Luego de una adolescencia marcada por la militancia nacionalista en el Movimiento Nacional Tacuara, que no fue ajena a enfrentamientos cuerpo y cuerpo y al manejo de armas, ya habiendo pasado por la experiencia de la reclusión, en 1967, con 19 años, Rodolfo Galimberti ya se sentía un militante experimentado. Consideró que era hora, entonces, de fundar su propia agrupación. En los siguientes cinco años, llegaría desde los márgenes de la política hasta el epicentro de la resistencia peronista, Puerta de Hierro.

Así como en 1957 el Movimiento Nacional Tacuara fue creado en la Perla de Once, la agrupación Juventud Argentina para la Emancipación Nacional (JAEN), de la que Galimberti fue uno de los creadores, también tuvo su inicio, diez años después, en el mítico bar ubicado frente a Plaza Miserere en la intersección de Avenida Rivadavia y Avenida Jujuy. Durante la década del 60 dicho sitio -en el que en la década del 20, el joven Jorge Luis Borges se reunía con otros intelectuales para escuchar a Macedonio Fernández, quien realizaba largas charlas y debates sobre metafísica y filosofía- quedó en manos del empresario Rodríguez Barredo, y comenzó a convertirse en uno de los centros de reunión más importantes de la juventud porteña. Allí se encontraban quienes años más tarde serían íconos del rock argentino. Fue en la Perla, por ejemplo, que Litto Nebbia a sus 18 años compuso, en la madrugada del 2 de mayo de 1967, la canción “La Balsa” en el baño del bar con la ayuda de José Alberto Iglesias “Tanguito”. Esta canción sería una de las fundadoras del rock nacional argentino y una de las primeras y más influyentes del rock en español.

Así como los grupos de música empezaban a gestarse a partir de esas reuniones dispersas por los bares de la ciudad, las agrupaciones políticas emergían del mismo circuito. El grupo fundador de JAEN estuvo conformado por Galimberti, “Dippi” Hafford y “El Vasco” Othacehé -ambos venían del club de rugby y de los Tacuara- como Rodolfo; María Cristina Álvarez Noble, Omar “Coco” Estela, Mario Izzola, Augusto Pérez Lindo y Norberto Datri. En 1967 Galimberti trabajaba en la Comisión de la Reestructuración Académica de la Universidad, puesto que le había conseguido su compañero Pérez Lindo. La organización tenía una línea peronista, nacionalista, que con los años se iría inclinando cada vez más hacia la izquierda, dentro de un contexto en el que la política argentina estaba obturada por el gobierno militar de Juan Carlos Onganía, que se vio forzado a su renuncia luego de la explosión del Cordobazo en mayo de 1969, y en un escenario internacional marcado por la Guerra Fría, el asesinato de Ernesto “Che” Guevara en 1967 y las guerras revolucionarias libradas en el tercer mundo, con Vietnam como caso paradigmático.

Fue así que en 1971 JAEN sentó las siguientes premisas en su manifiesto titulado “De la resistencia a la ofensiva”: “Si entendemos que en la época del imperialismo y los estados nacionales la contradicción fundamental se da entre las metrópolis y sus colonias y caracterizamos a nuestro país cómo una sociedad industrial dependiente, la lucha por la Emancipación Nacional es un imperativo histórico para todos los argentinos; de esta lucha sólo permanecen al margen aquellos sectores que por sus intereses se hallan estrechamente ligados al imperialismo: las oligarquías terratenientes e industrial monopólica; la conciencia política revolucionaria es hija de la acción; el peronismo, lograda la vertebración de los sectores revolucionarios que lo integran en una conducción unificada es el partido de masas que el país necesita (...) para garantizar la ejecución de la revolución hasta sus últimas consecuencias."

