No es extraño que en una época de mentiras organizadas, desvergonzadas e impunes, algún miserable largue a las redes para ser pasto de otros ignorantes, noticias diversas como ocurrió los pasados días, acerca del Dr. Ramón Carrillo.

Sin embargo, lo que más sorprende es la escasa repercusión negativa de la infamia, entre dos sectores de la sociedad que se han beneficiado con su excepcional nivel como Ministro de Salud y con todo su legado.

Un grupo son evidentemente los médicos e investigadores, algunos de los cuales todavía trabajan en instituciones por él creadas, o acceden a sus investigaciones en neurociencias. El otro y quizás menos conocido es el colectivo del deporte, ya que Carrillo impulsó fuertemente el mismo, como un indispensable aliado de la Salud Pública, palabra que pasado el tiempo corre el riesgo de perder su significado inicial.

Propulsor de la práctica deportiva escolar, también coimpulsor de los Juegos Evita y autor de memorables escritos sobre la importancia de la actividad física en la niñez y la juventud, ha hecho por el Deporte Social más que buena parte de los especialistas del área que le siguieron.

Por ese motivo, el recordar su obra y repudiar el ataque a su memoria resulta un hecho de estricta y necesaria justicia.

* Ex Director nacional de deportes.