizo palabras o frases corpóreas con espejos rotos. El espejo como mirada sobre uno mismo, el reflejo del autor y del observador en el mismo plano. Con las palabras “Nosotros” y “Los otros” comencé a trabajar en el 2010, para una donación que hicimos al Centro Cultural de la Villa 21, y tenía en mente la dignidad y la autoestima. Eso es clave para esta obra, ya que se encuentra la representación del otro pero incluida en plural e integrada en un solo vocablo con nosotros. Con lo cual más que una representación, es una presencia incluyente.

–Hay un conjunto de citas y homenajes, tanto a sistemas completos (la pedagogía –y la escolaridad– la historia, la política, el mundo del trabajo, el mundo del arte), y también a obras de arte particulares, personajes de la historia, artistas, etc.

Me gusta pensar mi obra como un patchwork, donde las piezas se van cosiendo de diferentes maneras. Eso me permite trabajar con sistemas, obras de arte, historias o personajes, que obedecen a mis diferentes intereses y actividades. Siempre hay una relación de experiencia vivencial y personal, de cercanía. De eso depende. Tomo los estilos, los géneros, los modos, las superficies, como herramientas para implantar mi obra. Peter Bürger afirmaba que el montaje es una categoría significante en sí misma: me siento identificado con esa idea. Con los artistas, maestros queridos y amigos, tengo un diálogo amoroso, discusiones u homenajes que saldo imaginariamente en la realidad concreta de mi trabajo. Y cuando apelo a la política y la historia, lo hago tomando posición y reivindicando la posibilidad de un elemento que la autonomización del arte descartó, como es la pedagogía. No como una imposición desnivelada sino como mi modesto aporte a un encuentro. No me interesa la pureza del arte, lo contamino con la vida.

–La antología da cuenta de aquella parte de lo realizado a lo largo de los años que aún hoy tiene sentido para vos. ¿Cómo fue la selección? ¿Cuáles serie se incluyeron?

La muestra partió de una invitación de María Teresa, a quien no conocía personalmente, a fines del 2016, para hacer una retrospectiva. Durante todo ese tiempo fuimos viendo la obra y el material disponible, y de acuerdo al espacio. De la imposibilidad de presentar la totalidad de la obra, se pasó a una selección, que mayormente fue realizada por la curadora. Por supuesto las decisiones fueron consensuadas, y ambos fuimos muy permeables a las sugerencias. Hay obras que en la muestra tienen centralidad, que no hubiera pensado así, como también hay piezas que no habían entrado inicialmente en los planes de María Teresa. Luego se depende de la generosidad de coleccionistas y museos, que prestaron muchos de los trabajos, y hubo obras que no pudimos localizar, o cuya logística las volvía dificultosas. De ese tamizado salió el resultado. Creo que es adecuado para una antología, en el sentido de que por primera vez se puede ver el corpus de mi trabajo. Las principales obras están. Muchas no se había visto en el país, la mayor parte, sólo una o dos veces. La series son fragmentarias, deshilachadas, abiertas, incompletas, en suspenso. Pueden verse “Living-Magritte”, “Living-comedor”, los “Doblajes” con Evita-Madonna, los cadáveres: Malevitch, el Che, Evita, los pizarrones, las “casas-Evita”, los platos, los gauchos. Algunas series quedaron afuera. En cuarenta años he trabajado bastante.

–En la exposición hay una talla en madera que hiciste a los quince años.¿Ya te considerabas un artista? ¿Qué supone ese rescate a la luz de tu obra posterior?