Pero a mediados del ‘67 la JAEN, liderada por Galimberti, todavía era un grupo juvenil en expansión. En sus filas militaron dos jóvenes músicos que estudiaban Bellas Artes, y también erraban por los bares porteños como La Perla, La Paz o El Ramos. Se trataba de Emilio Del Guercio y de Luis Alberto Spinetta. Coco Estela, compañero de ellos del Bellas Artes y escultor, los había invitado a una reunión. “Coco Estela nos presentó con él (Galimberti), en la confitería que está frente a la Facultad de Derecho. Con Luis íbamos juntos a todos lados, compartimos ideas, y el tema de la política y lo social siempre me interesó. JAEN fue muy atrayente para mí, porque entonces la militancia era formación política, no era salir a pegar carteles por ahí. Porque además estaba la dictadura de Onganía y no podías”, recordó Del Guercio en el libro “Ruido de magia”, la biografía de Spinetta publicada por Sergio Marchi en 2019.

La atmósfera del rock, el arte y la psicodelia no seducían a Galimberti y sólo le interesaba la política, que consideraba debía articularse en la línea de San Martín, Rosas y Perón.

Spinetta no duró mucho militando en la agrupación de Galimberti y Del Guercio continuó un poco más. Al cumplirse dos años del golpe de la “Revolución Argentina”, el 28 de junio de 1968, la JAEN se sumó a una manifestación en Plaza Miserere que había organizando la flamante CGT de los Argentinos conducida por Raimundo Ongaro luego del quiebre con la CGT dialoguista de Vandor, los dos músicos participaron de la movilización, pero se retiraron cuando comenzó el enfrentamiento con la policía montada. Galimberti, en cambio, estaba en la primera línea de los enfrentamientos arrojando piedras a los patrulleros. Después de ese episodio Spinetta dejó de militar en la agrupación.

La versión de los biógrafos de Galimberti, Larraquy y Caballero, es que la salida de Spinetta tuvo que ver con su consumo de drogas. Según ellos, en un plenario, mientras se discutía sobre el tema, Spinetta encendió un cigarrillo de marihuana para demostrar su repudio en acto. Sin embargo, Emilio del Guercio desmintió esta versión: “Nunca Luis se fumó un porro delante de ellos, por la sencilla razón de que no conocíamos la marihuana en aquella época. Y tampoco teníamos el dibujo de la tapa de Almendra entre los papeles aquel día porque ni siquiera habíamos firmado contrato”. Esto último responde a que Larraquy y Caballero aseguran que durante la manifestación, un grupo de policías requisó a Spinetta y entre sus pertenencias encontró un boceto de la tapa del primer disco de Almendra. Por otro lado, en línea con lo que plantea Del Guercio, en esa época el consumo de drogas todavía no proliferaba entre la juventud bohemia. La única droga que circulaba entre estudiantes, músicos y militantes eran las anfetaminas. Un ejemplo de esto se puede leer en los Diarios de Emilio Renzi, de Ricardo Piglia, donde cuenta que el uso de las anfetaminas estaba más enfocado a la concentración y la capacidad de trabajo por tiempo prolongado que al uso lúdico.

Como dijo en una entrevista el periodista Sergio Pujol, que escribió el libro El año de Artaud, la anécdota de Spinetta fumando marihuana en un plenario militante y el enojo que eso provocó entre los referentes políticos “es útil para entender las divergencias que podía haber entre los reclamos de la contracultura y las demandas de la política”.

La atmósfera del rock, el arte y la psicodelia no seducían a Galimberti. Lo único que le interesaba al fundador de la JAEN era la estrategia política, que consideraba debía articularse en la línea de San Martín, Rosas y Perón. Pertenecía a la línea de militantes que consideraban al rock como una manifestación cultural imperialista. Por esos años, Rodolfo también conoció en la facultad de derecho, donde cursaba, a los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, quienes eran referentes de la formación política de los jóvenes de aquel entonces.