Hace un par de años ordenando la casa de mi familia en Mar del Plata, encontramos esa talla y el autorretrato del 1979. La talla fue la prueba que me hizo mi papá en el taller para “nombrarme oficial tallista”, siguiendo el modelo de escalafón del artesanado, dejaba de ser aprendiz y podía trabajar. No me consideraba artista, quería ser futbolista y era aficionado al arte. Ahora soy aficionado al arte y al fútbol… Me gustó incluir ese trabajo porque me parece que visto detenidamente tiene muchas de las claves de mi obra: el bajorrelieve, la geometría, la simetría, los estilos, la historia, los guerreros, los cortes, las incisiones, el combate plano-volumen, el ornamento, los animales, las alas, las plumas, las volutas, los espirales, los puntos, los círculos concéntricos, etc. Además en una acertadísima ubicación los méritos son del trabajo en equipo de María Teresa, Rosana Fuertes, Gabriela Irrazábal y Susana Nieto que definieron el montaje, la talla está enfrente de Arte-Concreto, que tiene el banco de carpintero de mi abuelo de cuando llegó de España a la Argentinay al costado esta “O. Bony: La Familia Obrera”– en la talla en cuyo marco colaboró mi papá, enfatizando discretamente el carácter biográfico de la exposición. Ese juego se da en muchos sectores, como en el que se exhibe el autorretrato alos 16 años, donde sí me sentía artista, y está rodeado del plano en ruinas de mi casa y las imágenes de la guerra de Las Malvinas a la que iría como combatiene. Al fin y al cabo, la muestra es un poco el sueño del pibe.

–¿Cómo pensás el tiempo pospandemia?

La verdad, el tiempo que viene va a ser duro. Un poco feo y triste. Todos en la calle disfrazados de bandoleros durante un par de años, o menos, si la ciencia nos provee de una vacuna. En este momento el contador de la Johns Hopkins University que tengo clavado en el celular indica 307.108 muertos en el mundo. 353 en nuestro país. Todos seremos más pobres: los individuos, las sociedades y los países. Habrá desocupación como sólo vimos en los años noventa. Cuando colgamos en la muestra El Merendero, nunca pensé que a los pocos días estaría cocinando en una olla popular. Y a eso hay que agregarle el distanciamiento social…

Dicho todo esto, soy muy esperanzado. Walter Benjamin en su VIII Tesis, nos dice que “la tradición de los oprimidos nos enseña que la excepción es la regla” (con eso hice un mural de vino, que no está en la muestra). Estamos acostumbrados a tiempos de excepción. Descreo de las profecías de Zizek, el virus no va a revolucionar nada ni construir un mundo mejor (eso depende de nosotros), coincido con Byung-Chul Han, vamos a un mayor control social. Pero sí creo que la pandemia acelera un proceso que ya se había iniciado, donde el paradigma de la globalización neoliberal y el Consenso de Washington estaba en crisis y un orden –o desordenemerge. Esta vez todo lo sólido se desvanece en el aire, pero en el aire ahora está el virus. El mundo global no tiene vuelta atrás, pero estados nacionales más fuertes que ponen en cuestión la hegemonía occidental como la conocimos desde la caída del Muro de Berlín, fronteras cerradas, menor flujo comercial y de personas. Espacios de transición donde las guerras y las crisis disgregadoras se vuelven eternas y parecen incomprensibles. La actuación estatal en salud y educación, puestas en valor. La necesidad de sostener la soberanía en múltiples cuestiones. En la adversidad todo se cierra sobre sí mismo. En ese mundo, la forma en que se resuelvan las tensiones que están aflorando de manera abrupta en nuestro país dirá si hicimos de esta crisis una oportunidad. Igual de algo estoy seguro: con Macri presidente la estaríamos pasando mucho peor.

En el mundo del arte veremos menos mega-exposiciones, menos presupuesto, un golpe al arte-espectáculo-turismo. Museos más vacíos. Menos celulares llevándose la selfie delante de Leonardo o Caravaggio. Lo cual sin duda tendrá aspectos positivos.

* La muestra Nosotroslosotros, de Daniel Ontiveros, podrá verse en El Espacio de Arte Osde, en Arroyo 807, cuando reabran los museos y centros culturales.