La tensión política y el acercamiento a Montoneros

En el año 1969 la situación política se tensó aún más, lo que se vio reflejado en la vida de Galimberti. En junio llegó al país el vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, enviado por el presidente Richard Nixon. Durante un intento de tomar la Facultad de Derecho, Rodolfo fue detenido por segunda vez en su vida y duramente golpeado por la policía durante cuatro días para sacarle información. Mientras tanto, militantes de izquierda atacaron con bombas supermercados Minimax, propiedad de Rockefeller, y en una movilización realizada el viernes 28 de junio la policía asesinó al militante Emilio Jáuregui. Luego de salir del calabozo, no pasaron 24 horas hasta que Rodolfo fuera detenido nuevamente, esta vez por aparecer en una de las listas que el gobierno tenía sobre la movilización que se realizó el día del asesinato de Jáuregui; en esa ocasión no se salvaría de ser trasladado a la cárcel de Devoto.

Entre la represión y las reuniones clandestinas, Galimberti se hizo un lugar para el amor. El 20 de septiembre de 1969 se casó con quien era su novia desde hacía siete años, Virginia Trimarco. Entre los invitados de la boda hubo varios integrantes de la JAEN, entre los que ya se encontraban, Ernesto Jauretche y Carlos “Chacho” Álvarez, también estuvieron Ortega Peña y Duhalde. Luego de su luna de miel en Córdoba, el matrimonio se mudó a un departamento en el barrio porteño de Colegiales.

Galimberti se acercó a Montoneros con un doble objetivo: conducir esa organización y concretar una reunión con Perón en Puerta de Hierro.

Meses más tarde, en mayo de 1970, un grupo de militantes de una flamante organización denominada “Montoneros” secuestró y luego fusiló al ex dictador Pedro Eugenio Aramburu. Durante ese año Galimberti comenzaría a acercarse a esta organización. En ese entonces tenía un doble objetivo: conducir Montoneros, que no parecía tener un líder reconocido, y concretar una reunión con Perón en Puerta de Hierro. Ambos objetivos fueron cumplidos.

El encuentro con Perón

La audacia de Rodolfo le permitió organizar un viaje a Europa, sin contar con los recursos económicos suficientes para hacerlo. Una vez que consiguió los pasajes y un nexo con quien podría llegar a ver a Perón, Carlos Alberto “Pingulis” Hobert, uno de los referentes de Montoneros, le dio una carta para que le entregara al General. Rodolfo llegó a Londres como primer destino, donde estuvo un mes, después fue a París y finalmente a Madrid. Allí ubicó a Jorge Antonio y le pidió una reunión con Perón; su ticket de ingreso fue la carta que llevaba de Montoneros. 

Lo ocurrido con Aramburu había puesto a la organización juvenil en el centro de las discusiones de la militancia peronista. Durante la reunión, la verborragia que caracterizaba a Galimberti le cayó simpática a Perón, acostumbrado a que sus visitantes esperaran que el líder sea el disertante. Leyó la carta de Montoneros y acordó otra cita para él en esos días. En el segundo encuentro fue con el abogado Mario Hernández, que había aterrizado en Madrid esa semana, le llevó una cinta con el audio del juicio revolucionario a Aramburu para que no quedaran dudas de que Montoneros eran los autores del fusilamiento. Existía una sospecha de que detrás de ello estaba la CIA. Perón le mandó una respuesta a la agrupación juvenil fechada el 20 de febrero de 1971, a través de Galimberti, en la que les indicó que coincidía con ellos, con la acción que habían realizado. “Nada puede ser más falso que la afirmación de que ustedes estropearon mis planes tácticos, porque nada puede haber en la conducción peronista que pudiera ser interferido por una acción deseada por todos los peronistas”, escribió El General en la carta. Cuando volvió a Buenos Aires, Rodolfo se sentía un protagonista de la política nacional y un verdadero conductor de los jóvenes peronistas.

Con el espaldarazo de las reuniones con Perón, Galimberti se presentó en el plenario peronista realizado en abril en Santa Rosa de Calamuchita como un referente indiscutido, al tiempo que dentro de Montoneros crecía el debate acerca de cómo tomar su figura. Fue entonces cuando la JAEN presentó el documento citado más arriba denominado “De la resistencia a la ofensiva”. Los meses siguientes Galimberti se dedicó a recorrer el país para distribuir ese documento, el mensaje que había traído de Perón y los principales lineamientos que se habían resuelto en el plenario peronista realizado en Córdoba. Durante esos meses se profundizó una tendencia que Galimberti había sostenido durante el último tiempo, estaba muy poco con su esposa y casi no dormía en su casa, a lo que se sumaban encuentros casuales con distintas mujeres entre ellas, según sus biógrafos, la ya mítica militante montonera, Norma Arrostito.

Cuando volvió a Buenos Aires, tras su encuentro con Perón, Galimberti se sentía un protagonista de la política nacional y un verdadero conductor de los jóvenes peronistas.

La situación política se acomodaba para que el regreso de Perón no fuera una utopía. El 22 de marzo de 1971 Alejandro Agustín Lanusse reemplazó como presidente de facto a Roberto Marcelo Levingston. Lanusse representaba el ala más política de las Fuerzas Armadas y su rol era el de coordinar la vuelta de la democracia. La devolución del cadáver de Evita, el 3 de septiembre de ese año en Puerta de Hierro, que fue entregado por el embajador de Lanusse en España, el brigadier Jorge Rojas Silveyra, era una buena señal política.

La tarea de la juventud en Argentina, mientras tanto, era lograr la unidad. En la primavera Galimberti fue sorprendido por una convocatoria de Perón para ir a verlo con urgencia. Una vez en Puerta de Hierro, Perón lo llevó a ver el cadáver de Evita. En la larga reunión que mantuvieron, de la que participó el delegado de Perón de aquel entonces, Jorge Paladino, Galimberti se dedicó a explicar, de forma indirecta, como estaba fallando Paladino en su tarea. En suma, Galimberti le presentó a Perón un mapa de los distintos actores que operaban dentro del peronismo durante ese tiempo. Perón estaba sorprendido y lo retribuyó al nombrarlo Delegado de la Juventud en el Consejo Superior Justicialista. Por esos días, El General reemplazó a Paladino por un hombre que sería clave en la vuelta de la democracia: Héctor Cámpora.

Paralelamente la figura de otro joven, Juan Manuel Abal Medina, iba ganando terreno. En marzo, Perón lo había nombrado Secretario General del Movimiento Nacional Justicialista, con la tarea fundamental de unificar sindicatos con juventudes.

"La patria peronista es la patria socialista”

Una vez que Galimberti volvió a Buenos Aires había que hacer efectiva la consigna de la unidad, siempre más difícil en la realidad que en los planes. La noche del 9 de junio se realizó un acto por la unidad de la JP. Los oradores de las distintas organizaciones se enfrentaron en arduas discusiones, algunos clamaban “Perón, Evita, la patria peronista”; otros agregaban a los mismos nombres “la patria socialista”. Los reclamos de muchos dirigentes apuntaban contra las organizaciones armadas como las FAR, FAP y Montoneros.

Cuando agarró el micrófono, Galimberti afirmó: “Las dos consignas son lo mismo. La patria peronista es la patria socialista”. Un mes más tarde, el 9 de julio de 1972, se creó a nivel nacional la Juventud Peronista Regionales y nuevamente Galimberti se dispuso a viajar por las provincias, esta vez para llevar el mensaje de unidad encausada en la Juventud Peronista Regionales, y ya con la credencial de haber sido nombrado delegado de la Juventud por Perón. 

El próximo sábado 23 de mayo en Página/12 leé la tercera nota de la serie sobre la vida de Rodolfo Galimberti.